Está bien no saber quién fue Osamu Tezuka (1918-1989), pero si ves anime o lees manga, estás bajo su influencia. El llamado “Dios del Manga”, autor de obras como “Astroboy”, “La princesa caballero” y “Black Jack”, es fundamental para entender el entretenimiento narrativo japonés; necesariamente los autores que sigues lo han leído o, por lo menos, conocen el trabajo de sus discípulos.
Un dios guerrero del manga
A lo largo de su carrera y hasta su muerte por un cáncer de estómago, no solo dibujó unas 150.000 páginas de manga; sin su trabajo la industria del anime no existiría como se le conoce (para bien o para mal). Tezuka hacía manga para niños y niñas, después para adultos. Si quería contar una historia, la contaba, sea con robots o humanos, flores o sangre, con familias unidas o corruptas por el incesto.
“Si estudias literatura francesa tienes que leer Zola, a Voltaire. Es igual con Tezuka”, contó a El Comercio Frédéric Toutlemond, agente literario del departamento editorial de Tezuka Productions y editor independiente de cómic europeo. Él visita Perú y otros países de la región desde Japón, donde reside desde hace años, para buscar nuevos talentos de la historieta. También para hablar del padre de Astroboy.
“Ahora mismo las generaciones de lectores de Europa, pero sobre todo Japón, ven los mangas de Osamu Tezuka como algo clásico, con códigos de narrativa que están demasiado pasados [de moda] comparados a los de hoy. Es una lástima que las nuevas generaciones no lo lean tanto, porque es quizás el más importante autor de manga y anime de la historia. Pero a la vez es algo bueno: el manga vive, crece, cambiando de forma”, cuenta Toutlemond, quien considera como un logro que Tezuka, en su mejor momento, dibujara hasta cuatro series al mismo tiempo. Hoy en día, una serie ya es bastante para la mayoría de autores. “Fue un supersaiyajín del manga”, añadió.
“Adolf”, una de las obras más destacadas de Osamu Tezuka.
Podría decirse incluso que su nombre se volvió sinónimo del manga. De acuerdo al estudioso de manga Fred L. Schodt, el éxito de Tezuka llevó a que la historieta japonesa sea conocida como un medio de fácil acceso. Hoy, el país asiático es un territorio de ebullición editorial, con tasas de lectura en la población que ya quisiera América Latina.
“Lo extraño de Tezuka es que fue un competidor total. Quería ser el número uno, estar en la cuesta de la ola de cualquier tipo de manga. En su carrera hizo mucho shonen (manga para adolescentes), pero luego empezó a llegar una nueva generación de autores con el gekiga (los mangas más adultos), y él dijo ‘soy capaz de hacer eso también’”, cuenta el agente, quien destaca “Ayako” y “Adolf” como obras cumbre del historietista japonés. La primera es un drama sobre violencia doméstica, la segunda un thriller político de la Segunda Guerra Mundial.
Tezuka ha dado la vuelta al mundo con sus animes, pero no siempre ha sido una apuesta segura. En el 2009 hubo una película estadounidense de “Astroboy”, la cual fracasó. Toutlemonde atribuye esto a que una historia como esa se ajusta mejor a una serie, donde hay más tiempo para desarrollar la historia. Pero la vida continuó: en 2019 llegó con éxito al anime “Dororo”, manga de acción de Tezuka, mientras que este 2023 se estrena “Pluto”, basado en el manga de Naoki Urasawa y Takashi Nagasaki, una versión de “Astroboy” con alma de thriller. Nada mal para el legado de un hombre que solo necesitó papel y tinta para ser feliz.
Así que quieres ser mangaka en Japón…
Hay muchas personas en Latinoamérica, y en Perú, que tienen el sueño de ir a Japón y hacer manga. Hay dibujantes europeos que lo han conseguido, como Kenny Ruiz bajo la batuta de Toutlemond en su rol de editor. Le preguntamos al entrevistado qué necesita alguien de esta parte del continente para “hacerla” en la tierra de Gokú y Luffy.
“Más que estudiar japonés, es estudiar manga. Lo que falta no es energía —yo siento una energía enorme en las nuevas generaciones para dibujar manga, lo hacen con mucho amor y pasión— y realmente siento mucho más esfuerzo y voluntad en jóvenes artistas de Sudamérica o Asia que de Europa actualmente. Así que veo un futuro con autores del mundo entero trabajando en la industria del manga. Pero para llegar a esto se necesita una comprensión total de la cultura manga, pero más que eso de la técnica mangal, de los códigos narrativos del manga, de la gramática. No solo tener un lápiz manga [estilo de dibujo]. Por ejemplo, entender la narración es fundamental, el cómo se hace un storyboard [boceto]. Cuando lo lees, ¿Qué te da el manga como información? ¿Cuál es el ritmo? ¿Cuánta información hay en un capítulo? ¿Cómo el autor te ha hecho entrar a su historia? ¿Qué relación tienes [como lector] con el personaje principal? ¿En qué momento el protagonista aparece y cuál es su importancia dentro de la historia?”
Arriba: Arte de Kenny Ruiz, autor español que publica en Japón.
“Todo esto, para el lector, es inconsciente, pero el que quiere ser un mangaka debe entenderlo conscientemente. Cada cosa que lees la tienes que entender: el qué quería darte el autor en esta página, en este capítulo, en este tomo. Este conocimiento ya la puedes aplicar a tu propio manga y no cerrarte en “he dibujado algo, mis amigos me dicen que es genial y quizá tenga suerte [en Japón]”; en cambio pensar “he entendido lo que pasa en mi manga favorito, yo hago esto. ¿Cuál es la diferencia?” Con este proceso técnico se mejora poco a poco. Hay un camino para ir hasta el manga profesional por editoriales japonesas o extranjeras que hacen manga fuera de Japón, en Europa o América. Pero hay que llegar a Japón con una calidad al nivel de los japoneses, sino no vale la pena. Crear manga cuesta mucho dinero a una editorial. Entonces, si la calidad no es igual [a la de Japón], la edita va a publicar manga japonés. Para una editorial, hacer manga es un esfuerzo enorme, pero también un compromiso. Para esto hay que tener la seguridad de que la calidad es la mismo que la japonesa. No hay otra opción que enfrentarse a las editoriales. Mi consejo es ir con mucha voluntad y energía y tener esta fuerza de enfrentarse a un editor extranjero. También pueden escribir directamente a las editoriales japonesas en inglés o español. La idea es que ahora, con los sistemas de traducción automática como DeepL se puede escribir un mensaje en español, traducir y mandar este mensaje”.
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