Su pensamiento moderno y progresista para la época la convirtió, a largo plazo, en una de las mujeres peruanas más importantes para el país del siglo XX. Esto, considerando además las restricciones de aquellos años respecto a lo que las damas podían o no podían hacer.
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Miguelina Acosta Cárdenas fue pionera en casi todo lo que hizo en su vida. Además de ser la primera abogada en ejercer su carrera, también fue la primera perseguida política femenina, la primera en organizar una marcha de mujeres y la primera en tener su propio estudio de abogados.
Nació el 23 de noviembre de 1887 en Yurimaguas, Loreto, en la selva peruana. Muy joven (entre los 12 y los 16 años) viajó a Europa con su madre, quien fue internada en un hospital donde recibió tratamiento psicoterapéutico.
Aprovechando esa estadía, Miguelina viaja a países como Alemania, Italia y Suiza. En este último, cursa sus estudios y termina la secundaria. Allí observa de cerca movimientos sociales como el sindicalismo.
Pese a ser un personaje bastante importante en la historia peruana, Miguelina Acosta no es alguien a quien se le conozca demasiado y es por esa misma razón que ciertos datos de esta feminista aún están por descubrirse.
Miguelina fue una de las pocas mujeres de la época en decidir estudiar abogacía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde tuvo problemas para ingresar porque sus estudios los cursó en Europa. Así lo dice Joaquín Vargas, su sobrino nieto, cuya madre fue criada por la misma Miguelina y con quien las hermanas de la abogada vivieron hasta fines de los ochenta.
“Ella al ingresar a San Marcos tuvo problemas, primero por ser mujer y segundo porque sus estudios los hizo en Europa y no en Perú. Tuvo dificultades para que la universidad la reconociera, incluso tuvo que hacer algunos cursos para revalidar. Cuando postula a San Marcos tuvo un problema en los ojos y queda ciega, pero esto tampoco la detuvo y siguió tratamientos, recobró la vista y pudo estudiar y graduarse como abogada”, indica Joaquín Vargas.
En tanto, Joel Rojas, filósofo y docente de la Escuela Nacional de Bellas Artes, encargado de la exposición de Dora Mayer, quien a partir de esta investigación se interesa por la historia de Miguelina, cuenta que ella, al hacer su tesis, sufre no solo de problemas de género, sino también por problemas internos.
“Tuvo problemas cuando escribió su tesis, incluso pensamientos suicidas y en la tesis lo menciona pero ya recuperada completamente. Sus tesis hablan de la mujer en esos años cuando ellas eran tuteladas por sus esposos. Sus tesis son sobre los derechos que las mujeres no tienen, defendía a la mujer para que pudiera hacer actividades a nivel jurídico”, explica Rojas.
Si bien Miguelina no fue la primera mujer en estudiar derecho, fue la primera en ejercer y poner un estudio de jurisprudencia. Es allí donde atiende casos para mujeres, cuestiones de divorcio, herencia, entre otros puntos de los que habla también en su tesis.
“Ella creía fundamentalmente que el papel de la mujer se veía resaltado por la educación. Por eso crea dos institutos para señoritas, donde ellas encontraran un papel y educación que les permitieran ser una parte activa de la sociedad”, indica Vargas Acosta.
Incluso crea una revista llamada “La Crítica”, junto a Dora Mayer, investigadora y periodista. En esta publicación tocan tres puntos: el indigenismo, el feminismo y el sindicalismo. Ambas se consideraban figuras antagónicas por sus pensamientos. Como a raíz de ello se generaba la discusión y se creaban nuevos conocimientos, deciden fundar este medio.
Joel Vargas explica que este “es un medio que pone las denuncias de las provincias, de los indígenas y temas sobre política. Miguelina tenía una pequeña columna sobre textos y diálogos sarcásticos de política, como una plataforma del feminismo y sindicalismo”.
Más adelante llega a participar en diferentes marchas, convoca el primer movimiento femenino para reclamar el alza de los precios de los productos y es encarcelada en tres ocasiones. Durante una de ellas hace una huelga de hambre. Lo datos no son claros pero deja libretas donde cuenta por lo que pasó en la cárcel.
Ella no solo era una política, abogada, feminista y sindicalista, sino también un excelente ser humano. Según cuenta Joaquín Vargas Acosta, su madre fue casi adoptada por Miguelina hasta su muerte, la llevaba a todos lados y fue a ella a quien le arrebataron de los brazos cuando la llevaron a la cárcel.
Una vez, cuenta Vargas Acosta, en medio de la sala, sobre la alfombra, encontraron a una mujer muy pobre con todas sus cosas. Cuando a Miguelina le preguntaron quién era, ella respondió: “Se incendió el corralón de al lado, la mujer no tenía dónde vivir y la traje a la casa”. Él afirma que ella hizo muchas veces cosas similares.
Miguelina tuvo una vida plena y luchó por los que más lo necesitaban. Fue una mujer fuera de su tiempo, con un pensamiento revolucionario, importante no solo para fortalecer los derechos de las mujeres, sino también los derechos de los trabajadores, entre otros. Ella colaboró con José Carlos Mariátegui en “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana”. Ella le describió la problemática de la selva para que él la pudiera analizar y escribir al respecto.
Pese a tener tan solo 45 años y un prometedor futuro, a Miguelina le realizan una mala extracción de una muela tras presentar un dolor en 1933. La herida no curó, se le infectó y esto la llevó a su lamentable muerte, dejando con ella toda una lucha por seguir.
MÁS INFORMACIÓN
- Miguelina Acosta forma parte de la exposición “21 intelectuales peruanos del siglo XX”, organizada por el Proyecto Especial Bicentenario. Puedes visitarla de forma virtual aquí.
- Conoce los perfiles de los peruanos ilustres que se publican cada miércoles en El Comercio, en la sección especial Las mujeres y hombres que construyeron la historia del siglo XX. La próxima entrega será el miércoles 28 de abril.
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