“Precoz”
Autora: Ariana Harwicz.
Páginas : 56.
Editorial: Animal de Invierno.
La protagonista de esta novela breve y absorbente es una mujer que, al menos por la voz que exhibe, da la impresión de estar al límite del desquiciamiento. Su lenguaje es de una belleza cruda, en ciertos tramos desarticulada, y de un ritmo que no deja respiración.
La contraparte de esa voz narrativa es el hijo de la mujer, una figura que indirectamente vemos crecer, desarrollarse ante el mundo con sus virtudes y horrores (sobre todo con sus horrores). En esa relación madre-hijo es que la autora manifiesta su gusto por escarbar en la herida. Lo hace sin tapujos, explorando rincones oscuros y perturbadores, donde la violencia, el morbo o la crueldad sirven como estímulos para impulsar la historia hacia un desenlace que no conocemos, pero intuimos fatal.
Pocas escritoras contemporáneas como Harwicz se atreven a abismarse hacia esos precipicios incómodos de la condición humana. Y no gratuitamente, sino con la destreza suficiente para literaturizar lo que otros prefieren silenciar. El sello peruano Animal de Invierno, que ya había publicado sus novelas “La débil mental” y “Matate amor”, cierra con esta reedición una notable trilogía. “Precoz” está en preventa toda esta semana, a través de las redes sociales de la editorial, y se presentará en la Feria del Libro de Lima.
“A cuarentenas aprendí”
Autor: Félix Lossio Chávez.
Páginas : 98.
A todos nos ha pasado: de pronto nos asalta el recuerdo de algún episodio ocurrido en ese periodo confuso y de duración relativa que fue la cuarentena pandémica. Alguna anécdota curiosa y hasta ridícula, como el primer ensayo-error en el Zoom o la semana en que hombres y mujeres se tuvieron que turnar para salir a la calle. Parecen memorias de una época muy lejana, pese a que aún no salimos completamente de ella.
Félix Lossio Chávez recopila muchos de esos momentos mediante el arte de la décima. Y su ejercicio funciona. Porque la oralidad y el carácter jocoso del género confieren a estas experiencias un halo especial, el de una vida cotidiana que de pronto rompió su cauce habitual, nos agarró con la guardia baja, y nos hizo buscar con ingenio respuestas al miedo y la incertidumbre.
Asumiendo la escritura como un juego –con reglas pero también chances de arriesgar–, Lossio redondea un completo testimonio de estos dos últimos años extraordinarios para el mundo, pero especialmente críticos para el Perú. Desde el luto con cifras record y la inestabilidad política, hasta los gestos mínimos de resistencia, esperanza y solidaridad. Como él escribe: “Yo te las doy convencido,/ para recordar lo vivido,/ y quizá cuando las leas,/dirás: ‘esto fue de veras,/ y lo he sobrevivido’”.
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