Es capaz de recordar que a los 4 años quiso aprender piano. Su tía abuela le enseñó a buscar el do central, la tecla que ayuda a los estudiantes a encajar todas las demás notas de manera automática. El suyo era un instrumento golpeado por los años, cuyas teclas parecían “una dentadura descuidada”, escribe. Y con esa misma confianza en su memoria, Michelle Obama repasa su infancia y sus hitos: desde el siempre brillante Buick electra 225 de su padre, hasta el pollo frito que comía con su hermano en el asiento de atrás, mientras en el autocinema proyectaban “El planeta de los simios”.
Pero no se crea que “Becoming” (“Mi historia”), exitosísima memoria de la ex primera dama estadounidense, es una simple acumulación de anécdotas amables. Volvamos, por ejemplo, al piano de su infancia: en el primer recital de su escuela, una pequeña Michelle enfrenta esta vez un flamante piano de cola, de impecables y regulares teclas de marfil. Ella cuenta un detalle extraordinario: “Yo no estaba acostumbrada a la perfección”, escribe recordándose incapaz de colocar sus dedos sobre aquellas teclas perfectas, sin poder hallar el do central, tan desgastado y ubicable en el viejo teclado de su tía abuela.
Cada detalle, preciso y pulido, le sirve a Michelle Obama para iluminar el valor de la experiencia. No solo para encontrar sabiduría en lo vivido, sino también para construir en su discurso la imagen de una mujer luchadora, que mostró valor e iniciativa desde la escuela hasta las aulas de Derecho de Princeton y Harvard, universidades de élite a las que llegó desde las barriadas pobres del sur de Chicago. Sin duda, “Mi historia” es un libro donde, con sutileza y reflexión, Obama demuestra que antes, durante y después de la presidencia de Barack, ella siempre ha estado dispuesta a dar pelea. La historia del piano es un ejemplo: “Pasé toda mi infancia oyendo el sonido del esfuerzo”, recuerda ella al asociar la música que llegaba a su habitación en forma de golpeteo de las teclas con el que su tía abuela enseñaba a sus alumnos particulares las escalas de rigor. Una y otra vez, por años, esa imagen galvanizaría su voluntad.
—Una tradición literaria—“Soy una persona común que acabó embarcada en un viaje fuera de lo común”, afirma en su libro la ex primera dama mientras continúa su gira promocional de sus memorias, publicadas simultáneamente en 31 países. Con un récord de 1,4 millones de copias vendidas en su primera semana, “Mi historia” se ha convertido en la publicación más vendida del año en Estados Unidos, y ya hay una reimpresión anunciada de tres millones de ejemplares.
Si bien es cierto que en Estados Unidos existe la tradición centenaria de esperar, cada cierto tiempo, las biografías de sus presidentes y sus primeras damas, tradicionalmente las memorias de las cónyuges se han enfocado hacia el público femenino, con un formato más cercano al diario que a la autobiografía política. Siempre poco polémicas, eran textos donde se retrataba el día a día en la Casa Blanca, en los que el lector podía enterarse de cómo era vivir junto a uno de los hombres más poderosos del mundo.
Felizmente, este machismo autobiográfico ha ido cediendo su lugar a memorias de naturaleza más política, especialmente desde que Hillary Clinton publicó su libro “Historia viva”. Ahora, a lo largo de más de 500 páginas, Michelle Obama revela no solo aspectos desconocidos de la familia (como el uso de la fertilización in vitro para concebir a las hijas o la necesidad de terapia de pareja) o detalles poco difundidos de la carrera política de su esposo Barack, sino que la autora advierte las dificultades de una mujer afroamericana como ella para ubicarse en una posición tan visible para sus enemigos políticos. Para Michelle, habitar la Casa Blanca era vivir en una cárcel dorada, con una total falta de privacidad, donde a las mujeres se les impone roles de género completamente anacrónicos.
Ya quisiéramos que, en el Perú, las primeras damas asumieran la tradición literaria de sus pares norteamericanas. Exceptuando a Eliane Karp –sobre la cual pesa una orden de prisión preventiva–, autora de diversos libros sobre el derecho indígena, ninguna primera dama en el último medio siglo ha tenido intenciones de entregar algún manuscrito a la imprenta. Cierto es que Susana Higuchi escribió las amargas memorias de su paso por Palacio de Gobierno, pero ese original (titulado inicialmente, según la propia autora, “Cuentos chinos”) permanece secuestrado en los archivos familiares. Pero eso, como dice el lugar común, es otra historia.
Extractos del libroSobre ella misma:“He sido aupada como la mujer más poderosa del mundo y también apeada a la categoría de ‘mujer negra malhumorada’. A veces he sentido la tentación de preguntar a mis detractores qué parte de la frase les molestaba más: ¿‘Malhumorada’, ‘negra’ o ‘mujer’?”.
Sobre Barack Obama:“Me encanta hablar con mi marido desde el otro lado de una mesa pequeña en un comedor con la luz tenue. Barack sabe escuchar, es paciente y atento. Adoro cómo inclina la cabeza hacia atrás cuando se ríe. Adoro la claridad de sus ojos, la bondad que lleva dentro”.
Sobre Donald Trump:“...los llamados ‘birthers’ habían intentado alimentar una teoría de la conspiración según la cual el certificado de nacimiento hawaiano de Barack era falso y en realidad él había nacido en Kenia. Trump estaba contribuyendo activamente a reavivar ese argumento [...] Donald Trump, con sus insinuaciones estridentes e irresponsables, estaba poniendo en peligro la seguridad de mi familia. Y eso nunca se lo perdonaría”.
MÁS INFORMACIÓN:Título: “Mi historia”Autor: Michelle Obama Editorial: Plaza y JanésPáginas: 526