FRANCISCO MELGAR WONG
Luego de estrenar la canción “Midnight” como un adelanto de su próximo disco, Coldplay acaba de lanzar “Magic”, el primer single oficial del álbum. La nueva placa, titulada “Ghost Stories”, llega dos años y medio después de la anterior entrega de la banda: “Mylo Xyloto”.
A diferencia de las canciones que Coldplay entregó en “Mylo Xyloto” -edificadas sobre abigarrados arreglos de múltiples instrumentos- “Magic” es un ejercicio de desnudez y simplicidad que no termina de convencer.
La canción se inicia con una pista de batería electrónica y una línea de bajo muy similar a la usada por Lou Reed en “Walk on the Wild Side”. Luego, acompañado por la ocasional incursión de una guitarra y un teclado, Chris Martin se embarca en una edulcorada declaración de amor que dura –innecesariamente- cinco largos minutos.
El problema de esta sencilla y prolongada excursión romántica radica, principalmente, en una falta de detalle en la letra que no permite que la canción trascienda los típicos eslóganes que encontramos en las más cursis tarjetas para el día de los enamorados u otras fechas similares.
Sí. La falta de imágenes que funcionen, convenzan y capturen la imaginación del oyente es una de las causas del fracaso de esta canción.
Pero no es la única.
En distintos pasajes de “Magic”, Chris Martin se dedica a tararear sílabas sin contenido (“ooo uuu uuu ooo”) que buscan matizar el tiempo que transcurre entre estrofa y estrofa. Es justamente en estos momentos donde se hace patente la superficialidad que la canción ha venido ofreciendo hasta el momento.
Lou Reed, por ejemplo, puede enlazar las estrofas de “Walk on the Wild Side” tarareando sílabas como “doo doo doo doo” porque ha creado un escenario mental y sonoro en el que este fraseo cobra relevancia y sentido. Y esto no sucede en el caso de “Magic”, donde tanto la recurrencia constante a frases hechas y la falta de un contexto que le otorgue sentido a los sonidos terminan por llevar a la canción al frío pantano de la superficialidad musical.
Debo confesar que en el 2003, cuando escuché “Mylo Xyloto” por primera -y única- vez, pensé que la superposición de los múltiples y abigarrados arreglos instrumentales que Coldplay había usado en ese álbum no era sino una estrategia para ocultar que en el fondo no tenían nada que decir, y que si quitábamos todos esos adornos sería evidente que no había nada valioso detrás.
“Magic” me lo acaba de confirmar.
Puntuación: 2/5
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