Durante décadas la bibliografía sobre los procesos electorales peruanos fue parca, intermitente e insatisfactoria. Recién en los ochenta aparecen libros con acercamientos parciales pero válidos que procuraban comprender, recurriendo a perspectivas modernas y data relevante, las circunstancias y resultados de las primeras elecciones celebradas en la democracia frustrada de aquellos años. Pienso en “¿Quién ganó?” (1981) de Rafael Roncagliolo y “Elecciones municipales: cifras y escenario político” (1983) de Fernando Tuesta Soldevilla. Tuesta, precisamente, es quien se ha dedicado con más constancia y alcance, tanto como autor y editor, a concretar la publicación de varios títulos que examinan los movimientos sísmicos del voto popular y sus fraudes, sorpresas, afectos y prejuicios a lo largo de la época republicana.
PARA SUSCRIPTORES: El asombroso episodio de los teléfonos automáticos en la Lima de 1930
“Elecciones y decepciones: historia de una democracia en construcción”, ensayo del experto en opinión pública Alfredo Torres (Lima, 1958), también pretende responder a estas cuestiones, de modo didáctico, con un lenguaje funcional y asequible. Quizá por eso la primera parte del libro, concerniente a nuestra historia electoral de los últimos cuarenta años, sufre de una plana ligereza que desilusiona viniendo de quien ha sido testigo privilegiado de toda elección y consulta desde 1984. Su enorme bagaje personal y profesional se extraña en esta sección, casi monográfica.
En cambio, la segunda mitad, un análisis pormenorizado de la conducta del votante peruano, el candidato ideal que desea escoger y su valoración de la democracia, sí recoge apuntes y conjeturas a considerar, especialmente dentro de esta nueva etapa electoral que recién está calentando motores y en la que prima el desconocimiento y la desconfianza hacia los postulantes en campaña. Partiendo de las transformaciones demográficas desde 1980 hasta hoy, Torres dibuja el panorama de un país que ha envejecido aceleradamente, sus avances en educación, calidad de vida e igualdad de género y los lastres de la informalidad y la desigualdad. Señala, además, otro problema que no se ha atendido lo suficiente: la subrepresentación de Lima en el parlamento (aunque quizá deba incidirse en uno más pernicioso, que es mantener a la capital como una hiperpoblada circunscripción cuyos congresistas representan a todos y a la vez no representan a nadie).
Cuando Torres indaga en el comportamiento del votante promedio logra sistematizar con eficiencia algunos de sus rasgos y bosquejar una imagen definida de él a través de criterios comunes que navegan entre la extraordinaria diversidad del cuerpo electoral. Esto no es nada sencillo, teniendo en cuenta que no solemos responder a los patrones de otras sociedades a la hora de elegir a quienes nos gobiernan. Nos marca nuestro rechazo a la institucionalidad –es decir, la militancia en los partidos políticos y el ejercicio de cargos públicos–, incluso si eso resiente la experiencia del candidato. Pero ello no significa, como tanto se ha sostenido, que el peruano entregue su voto sin mayor reflexión (el hecho de que muchos lo decidan el mismo día de los comicios no demuestra siempre desinterés, sino todo lo contrario). Torres asevera que “la ciudadanía espera que el candidato sea consciente de cuáles son sus principales preocupaciones y que tenga ideas y propuestas para solucionar esos problemas. Esas ideas fuerza pueden definir votos”.
“Torres indaga en la conducta del votante promedio y logra sistematizar con eficiencia algunos de sus rasgos”
Una de las mayores pre- ocupaciones de este volumen con respecto a la próxima elección general, es el ascenso de un nacionalismo de izquierda, xenófobo y extremista, encarnado en el etnocacerismo y grupos afines. Torres insiste en no subestimar esta amenaza, que “ya ha calado en el sector sur del país y puede seguir expandiéndose”, mediante la satanización de la diáspora venezolana, identificándola con la delincuencia en escalada. Ese es justamente uno de los temas que más inquieta a la población y moviliza millones de votos. Las elecciones pretéritas lo han demostrado hasta la saciedad. No sería ocioso poner en agenda el tema para los debates que se avecinan.
Desde su particular visión liberal y promercado, Alfredo Torres es cautamente optimista sobre lo que nos espera. Los retos son los mismos de hace doscientos años: resistirnos a los cantos de sirena del populismo y del autoritarismo y proseguir la lucha contra la corrupción y la inequidad. Nos recuerda, asimismo, que la promesa formulada por Basadre se mantiene pendiente: la de cumplir nuestro destino colectivo, viviendo libres.
LA FICHA:
Calificación: ★★★1/2.
Autor: Alfredo Torres.
Editorial: Planeta.
Año: 2021.
Páginas: 204.
Relación con el autor: ninguna.