Natalia Iguiñiz (artista plástica)
Al inicio fue muy duro: la ansiedad del contagio, los protocolos de limpieza, el colegio en casa, dos adolescentes 24/7 sin respiro, reinventar la docencia de arte a distancia y sin materiales. Todo en medio de una larga recuperación médica y ninguna mención o apoyo de las autoridades del trabajo esencial de cuidados multiplicado. Felizmente existen la rabia, las amigas y los feminismos… poco a poco nos organizamos en el barrio para hacer pedidos conjuntos de víveres, empezamos a compartir y politizar los malestares, robar salidas al parque y al mar, reconocer los privilegios y dimensionar el nivel de la tragedia que se vive en un país tan desigual. Los compromisos adquiridos de exposiciones y conversaciones me ayudaron a retomar y vincular el contexto a lo que venía trabajando, el apoyo incondicional de mi galerista, lxs colegas y la familia me dieron fuerza para salir a la calle enmascarada y entre una ola y otra exponer en presencial... eso me devolvió la convicción de trabajar desde lo que hay y también que hay mucho que cambiar.
Giovanna Pollarolo (escritora y guionista)
Como mamá, la pandemia me ha afectado al revés. Mis hijos se han querido convertir en padres. De pronto, me empezaron a decir: no salgas, pide delivery, qué necesitas comprar, nosotros te traemos. Pero si estoy bien, soy una persona sana, entreno diariamente, no necesito ayuda, aprendí a usar el zoom, etc., etc. No, no. Tienes que cuidarte, edad de riesgo, vulnerable. Y yo no me había dado cuenta, hasta antes de la pandemia, que estaba en el rango de “adulto mayor”.
Olinda Silvano (artista)
Como madre de un varón y cuatro mujeres, he seguido luchando y haciendo arte como terapia para no tener miedo, porque el arte es sanación. Con el COVID-19 dejaron de venir los turistas a la comunidad y tampoco hemos podido salir a vender a las calles. Entonces hemos hecho mascarillas, bordado bolsos, sacos de vestir, todo lo que podemos, porque la necesidad es grande. La tecnología también ha sido un choque, desde dar talleres por Zoom hasta que mis hijas sigan estudiando. Pero lo hemos sacado adelante y a la vez seguimos incentivando a nuestras niñas en el arte. En eso nos hemos unido.
Attilia Boschetti (actriz)
Tengo la suerte de adaptarme con cierta facilidad a los hechos de la vida. Me ocupo de ellos más que pre-ocuparme, ya que cualquiera que fueran, me permiten profundizar mi mirada, y los agradezco. Mis cuatro hijos son adultos. Cada uno en su propio andar, comparten conmigo su visión del mundo, sentires y aspiraciones. Nuestra recíproca comunicación es otro regalo y siento que si yo fui una guía para ellos, ahora ellos lo son para mí. La distancia a la que nos obliga la pandemia no fue ni es obstáculo para mantenernos unidos. Todo lo contrario.
Grecia Cáceres (escritora)
Madre que escribe y piensa en tiempos de pandemia.
Estamos lejos del cuarto propio y del salario para impulsar a las mujeres a escribir. Estamos frente a la exacerbación de la vida de familia, a la encerrona sanitaria con los de su misma sangre. Si la vida literaria se basa en la soledad y el silencio, no fue tiempo propicio. Como yo siempre he trabajado en el bullicio y protegiendo el poco tiempo de concentración, la pandemia no me afectó tanto. Por el contrario, terminé antes de tiempo el manuscrito de mi próxima novela. Sin el encierro, con las obligaciones sociales y las actividades en presencial, no hubiera podido. Recordaré esta época de pandemia como un momento familiar. Los hijos crecen rápido, el menor acaba de cumplir 13 años. Son los últimos años de casa llena. Vivir plenamente eso es muy importante para mi escritura, la alimenta, la azota, la purifica, la impulsa.
Sonia Cunliffe (artista y curadora)
La pandemia me llevó a una reflexión sobre mi postura como artista, y sobre qué puede hacer el arte dentro de la sociedad, con galerías y museos cerrados, y la distancia que ya de por sí existe. Entonces consideré importante sacar el arte a las paredes y abrazar al ciudadano de a pie. Mi familia me ha acompañado en este proceso entendiendo que cuando el arte y la cultura salen a las calles, generan el verdadero cambio que todos buscamos. Por otro lado, descubrí en mí una nueva pasión, la de escribir. He ocupado gran parte de la cuarentena a ello y ha sido una introspección maravillosa. Mi madre partió hace dos semanas y pasó conmigo la mayor parte del tiempo: ese ha sido el regalo que más atesoro de estos últimos meses. Sin pensarlo, ella me dio un tiempo largo para entrar en sus recuerdos y por ende en los míos, y culminar el ciclo con estos cuentos que son ella y soy yo.
Ximena Arroyo (actriz y gestora cultural)
Superado el shock de cerrar las puertas del teatro, nuestro espacio de encuentro con el otro, y de tener que quedarse en casa, se generó un reencuentro con las actividades del hogar. Tengo un hijo que ha cumplido 26 años hace poco y habíamos perdido cercanía, porque cada uno tiene sus cosas y se hacen adultos y se van. Pero con el encierro buscamos espacio para conversar, almorzar juntos, compartir. Y estas nuevas maneras nos hicieron darnos cuenta de hace cuánto no lo hacíamos de manera permanente. Yo misma he tenido tiempo para estar en mi casa, en mi cuarto, revisando libros, buscando documentos. En este mundo tan acelerado, la pandemia nos impuso detenernos. Y creo que ha sido aprovechado para revisar cómo estamos, dónde estamos, qué tenemos.
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