De todas sus canciones, hay una que Luis Abanto Morales no puede dejar de cantar porque sus fans no se lo perdonarían: “Una vez me fui sin hacerla y me fueron a buscar a la calle, a traer de los pelos”, je,je,je, me cuenta con esa risita que es parte de “Cholo soy”, de su manera de encarar la vida y de nuestra historia musical revivida en estos días gracias a un remedón en “Yo soy”.
Luis Abanto Morales lleva tantos años de vigencia -¡arrancó a inicios de los años 40!- que nos acostumbramos a él como a una vieja institución nacional por encima de los géneros y las modas. No es un criollo típico ni un folclórico auténtico y, aunque ha compuesto parte de lo que canta, tampoco es un cantautor.Hay que oírlo apropiándose para siempre de “El provinciano”, el vals de Laureano Martínez que cantaron varios antes que él, pero cuando él lo hace, 'las locas ilusiones' son las suyas, las de quien lo oye y las de nadie más. Si ya te convenció con “El provinciano”, hay que seguirlo cuando empieza a flagelarse, serenísimo y con esos escasos movimientos de un estilo en el que todo parece fluir fácil, rendirse ante “Nunca podrán”: “Muchas cosas te están diciendo de mí/ pues lo que quieren es separarme de ti/ sé que te dicen que no soy libre/ que soy un malo, tengo un pasado/ me gusta el juego y la bebida”.
Le digo que “Nunca podrán” es mi favorito entre sus temas y que habría que homenajear a su autor Adalberto Oré Lara. “Era mi compadre, que en paz descanse, él me entregó ese tema y varios otros. Era policía y fue el verdadero 'carretita', a todos nos decía 'carretitas', pero fue Jorge Pérez quien se quedó con el apodo”.Luis Abanto Morales nació en Trujillo y vivió su infancia en Cajabamba (capital de la provincia homónima en Cajamarca) y llegó a Lima en 1936 sin gustos musicales definidos. Cuando empezó a cantar en radios y eventos y salió de gira, le entraba por igual a valses, polcas y boleros. Con tres amigos, fundó Los Mensajeros del Perú y partió al sur. En Chile y Argentina pulió su estilo y crio cierta fama. Mario Clavel le grabó su vals “Quiéreme” (paseando por el parque me fui/con una chiquilla gentil) y de vuelta en Lima, se casó con María Esther Colina.Las décadas que siguieron lo aproximaron al folclor andino, le hicieron reivindicar el apodo de 'Cholo' y sucumbió a algunos reveses de la fama farandulera. Según cuenta su biógrafo Peter Belafonte en “El cantor legendario” (Lima, 2003), una menor de edad lo acusó de haberla embarazado, él aceptó los cargos creyendo que podría negociar estando libre, pero fue preso durante unos meses. Sin embargo, una feliz secuela de ese caso lo aproximó a “Cholo soy”.
LA FURIA DECLAMADAAños después de la prisión, alrededor de 1966, faltaban 8 meses para que prescribiera el caso. Para evitar el riesgo de un nuevo encarcelamiento, Luis decidió pasar los 8 meses en el pueblo de Sucre, provincia de Celendín. “La pasé tranquilo en casa de mi primo Quintiliano, monté a caballo, observé el trabajo agrario y el sistema de haciendas”, me cuenta y confirmo que en ese exilio interior esta a la base de “Cholo soy”. De vuelta al ruedo, conoció al Gaucho Pampa, un trovador argentino que recitaba el poema “No me compadezcas” del poeta también argentino Boris Elkin. “Le puse música y le hice varios ajustes al texto. Luego de un tiempo, el Gaucho, riendo, me dijo: 'Che, tendré que aprenderlo de nuevo'”.
“Cholo soy” compitió en el festival de Sullana de 1973 y el público armó un escándalo cuando perdió el primer lugar ante el vals “Nada soy”. Desde entonces, su furia cantada y luego declamada, cocinada en Cajamarca e interpretada por este extraordinario cantor sin partido ni consignas, apenas remecido bajo su poncho serrano y universal, se ha instalado, con absoluta pertinencia, en nuestra cultura.- Cuando canta las locas ilusiones son las suyas, las de quien lo oye y las de nadie más.
Este artículo fue publicado el 15 de julio del 2012 en “El Comercio”.