“Entre tú y yo/ No hay nada personal/ Es solo el corazón que desayuna/ Come y cena de tu amor”, escribió el maestro Armando Manzanero a mediados de los 90, en “Nada personal”. “Entre tú y yo/ No hay nada personal/ Y sin embargo duermo entre mis sábanas/ Soñando con tu olor”, decía él, y las palabras eran para Laura Elena Villa, con quien entonces solo lo unía una amistad. El vínculo, felizmente para ambos, se retomó unos años después, se casaron y se mantuvieron juntos hasta los últimos momentos. Fue su compañera, su amiga, su confidente y, por su puesto, su gran amor.
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Por estos días se prepara el espectáculo Tenores – Manzanero, producido por Mabela Martínez, que será un homenaje al cantautor y a sus temas, cuyos ingresos irán en beneficio de Filarmonía. A propósito de este tributo, Laura habla por primera vez con un medio peruano y nos cuenta cómo fue ser el amor del llamado “rey del romanticismo”.
—¿Qué significa para usted este homenaje a las canciones de Armando Manzanero?
Siempre es emocionante oír su música y es bello cuando la interpretan en otros lugares. Me siento muy contenta. El Perú, en especial, es de los países que mi marido amaba profundamente, donde tuvo grandes amigos, grandes intérpretes y para nosotros siempre es emocionante ir allá. Él disfrutaba enormemente cuando íbamos a trabajar. Nunca dejaba de pasear y de comer y disfrutar a sus amigos. Entonces, ahora que le hacen un homenaje con el show Tenores - Manzanero es muy emocionante para mí, es un orgullo y me da muchísimo gusto que lo hagan, lo agradezco de corazón.
—¿Qué cosas específicamente recuerda de sus viajes por el Perú?
Cuando yo era muy joven y el igual, se iba a presentar en Chile e hicimos escala en el Perú. Fue cuando me invitó a comer allí por primera vez. Me dijo: “Vas a comer un cebiche peruano que no lo vas a olvidar” (risas). Eso fue en 1995 o 96. Especialmente me llevaba a un restaurante que nos encantó, que para nosotros era un deber cada vez que visitábamos el Perú. No podía faltar ir a la Rosa Náutica, donde veíamos el mar, unas gaviotas preciosas, comimos cebiche, pulpo y varias cosas del mar, también luego con mis hijos, que él pensó que no íbamos a comer, pero todo era delicioso. El Perú siempre fue bello. Una Navidad decidimos pasarla por allá, nos fuimos a Machu Picchu, al Valle Sagrado y allá pasamos también Año Nuevo. Entonces, qué le puedo decir, tengo grandes recuerdos, grandes amigos, mucha nostalgia.
—Sé que ustedes se conocieron muchos años antes de enamorarse. ¿Cómo fue esa historia?
Ay, don Armando, don Armando… la verdad es que, inicialmente, nos conocimos en un aeropuerto. Le voy a contar que en esta pandemia escribió una canción que se llama “Te conocí en un aeropuerto” y exactamente así fue. Yo viajaba y él había ido a cantar a un evento de Miss México, le estoy hablando de 1994 o 95. Yo tenía 23 años, más o menos. Ahí nos conocimos. Él iba con Tania Libertad y de ahí nos hicimos grandes amigos. Me pidió el teléfono, de ahí me frecuentó. Inicialmente fuimos grandes amigos, nuestra relación se basó en mucha amistad, una amistad muy bonita, porque él me consentía, yo era muy joven. Con el tiempo nos fuimos queriendo mucho, tuvimos un romance pequeño, pero acordamos que no era el momento. Yo quería tener hijos, una vida de cero y él me dijo: “Te lo mereces. No te va a gustar cuando yo tenga nietos, si tú no tienes hijos”. Entonces, cada quien tomó su camino. De ahí vienen muchas canciones que me escribió. Y después de tiempo seguimos hablando, tuvimos amistad, nos quisimos mucho, nos veíamos, tomábamos café. Después de que ambos nos divorciamos recién nos juntamos. Vivimos años juntos con mis hijos y ya después en el 2014 nos casamos.
—Hay un vínculo entre ustedes y la canción “Contigo aprendí”, pero él también le compone varias canciones…
Contigo aprendí, para mí, era un himno, y siempre se la dedicaba yo a él. Le decía: “Estas son de las que yo te dedico a ti”. Luego él me empieza escribir “Nada personal”, “Por debajo de la mesa”, “Tal vez, quizás”, “Que sea un te amo”, “Hagamos el amor a la distancia”, “No existen límites” o “Dormir contigo”.
—Sé que la pregunta puede ser difícil, pero ¿Qué es lo que más recuerda o extraña de él?
Creo que lo maravilloso de él era el entusiasmo con el que vivió, la energía con que hacía todo, todo era con pasión, con mucho amor, todos los días para él eran maravillosos, eran únicos. Siempre había algo que hacer, algo bonito, aun en pandemia, nunca permitía la rutina. Armando Manzanero vivió feliz e intensamente hasta los últimos días, nunca dejó de escribir, todos los días tocaba el piano. Son tantas cosas bellas que nos deja. Fue una delicia, la verdad, porque nos enseñó todo el tiempo. Le encantaban las flores, los aromas, las velas. Todos los días eran especiales. Él me decía: “Todos los días es tu cumpleaños”. Llegaba con música, mariachis, traía flores o llegaba con una petanca enorme de plátanos (risas). Sí, traía unas ramas enormes y me decía: “Mira lo que te traje” (risas). Ese era Armando. Ese señor con mucha chispa, enamorado de la vida.
—Eso quiere decir que Armando Manzanero era un romántico en sus canciones y más allá de ellas…
Yo tengo un marido inmensamente amoroso, con un carácter fuerte, pero bonito. Usted sabe que cuando uno vive en familia, en pareja, hay cosas que no nos gustan, venimos de dos mundos totalmente diferentes, con edades diferentes, pero para nosotros siempre existía el dialogo, que fue algo maravilloso, y el amor. Todo lo arreglábamos, todo lo conversábamos. Si algo no le gustaba, él me decía: “Mamacita, no me parece correcto esto” y lo resolvíamos. Una vez que le conté que me iba de vacaciones con mi mamá. “Ah, qué bonito, qué lindo”, me dijo. Pasaron las horas y me dijo, con cariño: “Señora, no se equivoque, la administración cambió. Usted no va sola a ningún lado” (risas) No lo decía por machista, sino para protegernos. Me decía “No puedes manejar hasta tan lejos, es un México difícil, peligroso, no hay que exponerse, son dos mujeres solas. Espérame unos días y yo voy contigo”.
—¿Qué cualidad es la que más recuerda de su esposo?
Una parte de Armando, lo saben quienes vivieron con él, es que siempre quería enseñar. Desde comer bonito, vestirte mejor, sentirte mejor y nos lo decía siempre con mucho amor. Cuando nos quería enseñar algo tenía las palabras exactas. Siempre nos enseñó a todos, también a quiénes trabajaron con nosotros. Entraban siendo unas personas y terminaron siendo otras mejores. Él siempre enseñaba y daba oportunidades de crecer. Era un maestro de vida. Yo siempre le digo a mis hijos, para mí no era una persona normal, común y corriente, nunca fue así. Siempre quería enseñar, tenía aspiraciones, siempre parecía como si no tuviera mañana que vivir, buscaba todo el día qué hacer. Siempre andaba buscando cómo interpretar, cómo dar a conocer, les hablaba a sus amigos: “Te escribí esto”, con ganas de hacer música bonita, de escribir bonito. Es un mundo de cosas que nos dejó y que nos enseñó.
—En una entrevista, leí que después de su partida usted encontró unas cartas que él le dedicó…
Es muy difícil cuando sucede algo tan inesperado. Todos nos tenemos que ir, pero no sabemos qué tan pronto sea o de la forma que será. Todo fue muy rápido, muy pronto. Antes de viajar guardé todas las libretas suyas que encontré, sus lápices, sus sacapuntas, cosas muy personales. Cuando llegué a la casa y abrí la maleta, ¡Sorpresa! Encuentro unas cartas que tenían las siglas NDTA, que era como me llamaba: Negra De Toda mi Alma. Encontrar esa libreta fue muy bonito. Él escribió y empezó a hacer esas cartas en Japón, en un viaje al que yo no pude ir. Me dijo: “Me voy a llevar una foto tuya para dormir contigo”. Y ahí escribe esa canción “Para dormir contigo”. En el sobre de las cartas decía: 13 cartas para mi más grande amor, Laura Villa. Tania Libertad también me habló el 31 de diciembre, a los pocos días que el falleció, y me dijo que me tenía que dar algo que Armando había dejado para mí. Era un audio de unas 10 canciones que grabó a piano y voz y decía: “Laura, no soy muy de Santa Claus, pero me da mucho trabajo no pasar esta Navidad contigo”. Y eso lo había cantado quizás unos 10 años antes, por las mismas fechas. Esas canciones para mí son joyas, son regalos divinos.
—Qué maravilla. Es como si siguiera comunicándose con usted…
Sí, claro. Eso te hace revivir todo y me da mucho gusto, porque yo digo, finalmente, lo leímos, lo vivimos, todo lo que me dejó escrito no quedó guardado u olvidado. Se encontró y disfrutó. En el momento se lloró y ahora lo leo y lo veo ya con un poco más de serenidad y lo agradezco. Me acuerdo que el último 10 de mayo, 6 meses antes de irse, en pandemia, me hizo un pescado tikin-xic, un plato de aquí de Yucatán. Compró su pescado fresquito, lo hizo a las brasas. A él le encantaba la cocina. Y ese día les mandó flores a sus hijas, a sus nueras y a mí. Y me dijo: todos los años, esté yo o no esté, vas a recibir flores… Ay, don Armando… nos dejó con muchas cosas que añorar, con muchas ganas de seguir. Y es ahí donde “Nos hizo falta tiempo”, una canción que también escribió.
—¿Recuerda cuál era su rutina para componer?
Bueno, lo vi muchas veces. Él nunca dejó de escribir. Por ejemplo, en México, él dormía menos, se levantaba a las 5 a.m., se ponía un abrigo y se iba a una habitación que tenemos frente a la recámara y subía a tocar su piano e invariablemente escribía. Él era de escribir y poner música. Tenía su borrador, corregía, escribía y tocaba su música en el mismo momento. Muchas veces escribía la letra y la música, pero en otras ocasiones agarraba su hoja en donde fuera. No dejó de escribir ni en los aviones. Cuando regresábamos a casa, le ponía música. En la pandemia estuvimos 6 meses en la casa de la playa y pidió que llevaran su piano y escribió. Lo último que se grabó, que en algún momento se va a escuchar, lo escribió en la playa. Nunca dejó de hacerlo.
—Hay mucho que lo hace universal, sus letras, la gente que se enamoró con sus canciones. ¿Cómo lo ve usted?
Si, lo comparto. El aura de mi marido es internacional. Aparte, tiene de esas canciones que tocan el corazón, esas cosas de las que se enamora uno y que comparte con la persona que ama. Entonces, para mí es un súper orgullo, porque noto que aún ahora los chicos, los jóvenes, se cantan y se enamoran con sus canciones. Su lenguaje era muy claro, muy sutil y, a veces, erótico, pero con buen gusto. Siempre era delicado, con fineza. Su obra es inolvidable. Mi expectativa con este homenaje de Tenores-Manzanero es que la gente lo disfrute, que lo siga viviendo como si él estuviera aquí, que seguro donde está, estará feliz. Esta, de hecho, es una manera de que siga aquí, con nosotros.
Un homenaje en grande
“Para mí siempre fue un sueño homenajear, ya sea en vida o póstumamente, a Armando Manzanero, porque el mundo entero le debe mucho a este compositor, en especial el Perú”, nos dice Mabela Martínez, productora del show Tenores – Manzanero. “Él decía que el Perú era el amor de su vida. Por ejemplo, “Adoro”, es una canción que nace como vals, que se inspira en los maestros peruanos, en Chabuca Granda, Mario Cavagnaro, el Cholo Abanto Morales, etc. Ha cantado muchos valses criollos peruanos, le gustaba mucho la música peruana y ha creado una comunidad importante de personas que lo han seguido e interpretado”.
El show contará con las voces de los tres tenores y una orquesta de 20 músicos. De entre las más de 400 composiciones que, asegura Martínez, tiene Manzanero, se han elegido 22 temas. El director artístico será Carlos Galeano y contará con la participación del actor Alberick García, que interpretará el papel del fallecido artista mexicano y, entre canción y canción, nos guiará por anécdotas y pasajes de su vida. Como invitados especiales estarán Larissa Sánchez, Isabel Íñigo, Eduardo Papeo Avant y Stephanie Cayo –en su caso, solo la noche del 3-. En la percusión estará Gisella Giurfa y un destacado estudiante de música, Gyaltsen Coronado, debutará en los escenarios.
“Es importante que la música de los grandes compositores se mantenga, se reinterprete, se recree y se vuelva a cocinar con nuevas recetas o en su esencia pura”, dice Mabela Martínez. “Manzanero se debe mantener para siempre como los grandes compositores de todo el mundo, sobre todos, siendo uno de los grandes románticos del siglo 20 y 21. Uno que va a perdurar para siempre”.
Con las voces de: Juan Antonio de Dompablo, Jorge Pardo y Aldo Rodríguez
Lugar: Gran Teatro Nacional
Dirección: Av. Javier Prado Este 2225, San Borja
Fecha: martes 3 y miércoles 4 de mayo
Hora: 8.30 p.m.
Entradas: Joinnus https://www.joinnus.com/events/concerts/lima-tenores-manzanero-46694
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