Rupert Wyatt es un realizador inglés que llamó mucho la atención por haber devuelto a la vida, y con bastante brío, a la saga fílmica de “El planeta de los simios” –iniciada en 1968 por el clásico de Franklin Schaffner que se basó en una novela de ciencia ficción del francés Pierre Boulle–. Pues bien, luego de una interesante incursión por los terrenos del drama con “El jugador” (2014), Wyatt regresa a los predios del futuro distópico.
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La película en cuestión se puede traducir como “Nación cautiva”, pero por estos lares han decidido colocar el más anodino y efectista “Rebelión”. Sin embargo, el primer título tampoco es demasiado imaginativo. De hecho, hace explícita la idea que engloba toda la historia: Estados Unidos ha sido invadido por unos extraterrestres y se han rendido al gobierno totalitario de los alienígenas, a los que llaman 'legisladores'.
“Rebelión” tiene un inicio prometedor, donde destaca el niño que conocimos en la oscarizada “Moonlight” (2016) de Barry Jenkins. Por otro lado, el guion de Wyatt y Erica Beeney elige con acierto la ciudad de Chicago como el escenario posapocalíptico ideal para esta ópera política que a algunos les ha recordado la serie “V” –donde unos alienígenas reptilianos escogen el planeta Tierra para extraer recursos naturales–.
Sin embargo, más que a la serie de televisión “V” (1983-1985), “Rebelión” nos hace recordar antiguas propuestas fílmicas donde se apela más a la sugerencia que al efectismo, a la intriga política hecha de medias verdades, o a las atmósferas totalitarias que resumen las ideas de Michel Foucault y de George Orwell. Pero sobre todo el cine de horror de los años cincuenta, con “La invasión de los usurpadores de cuerpos” (1956) a la cabeza.
Como en el clásico de Don Siegel, la metáfora de la conquista alienígena habla de un gobierno democrático fracasado, de la pérdida efectiva de la libertad, la deshumanización y el declive de toda posibilidad de autonomía. En este caso, una farsesca élite política se convierte en títere de los extraterrestres. Es así que surgen dos grupos, que remiten a la Francia ocupada por los nazis: los colaboracionistas y la banda clandestina de resistencia.
Llama mucho la atención ver, hoy en día, y a contracorriente de un cine de superhéroes infantil y lleno de ruido digital, una película que apuesta por una atmósfera urbana saturada de espionaje a través de celulares, donde enjambres de drones controlan a la población –en clara alusión al presente–. Pero, sobre todo, donde los cuestionamientos morales, tanto de colaboracionistas, como de insurgentes, tienen un papel central.
En ese sentido, destaca la actuación de un actor brillante, John Goodman, como William Mulligan, agente del gobierno títere que trata de seguir la pista del grupo de la resistencia. Allí también tiene un pequeño papel la prostituta interpretada por Vera Farmiga. El trabajo de Goodman es brillante: nervioso, atormentado, triste, mediocre y a la vez astuto, Mulligan representa a un ser humano que decide ser un indigno instrumento del poder.
Lamentablemente, “Rebelión” no puede articular su propuesta sobre pilares sólidos. La cinta tiene pasajes brillantes y un clima asfixiante y hacinado, hecho de seguimientos, correrías, algo de suspenso, y una magnífica fotografía en clave baja. Sin embargo, el guion abusa de subtramas y personajes que se quedan a medio hacer. Rupert Wyatt parece recrear las obsesiones vertidas en “El planeta de los simios: (R)Evolución” (2011), donde la ciencia ficción es espejo de una sociedad donde se asoma el hundimiento de la civilización. A pesar de las buenas ideas y del excelente elenco, esta “nación cautiva”, sin ser una mala película, es un bosquejo fílmico que no está a la altura de su exceso de pretensiones.
LA FICHATítulo original: “Captive State”. Género: ciencia ficción, thriller. País: Estados Unidos, 2019. Director: Rupert Wyatt . Reparto: John Goodman, Ashton Sanders, Vera Farmiga, Jonathan Majors.Calificación: ★★