Madrid (EFE)
El escritor Santiago Roncagliolo recrea en su novela “La pena máxima” algunos de los crímenes de las dictaduras latinoamericanas de los setenta, un “pasado violento”, asegura, que se ha “investigado bastante mejor” que en España, que “trata de ocultar”, dice, lo sucedido en la Guerra Civil y la posguerra.“América Latina está mucho más avanzada que España en la investigación de su pasado reciente. Argentina, Chile y Perú, con sus más y sus menos, han encarcelado a torturadores e incluso a algún presidente”, afirma el escritor peruano en una entrevista con Efe con motivo de la publicación de su nueva novela.EL REGRESO DE CHACALTANA“La pena máxima” supone el regreso literario de Roncagliolo (Lima, 1975) al Perú y, también, el regreso de un personaje muy querido por los lectores: el fiscal Félix Chacaltana, protagonista de “Abril rojo”, galardonada en 2006 con el Premio Alfaguara de Novela.En este libro, Chacaltana es muy joven y ejerce tan solo como asistente de archivo, un cargo que le entusiasma porque lo que más le gusta en este mundo es que todos los documentos y denuncias estén en su lugar correspondiente.
“Nada le hacía más feliz que la prosa elegante de un oficio legal”, escribe Roncagliolo en “La pena máxima”, que tiene como telón de fondo el Mundial de fútbol de Argentina de 1978, un momento excelente para que pasaran inadvertidos los crímenes y delitos que se cometieron al amparo de la Operación Cóndor, en la que participaron varios países latinoamericanos, entre ellos Perú.Los delitos de esa operación afectaron muy de cerca a los padres de Roncagliolo, que “eran activistas de izquierda y conocieron a mucha gente que desapareció y que murieron en Chile y en Argentina”.“Yo me llamo Santiago en homenaje a Santiago de Chile que, dos años antes de nacer yo, había caído bajo la dictadura de Pinochet”, comenta el escritor, que desea que su nueva novela sirva de “recordatorio del horror de lo que pasó en el Cono Sur”.Poco antes del Mundial de Fútbol, “Argentina le pidió al Perú permiso para entrar a sacar a sus perseguidos de este país”, dice.“Hubo argentinos disparando a otros argentinos por las calles de Lima, argentinos torturando a ciudadanos de su país en instalaciones militares peruanas y autoridades peruanas entregando a argentinos en la frontera con Bolivia, donde nunca más se supo de ellos”, añade.Al autor de “Pudor” y “Memorias de una dama” le interesan “mucho los claroscuros morales” y de ahí su empeño en esclarecer el papel que jugó Perú en la Operación Cóndor.“Es verdad que la dictadura peruana no fue tan masivamente criminal como las del Cono Sur, pero cuando tu vecino es un asesino y tú no haces nada, terminas por ser cómplice. Y Perú fue cómplice de cooperación con la dictadura argentina en casos de desapariciones, torturas y secuestros”, subraya.“ESPAÑA DA UNA IMAGEN MUY TRISTE”Roncagliolo reside en España desde hace catorce años y asegura que le “impresiona mucho que todavía haya gente que no sepa dónde están los cadáveres de sus padres o abuelos”, asesinados en la Guerra Civil o en los primeros años de la dictadura franquista.“No entiendo la resistencia de España y me parece que da una imagen muy triste, porque España siempre fue ejemplar para nosotros. La Transición fue un ejemplo de cómo pasar a la democracia con un acuerdo razonable, y ahora es un ejemplo de lo contrario, al menos en lo que respecta a la mirada sobre tu pasado y sobre los crímenes que se han cometido”, señala.En el libro, Roncagliolo también se hace eco del robo de bebes durante las dictaduras latinoamericanas.“Eso para mí da la medida de lo más enfermo que puede llegar a ser un régimen. Robar a los hijos para dárselos a otros es una muestra de que un sistema enfermo produce gente enferma”, asegura.Roncagliolo rinde homenaje en esta novela a los cronistas de partidos de fútbol. “Son los mejores narradores, especialmente los de radio. Te tienen que hacer vibrar con una cosa que no estás viendo”.Para escribir la novela, se ha visto “todos los partidos de aquel mundial, incluso el que ganó Argentina a Perú por 6-0”. “Eso demuestra mi rigor como investigador”, asegura.