ENRIQUE PLANAS
Cuando escribe, el dolor se va. Para la escritora Katya Adaui, se trata de un proceso eufórico. Confiesa que ha llegado a llorar sobre el papel al traer recuerdos profundos, pero también sabe que la escritura es un viaje de autodescubrimiento, y por eso lo enfrenta también con alegría. “Nunca sabré lo que entiendo”, su más reciente novela, es una constatación de esa actitud de autora. Se trata de una narración fragmentaria, siguiendo la libre asociación de ideas que la protagonista desarrolla mientras viaja en un tren hacia un destino impreciso. En la estación de partida ha dejado a su pareja, a su madre y toda una serie de recuerdos que la atenazan. Mientras que, al final del camino, la aguarda la ilusión por comprender su propia aventura.
“Somos animales narrativos. Cada vez que no podemos contar algo inventamos una historia”, dices en el libro. ¿No entender el mundo es lo que nos motiva a crear ficciones?La frase no es mía. Se la escuché a Jorge Eduardo Benavides en un taller de novela. Pero la suscribo: cuando no te acuerdas de algo, lo inventas a tu manera. Para mí, esa frase fue fundamental, fue una de las primeras cosas que puse en el libro. No sabía dónde me conduciría la historia, pero sentía que toda la novela se trataba de inventar una memoria.
Tu libro abre una ventana a un tema poco visitado: la imposibilidad de tener hijos y cómo la sociedad nos empuja a ejercer el rol de ser padres...Para romper con mi temática, en este libro no quería tener la figura de la madre muy presente. Pero me di cuenta de que la madre de la protagonista, al no poder tener hijos, sería quien más la iba a torturar. Es curioso cómo lo familiar, que supuestamente debería protegerte, acaba convirtiéndose en una pesadilla. Es como si te dijera: “Yo pude tener hijos, ¿por qué tú no?”. Sin embargo, creo que este no es un libro sobre la infertilidad, sino más bien sobre la incapacidad de crear. La protagonista es una persona muy creativa y se da cuenta de que si en su relación sigue imponiéndose la rutina, puede llegar a aburrir.
¿Tú has sentido esas presiones?No tanto. Siendo hija menor, más presiones de mi madre recibió mi hermana mayor. Por eso me he sentido muy libre de imaginar.
La confabulación madre-suegra puede ser terrible para una joven pareja...Una tortura. Se inmiscuyen en tu vida como los hongos en el ropero. Te hacen estornudar pero no los ves: la humedad lo cubre todo.