Venden libros por miles, el ‘establishment’ cultural los engríe y son los invitados estrella en las ferias de libro. Y, sin embargo, la calidad de la producción literaria de los “poetas pop tardoadolescentes”, como los llama Martín Rodríguez-Gaona, resulta vana: pura espectacularidad y demagogia en vez de profundidad y arte verbal. “Pornografía emocional”, llama a estos textos el poeta peruano radicado en España, cuyo libro “La Lira de las masas”, reconocido con el X Premio Málaga de Ensayo, ha encendido la pradera. Su denuncia es grave: hoy en día, la poesía de los nativos digitales significa un cambio de paradigma. Ahora, la calidad pasa a segundo plano, cediendo su lugar a la popularidad.
— Como todo lo que tocan las redes sociales, la forma en que entendemos la poesía se ha transformado. ¿Debemos preocuparnos?“La lira de las masas” es un libro que continua la investigación de un anterior ensayo, titulado “Mejorando lo presente, poesía española última” (2010), donde abordé la poesía de la primera generación de inmigrantes digitales. Allí estaban Vicente Luis Mora, Manuel Vilas o Agustín Fernández Mallo. Allí, investigaba cómo Internet iba influyendo en los nuevos lenguajes y en la socialización de la poesía. Sin embargo, lo realmente importante está sucediendo con los nativos digitales, los más jóvenes. Dejé de lado a la anterior generación, y empecé a analizar la poesía de la gente nacida en los ochenta y noventa. Es otro rollo. Para mí, es evidente que esto trasciende lo meramente literario. El objeto fundamental del estudio es como Internet va condicionando nuevas formas de lenguaje y nuevas sensibilidades desde la poesía. Pero en realidad, una de las conclusiones es que daría lo mismo que fuera la poesía o el modelaje: lo que ha generado Internet es muy parecido. El riesgo de la estandarización, de que todo sea copado por lo corporativo, la dependencia de las grandes casas editoriales.
— ¿Cómo hablar de la poesía actual sin caer en el argumento conservador de que todo tiempo pasado fue mejor?Hoy hay mucha gente que escribe poesía. Muchos pasan sus horas leyendo, intentando escribir y no haciéndose ‘selfies’ ni subiendo poemas cada cinco minutos en las redes. Hubo un tiempo en que Internet ofrecía la posibilidad de crear redes extendidas, de democratización del conocimiento. Pero ese momento ha quedado atrás. Internet se ha convertido, fundamentalmente, en un Big Data y la interpretación que están haciendo las editoriales de estos datos es la más primaria. Si una chica guapa y desenfadada tiene 150 mil ‘likes’ en un video y una cuenta de Instagram con medio millón de seguidores, sabes que con ella vas a vender libros.
— ¿Y eso es peligroso?Mucho, porque deja de lado a los mayores, a quienes no cuentan con una experiencia electrónica, a quienes no hacen ese tipo de lenguaje autorepresentativo y sensacionalista. Vivimos un malestar, un estupor, al advertir que se está vendiendo como poesía productos editoriales que han desplazado a todos. Ya no es una discusión sobre poesía comunicacional, poesía del silencio, poesía metafísica o poesía social. Ahora todo eso es paraliterario. Ya no importa que tengas una propuestas coherente, lo que importa es que tu cara se vea lo más posible.
— ¿Hay responsables de ese malestar?La gente no entiende cómo demonios alguien como Elvira Sastre termina ganando el premio Biblioteca Breve. Una de las razones para entenderlo es que los editores son cada vez menos literarios y más mercaderes. — ¿Cómo ha cambiado Internet nuestra forma de escribir poesía?Internet es una ruptura de los órdenes simbólicos, es el lenguaje balbuceante, íntimo, visceral, emotivo. Internet es la oralidad electrónica. Y sobre todo en los jóvenes, lo que ha hecho Internet es erosionar la memoria y perder capacidad para el pensamiento abstracto. Las redes son como un bar: al que grita más es a quien se le escucha. Eso ha ido conformando la sensibilidad de estos chicos, que salieron al Internet cuando tenían doce años. La sumatoria de ello está en contra del modelo tradicional de lectura, concentrado, privado y silencioso. Si a los poetas de la generación previa se les ocurría un verso, lo apuntaban, lo revisaban días después y veían si podían desarrollarlo. Ahora, a la gente que se le ocurre un verso lo lanza en Instagram acompañado de una buena foto y ya está. Y tendrá repercusión en sus comunidades virtuales, siempre organizadas en torno de quien grita más, al mas guapo o guapa, al mejor relacionado. Lo que se está haciendo ahora es populismo, poesía masificada, un experimentalismo sin afán de ruptura. Como se ha perdido el referente de lo literario, solo les queda la actitud. Tienen la espontaneidad del cuaderno escolar.
— Acabas de publicar una antología de poetas nativos digitales. ¿Eso significa que no todo está perdido?Se puede buscar la buena poesía rastreando, atando cabos, yendo a las librerías, asistiendo a recitales, pero todo eso es rudimentario. Los buenos poetas no solo son minoritarios, sino que se sienten defraudados porque no tienen ningún tipo de retribución, ni simbólica ni material. ¡Hoy, a un Vallejo millenial le tirarían el Trilce por la cabeza! Tendría algunos seguidores, pero no suficientes como los que tiene Elvira Sastre para vender setenta mil ejemplares.
— ¿Crees que este fenómeno que se da en la poesía española puede afectar de alguna manera a la creación local?Sí, por varios motivos. El primero tiene que ver con la emulación, la gente sigue lo que esta de moda. Ahora, si también los editores peruanos, por afán lucrativo empiezan a seguir esa tendencia, si la Cámara del peruana del Libro les ofrece los espacios, sin duda generará un malestar. Tenemos la sensación de que la poesía, como en el cuento de Cortázar, es una casa tomada, dejando a los demás sin espacio donde publicar ni espacios institucionales donde los reseñen. La poesía es un patrimonio cultural. Si lo corporativo se come a la poesía y la convierte en parte del ‘mainstream’, similar a lo que sucede con el pop musical, se acabó nuestra idea de cultura. Es como dejar que Monsanto entre a nuestra agricultura. Por eso es mi vehemencia.Título: “La lira de las masas”.Autor: Martín Rodríguez Gaona Editorial: Páginas de EspumaPáginas: 212