Cualquiera podría pensar que las editoriales son la razón de ser de los libros, pero, ¿qué sucede cuando un libro se convierte en el detonante de una casa editorial? Esa es otra historia. Y es que, precisamente un sello tan particular como el de Templanza debía tener un relato de fundación tan característico como su propio nombre.
“Todo el proyecto comenzó en plena pandemia, en el momento en que Fernando me trajo sus poemas para que pueda revisarlos, más como una mirada amiga, que editorial”, cuenta Alessandra. En ese momento, le preguntó al poeta si estaba dispuesto a embarcarse con ella para reencontrar e inmortalizar sus letras. Eran tiempos de encierro y distancia, por lo que sus primeras reuniones tuvieron lugar en una alameda en Barranco, de noche, cada uno a un extremo de una banca.
“Yo tenía una colección de poemas que había juntado desde hace muchos años, pero que no tenían un corpus, ni una forma que me satisficiera. Por eso acudí a Alessandra. Nos tomó aproximadamente un año tener el poemario listo, entre nuestras sesiones semanales virtuales que se convertían en una dinámica de revisión y conversación”, agrega Fernando. Sin prisa, pero sin pausa, los artistas se dedicaban a inspirarse mediante la lectura de poesía, en lo que borraban los versos que no realizaban aportes al libro.
Sin el libro de Fernando no hubiera existido la necesidad de iniciar con el sello editorial. Y es que, es únicamente a partir de este trabajo en equipo que Alessandra cayó en cuenta que veía a la poesía como un bien esencial, y el acto de publicar como un servicio. De hecho, la templanza –en lenguaje tarot–, se materializa a través de la imagen de una mujer que vierte agua de su pequeña jarra para contribuir a una jarra mayor. “Eso es lo que hace el poeta con los lectores, los nutre con sus palabras”, explica la directora editorial.
Debido a esta narrativa, todos los libros de Templanza mantendrán un diseño regido bajo los mismos estándares de estética diseñados por Arturo Higa, además de contar con las ilustraciones hechas por el artista Bruno Cafferata. Estas acciones también buscan rendir homenaje a las modestas colecciones de literatura de las décadas pasadas, en las que todos los libros compartían un mismo formato y diagramación, aunque con elementos gráficos particulares a cada volumen.
“Para nosotros es un lujo poder entregarnos a cada poema, sin apurarnos. Arturo siempre me recuerda que los libros son eternos, ¿no? Una vez impresos, nadie los cambia. Entonces, es importante que podamos ayudar a que cada poemario llegue a su plenitud, cosa que hemos logrado con “El Color de la Amatista”, por lo que estoy súper orgullosa”, expresa.
Es por tal razón que Alessandra ha tomado la decisión de solo presentar dos libros por año, garantizando así la calidad de las obras que publican. De esta manera, podrán continuar con su riguroso proceso de selección de palabras, en el que se valora tanto la originalidad y el estilo poético del autor como la calidad técnica de los versos. La directora espera que este debut editorial junto a Fernando González-Olaechea sirva como anzuelo para que otros y otras poetas se animen a trabajar junto a Templanza.
Lugar: Librería El Virrey
Ubicación: Calle Bolognesi 510, Miraflores.
Fecha: 22 de febrero.
Hora: 7:00 p.m.
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