1969 resultó un año particularmente agitado. Terminaba una década, pero se iniciaba, al mismo tiempo, una nueva era. Eran tiempos marcados por el hippismo, las marchas por los derechos civiles, la oposición estudiantil a Vietnam, la revolución sexual o la presencia más constante de la ciencia ficción en el cine, con la complicidad de la llegada del hombre a la luna aquel mismo año en el que la paz y el amor le cantaron al mundo desde Woodstock. Esa realidad rebelde e iconoclasta se vio reflejada en Easy Rider, emblemático filme que se estrenaba en los cines norteamericanos mientras el Concorde surcaba los cielos y rompía la barrera del sonido. Aquel mismo año, la familia Manson aterrorizó a Los Ángeles, Plaza Sésamo inició su largo reinado en el mundo infantil y Lyndon B. Johnson le heredó a Nixon un país en plena ebullición. El rock acompañaba la historia, calmaba los ánimos, les ponía banda sonora a las causas. Toda una generación demostró que podía ser hedonista y también protestar y exigir lo correcto. La creación era esperanza en un planeta que parecía querer extender su Guerra Fría.
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A varios kilómetros de allí, cruzando el Atlántico, el segundo día del mes de enero de aquel año que hasta ahora no detiene su influencia sociocultural, los cuatro chicos de Liverpool que habían alborotado Estados Unidos, transformando para siempre el devenir del pop y el rock en ese país hacía solo pocos años atrás, iniciaban el tortuoso camino que sería el proyecto Get Back.
En su origen, parecía tener una buena intención: volver a las raíces, a su esencia como músicos. “Quieren grabar un nuevo disco en condiciones de directo, sin ninguna de las técnicas habituales de estudio –sin efectos ni overdubs-. En dos palabras “una música sin trucos”, según los deseos de John”, se cuenta en el libro Todo sobre los Beatles, de Jean-Michel Guesdon y Philippe Margotin. Como parte de ese proyecto, contratan al director Michael Lindsay-Hogg, también responsable del Rock & Roll Circus, de los Rolling Stones, grabado pocas semanas antes, en diciembre de 1968.
Desde el primer día, él y su equipo estarán presentes en todos los ensayos del grupo en los estudios Twickenham, una situación que tuvo sus pros y sus contras: por un lado, fue una inmejorable oportunidad para retratar a una de las bandas más influyentes del mundo en sus días más difíciles; por otro, la misma presencia de las cámaras terminó influyendo en el resquebrajamiento de las relaciones del grupo.
De las más de 57 horas de material grabado en esos días, Lindsay-Hogg hizo una primera edición, que se convirtió en el legendario documental “Let it Be”, un filme que obtuvo un Oscar y un Grammy por su música y del que no ha habido aún una adecuada reedición en Blue Ray, suerte que sí han tenido otras películas del grupo.
¿Qué diferencia tiene con el nuevo material que está por estrenar Disney +? Principalmente, es un enfoque distinto. Las cintas con las 57 horas de filmación -y 140 horas de audio adicional- estuvieron guardadas en el edificio de Apple por décadas. Peter Jackson, el reconocido director de la saga de El señor de los anillos, ha revisado cada segundo y ha hecho su propio proceso de edición, lo que incluye una historia alternativa, una narrativa contraria, quizás, al carácter oscuro del material estrenado en 1970 y que, aunque incluye momentos memorables, retrataba al grupo en la ruta inevitable hacia su escisión. “The Beatles: Get Back”, que está dividido en 3 episodios que podrán verse en el servicio de streaming desde el 25, 26 y 27 de noviembre, tiene, además, una calidad visual restaurada, un audio más limpio, con una banda sonora más amplia y mejorada, e imágenes más cálidas y con mejor color.
Déjalo ser
Antes de decidir abrirle la puerta de su intimidad a Lindsay-Hogg, los Beatles barajaron otras opciones, como iniciar una nueva gira –a lo que se opusieron John y George-, presentarse en el antiguo anfiteatro romano de Leptis Magna, en Trípoli, en el RMS Queen Elizabeth, en un asilo de ancianos o hacer un especial de televisión, idea que Lindsay-Hogg transformó, con la aprobación de los Beatles, en una grabación permanente que documentara, paso a paso, cómo preparaban las canciones para su nuevo álbum y las que tocarían en vivo frente a un público en un lugar entonces aún incierto.
A pesar de que en los estudios Twickenham habían vivido momentos felices, cuando filmaron A Hard Day´s Night, los ánimos caldeados con los que habían concluido la grabación del Álbum Blanco –que tuvo lugar entre mayo y octubre del 68-, no parecían mejorar mucho. Habían pasado 5 años de la filmación de aquella exitosa película y parecía que hubieran sido mil. Las barbudas y peluconas estrellas de la música mundial que llegaron allí alrededor del mediodía del 2 de enero de 1969, no parecían ser los mismos jóvenes curiosos y llenos de expectativas y energía que fueron cuando aún el mop top definía su look.
Según “Las muchas vidas de John Lennon”, de Albert Goldman, el hombre de las gafas se apareció completamente drogado, con actitud de que todo le importaba nada y con Yoko Ono del brazo, lo que sería una constante a lo largo de las grabaciones, para fastidio del resto del grupo. John tocaba el piano, Yoko estaba a su lado; John cantaba, Yoko a sus pies; John estaba en la consola, ella se acomodaba ahí; John tomaba un café, ella también.
“George estaba tenso y enfadado porque tenía la sensación de que el grupo iba a dar un paso gigantesco, pero hacia atrás. Ringo se sentía deprimido porque Paul se las había hecho ver moradas el año anterior”, cuenta Goldman. “El único hombre que, en esencia, no había cambiado, era Paul, que llegó con media hora de retraso porque había intentado viajar en el transporte público, tanto para ahorrar dinero como para demostrar que seguía perteneciendo al pueblo”. A pesar de esta curiosa anécdota y de la tardanza inicial, Paul parecía ser el único con energía productiva y con ganas de que la cosa siga funcionando entre él y sus compañeros. Él fue quien propuso la gira que los demás rechazaron y los convenció de que sería buena idea filmar su proceso creativo y la ruta hacia el concierto que aún querían dar.
El largo y sinuoso camino
En 1968, esos cuatro hombres que hoy parecían distantes y hastiados habían fundado Apple Records, cuyas otras divisiones –editorial, fílmica o modas- les hacían perder todo el dinero que ganaban a través de la música. Mientras los negocios no iban muy bien, la magia también parecía extinguirse entre ellos. No tardaron mucho en sentir que Twickenham era un estudio muy frío, que no favorecía su creatividad. “Era espantoso estar en los estudios Twickenham siendo filmados constantemente. No se podía hacer música a las ocho de la mañana, o a las diez, o a la hora que fuera, con gente filmándonos y luces de colores”, confesó John tiempo después.
Solo el 6 de enero, tras apenas 4 días de iniciadas las grabaciones, tuvo lugar el más tenso incidente recordado entre Paul y George, mientras preparan el tema Two of Us. “De acuerdo, tocaré cualquier cosa que quieras que toque. O no tocaré nada si así lo prefieres. Haré lo que quieras…”, llegó a decirle a Paul el usualmente sereno George, exasperado y aburrido. De hecho, llegó a renunciar al grupo y sus compañeros tuvieron que convencerlo de volver. Lo hizo, pero acompañado del tremendo Billy Preston, extraordinario tecladista cuyo buen humor ayudó a bajar las tensiones que afectaban al grupo.
Ya no se trataba solo del desgaste propio de la convivencia o de la omnipresencia de Yoko o del despotismo de Paul al dirigir las sesiones o de los problemas de Lennon con las drogas o del aparente desinterés que mostraban casi todos con esas nuevas grabaciones, sino que también se sumaba la exigencia: si querían obtener un sonido limpio, naturalmente rockero y sin sofisticaciones, era imperativo lograr composiciones que se acercaran a la perfección e interpretaciones al mismo nivel. Tuvieron que repetir los temas, hora tras hora, hasta sentir que se acercaban a ese objetivo. “Si una canción no resultaba bien a la primera, tendrían que grabarla una y otra vez hasta lograrlo. Fue espantoso. Tuvimos que hacer una toma tras otra y otra y otra. Y John seguía preguntando si la toma 67 sería mejor que la toma 39″, contó el legendario productor George Martin sobre aquellos días en los que, incluso él, no tenía una labor definida.
Sin embargo, Peter Jackson ya ha adelantado que las coas no estaban tan mal como todos hemos pensado hasta hoy. A juzgar por el sneak peek y el tráiler difundidos, son muchos los momentos que emocionarán a los beatlemaníacos. La creación, la magia, la amistad, la camaradería, las bromas, las risas o la estrecha colaboración entre los cuatro Beatles podrán ser comprobados gracias a estas imágenes nunca antes vistas, desplegadas en los tres episodios que componen Get Back, que era, como dijimos, el nombre original del proyecto que empezaron a crear en el estudio aquel enero de 1969, pero que, finalmente, terminó convertido en el documental –estrenado cuando el grupo ya se había separado irremediablemente- y el álbum musical Let it Be, de los que ahora podremos ver otra versión.
A través del universo
“Hemos estado editando esta serie durante aproximadamente dos años y es la edición más larga que he hecho en mi carrera –confesó recientemente Peter Jackson a la versión británica de la revista GQ-. Quiero decir, normalmente editas una película, como El señor de los anillos, en unos tres o cuatro meses, pero esto ha durado dos años. Es algo muy complicado de cortar”. De hecho, en su edición, ya no parece que George y Paul están teniendo aquella histórica pelea antes mencionada. También comprobó que Paul y John seguían componiendo canciones y que Ringo siempre ponía la alegría y la chispa, mientras también crecía como compositor.
En un comunicado de prensa, McCartney dijo sobre Get Back: “Estoy muy feliz de que Peter haya profundizado en nuestros archivos para hacer una serie que muestre la verdad sobre la grabación de The Beatles juntos”. Por su parte, Starr declaró: “Hubo horas y horas de reír y tocar música, nada parecido a la película Let It Be que salió en 1970. Hubo mucha alegría y creo que Peter lo demostrará”.
Queda, como curiosidad, una frase que Paul lanza en el documental: “Va a ser algo increíblemente cómico si dentro de 50 años la gente dice que los Beatles se separaron porque Yoko se sentó en un amplificador”.
El punto apoteósico de este material es el concierto que llegaron a dar, para lo cual, por supuesto, no tuvieron que viajar hasta Trípoli: se subieron a la azotea de Apple Corps e hicieron historia con la última presentación que tuvieron como grupo un gélido jueves 30 de enero de 1969, alrededor del mediodía. Solo la policía londinense pudo acabar con aquel momento maravilloso en el que los Beatles, durante poco más de 40 minutos, volvieron a ser la banda superdotada que asombró a tantos. Parece una simbología caprichosa: después de estar en la cima del mundo, no tenían más lugar adónde ir.
Poco más de 50 años después, sin embargo, parece que siguieran tocando desde lo alto, pero esta vez no solo para los vecinos de Savile Row o Londres, sino para el mundo entero.
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