A principios de septiembre de 1958, el agente del servicio secreto holandés Joop van der Wilden llevó a su casa el más reciente arma de la CIA contra la Unión Soviética... en un pequeño paquete de papel marrón.
“Yo también había trabajado en inteligencia, así que sabía que había algo muy importante que él tenía que recoger y entregar”, le cuenta a la BBC su viuda, Rachel van der Wilden.
No se trataba de una compleja nueva pieza de tecnología militar, sino de un libro: una copia de la primera edición en ruso de “Doctor Zhivago”, del poeta, novelista y traductor Boris Pasternak, cuya publicación en la Unión Soviética estaba prohibida.
“Fue emocionante. Uno se preguntaba qué iba a pasar, si funcionaría o no”, recuerda Van der Wilden, que para entonces ya había abandonado el servicio de inteligencia exterior británico, el MI6.
El libro formaba parte de una tirada de impresión clandestina que su marido había recolectado de mano de los editores para entregársela a la CIA.
El plan era repartir varios cientos de libros entre los visitantes soviéticos a la Exposición Universal e Internacional de Bruselas.
Pasternak había sido por mucho tiempo uno de los poetas y traductores literarios más importantes de Rusia y era razonable suponer que muchos estarían ansiosos de leer su única novela.
Se esperaba que algunos quisieran incluso llevarse el libro a casa y distribuirlo entre sus amigos y copiarlo y difundirlo a un grupo aún más amplio.
El espíritu de la novela
“Doctor Zhivago” cuenta la historia, en parte autobiográfica, de un médico ruso y poeta, Yuri Zhivago, durante las turbulentas décadas antes, durante y después de la Revolución de 1917.
El personaje ya está casado cuando se enamora de otra mujer, Lara -también casada, con un bolchevique comprometido- y la trama sigue el desarrollo de esa relación a medida que sus vidas se ven envueltas en los monumentales sucesos de la época.
Archivos de la CIA recientemente desclasificados y publicados en un nuevo libro -“El Zhivago Affaire: el Kremlin, la CIA y la batalla por un libro prohibido”- hablan del “gran valor propagandístico” de la novela, “su mensaje intrínseco” y “su naturaleza que invita a la reflexión”.
“Tenemos la oportunidad de hacer que los ciudadanos soviéticos cuestionen a su gobierno, al ver que una magnífica obra literaria escrita por el hombre reconocido como el más grande autor vivo ruso ni siquiera está disponible en su propio país”, dice uno de los memorandos desclasificados.
“Mensaje humanista de Pasternak -de que toda persona tiene derecho a una vida privada y merece respeto como ser humano, independientemente de la magnitud de su lealtad política o contribución al Estado- planteaba un desafío fundamental para la ética soviética de sacrificio del individuo en beneficio del sistema comunista”, afirma otro de los documentos.
“Creo que a lo que los soviéticos objetaron más fue al espíritu de la novela”, opina, en conversación con la BBC, Peter Finn, del diario The Washington Post y coautor de “El Zhivago Affaire”.
“Pensaban que estaba en contra de la revolución, que retrataba al Estado soviético en una luz muy negativa y que sencillamente era inaceptable”, afirma Finn.
De Moscú a Italia
Sabiendo que su novela nunca sería publicada en la URSS, Pasternak le entregó en 1956 manuscritos mecanografiados a un número de extranjeros, entre ellos los comunistas italianos Sergio D'Angelo, quien trabajaba en Moscú como periodista y agente literario.
D'Angelo escribió en su libro “El caso Pasternak” sobre el día de mayo de 1956 en que fue a conocer al autor de 66 años en su casa de campo en Peredelkino, una colonia de escritores en las afueras de Moscú.
“Pasternak está en el jardín cercado, vestido con una chaqueta y pantalones de paño casero, tal vez con la intención de podar de una planta.
Cuando se da cuenta de que llegamos, se acerca con una amplia sonrisa, abre de par en par la pequeña reja del jardín y extiende la mano. Su estrechón es agradable y firme“, relata.
Cuando le entregó a D'Angelo el manuscrito, Pasternak le dijo: “Ojalá que se abra camino en todo el mundo”. Y añadió, irónicamente: “Con la presente queda invitado a verme encarar al pelotón de fusilamiento”.
Una semana después, D'Angelo voló de Moscú a Berlín Oriental con el manuscrito -su equipaje no fue revisado- y se lo entregó personalmente a Giangiacomo Feltrinelli, uno de los editores más importantes de la época, quien firmó un contrato con Pasternak.
Feltrinelli desobedeció las órdenes de las autoridades soviéticas y del Partido Comunista Italiano en que militaba de no publicar Doctor Zhivago, que apareció en Italia en noviembre de 1957.
Zhivago en pedazos
Los archivos de la CIA revelan que el MI6 también había logrado obtener una copia del manuscrito -aunque no está claro cómo- y se lo había entregado a la CIA.
La agencia estadounidense organizó todo para que se imprimiera una versión en ruso en La Haya a través de un editor con experiencia en libros en lengua rusa.
“No querían que tuviera ningún vínculo obvio con Estados Unidos por lo que optaron porque fuera impreso en otro país”, señala Rachel Van der Wilden, quien subraya que ella no tomó parte en la operación.
Piensa que su esposo fue elegido porque tenía vínculos con la gente de la editorial, con la que había participado en la resistencia holandesa a la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial.
Emigrados rusos les entregaron los libros a los varios miles de visitantes soviéticos que acudieron Exposición Universal e Internacional de Bruselas en un apartado separado por cortinas que estaba en el pabellón del Vaticano.
“Poco después, en el piso del recinto ferial se veían muchas cubiertas de lino azul del libro, pues algunos de quienes recibieron la novela le quitaban la tapa y la dividían en grupos de páginas para poder esconderla en sus bolsillos”, cuenta “El Zhivago Affaire”.
Editorial falsa
Noticias de la operación le llegaron a Pasternak, quien le escribió a un amigo en París: “¿Es verdad que el original de ”Doctor Zhivago“ apareció? Parece que los visitantes de la exposición en Bruselas lo vieron”.
Petra Couvee, quien escribió “El Zhivago Affaire” con Finn, dice que se sabe que un número desconocido de libros llegaron a Moscú.
“Encontramos una de las copias en la biblioteca estatal de Rusia. Fue interceptado por la aduana y aterrizó en la sección de las colecciones especiales, que eran los libros prohibidos”, cuenta.
Pero no todo el mundo estaba contento con la operación.
La compañía holandesa que publicó el libro no había obtenido permiso del titular de los derechos, Feltrinelli, que amenazó con demandar.
El escándalo podría haber expuesto la implicación de la CIA y se tuvo que llegar a un acuerdo.
Para evitar estos problemas en el futuro, la CIA decidió producir sus propios libros en idioma ruso, una versión en rústica en miniatura hecha en EE.UU. bajo el nombre de una casa editorial francesa falsa.
Copias de esta nueva tirada fueron entregadas a estudiantes soviéticos y de Europa del Este en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Viena de 1959, que fue patrocinado por las organizaciones comunistas.
Según parece, los “investigadores” soviéticos que acompañaban a los jóvenes de la URSS les dijeron: “Léanlo, pero en ningún caso se lo lleven a casa”.
El Nobel y el Oscar
El proyecto de “Doctor Zhivago” de la CIA fue parte de un esfuerzo más amplio de la agencia que buscaba introducir novelas prohibidas en los países del bloque del Este, incluyendo los libros de George Orwell, James Joyce, Vladimir Nabokov y Ernest Hemingway.
“Sabemos que pensaban que la literatura tendría efecto y que estaban dispuestos a invertir millones de dólares al año haciéndolo”, dice Finn.
“En el transcurso de la Guerra Fría se estima que unos 10 millones de estos libros y revistas circularon en todo el bloque Oriente”, añade.
Pasternak fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en octubre de 1958, pero forzado por las autoridades soviéticas a renunciar a él.
A pesar de que fue vilipendiado en la prensa soviética a partir de entonces, miles de personas acudieron a su funeral cuando murió de cáncer de pulmón, a la edad de 70 años, dos años más tarde.
“Doctor Zhivago” ha vendido millones de copias en todo el mundo, y en 1965 fue estrenada una versión en cine que fue galardonada con el Oscar.
No obstante, no fue publicado en la Unión Soviética hasta 1988, gracias a las reformas perestroika introducidas por Mijaíl Gorbachov. La URSS colapsó tres años después.