“He conocido a Harold Mabern, Vincent Herring y a Bill Charlap, quien siempre tenía palabras de aliento y nunca te recordaba que no habías ganado Grammys o tocado con Tony Bennet. Gene Bertoncini fue mi profesor de guitarra y me jalaba en su BMW rojo dos veces por semana. Un día me dijo que me siente atrás porque iba a llevar a Harold Mabern a la ciudad. Harold tocó con Wes Montgomery por muchos años. Yo me quería morir. Me quedé callado escuchándolos hablar todo el camino. No pudieron ser más amables conmigo. Y todo esto con la vista de la ciudad de Nueva York, que se hacía más grande a medida que nos acercábamos a ella”, dice.
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No se trata de alguien que suelta nombres para impresionar o que ensaya falacias de falsa autoridad, eso que los gringos llaman ‘name dropping’. No, es lo que normalmente pasa en la gran metrópoli con un estudiante del New York City College, primero, y del William Paterson University Jazz Studies, después. Con un emigrante que tiene que repartir pizzas en Harlem durante siete horas en bicicleta y bajo la nieve para costearse los estudios, al tiempo de inyectar su espíritu con el mar reverberaciones de un barrio que hizo del jazz una filosofía de vida. Un barrio que transpira el aroma de Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Bessie Smith y Billie Holiday. Allí se está formando Jaime Bryce (Lima, 1985).
Mecánica del funk
“En Harlem está esa facultad de música y vive con una energía especial. Después de repartir pizzas, iba a clases con mi guitarra. En el 2016 me gradué de City College y el 2017 fui aceptado en la Universidad de Paterson, lo que supuso un nivel excepcionalmente alto de profesores y alumnos. Fue un gran reto estar rodeado de tantos músicos geniales y muchas veces legendarios”, dice el joven artista que vislumbró su vocación a temprana edad y la modeló con el maestro Jorge Madueño. “Él me mostró cómo no había progresión de acordes, por más amorfa que sea, que no pueda ser bendecida por una melodía que una todo y le de sentido y unidad. Le tengo un gran respeto y gratitud por todo el conocimiento que me brindó”.
Pero antes, todavía colegial, había tomado clases de percusión con Julio ‘Chocolate’ Algendones, quien le presentaría al guitarrista Andrés Prado, estudioso de las tradiciones del jazz y eximio ejecutante de guitarra clásica y latinoamericana. Con ese ‘background’ ingresó a la escuela Jazz Jaus, formó parte de la orquesta, tocó en vivo y hasta grabó un disco. Luego animaría fiestas, kermeses y otras actividades en terrenos baldíos en su calidad de segunda guitarra de la banda El Big Pollo Funk antes de embarcarse en esa extraña fusión de música latinoamericana con estética psicodélica del rock sesentero que fue La Mecánica Popular, combo con el que llegaría a tocar hasta en el museo neoyorkino de Queens.
Y se quedó allí, en la Gran Manzana, armando y rearmando canciones. Insuflando su arte con la coloratura del funk y el poder abrasivo de la percusión carioca. Le añadió un interludio ritual, sazonó la melodía con maracas y apareció “Sambita”, tema que devendría en primer track de su ópera prima “Two And Three”, que acaba de lanzar. Y con esa misma formación, un trío formado a orillas del Hudson liderado por él mismo, en diciembre del año pasado grabó en Brooklyn un swing infestado de pianos haciendo chord-melody y rematado con grooves tributarios de Eric Lewis y Nicholas Payton. Lo llamó “My Heart Stood Still” y es el segundo surco.
Alimento de cuerdas
Abril es el mes más cruel, dice el poema. Y en plena crueldad del 2020, con novecientos muertos al día en el estado de Nueva York, el peruano solo atinaba a tocar su guitarra para no perder la cabeza. Así salió “Little One”, canción a dúo con Gene Bertoncini que celebra y lamenta el final de una relación amorosa. Y mientras en “Sultry Serenade” rinde tributo a la familia Marsalis y a Duke Ellington, el disco cierra con “Superior a Drácula”, especie de panalivio que compuso este enero en Lima para alimentarlo con las cuerdas de Andrés Prado. Cosa que efectivamente ocurre y captura la melancolía de una ciudad a la que llega después de nueve años.
¿Y qué significa lanzar un primer disco? “Como idea es aterradora, pero una vez en el proceso uno le pierde el miedo y tan sólo se enfoca en llevar a cabo el proyecto lo mejor posible. Lanzarlo de manera independiente actuando uno mismo de productor supone un inmenso trabajo extra musical que yo desconocía. Pero la mejor sensación es haber dado ese primer paso de muchos por venir. No soy más un espectador, ahora estoy en la cancha, en el ring”, dice el hombre que tiene a Richie Zellon y Peru Jazz como referentes y considera que la improvisación supone el nivel más alto de cognición, arrebato e inspiración. Enhorabuena.
Título: “Two And Three”.
Sello: Independiente.
Año: 2021.
Plataformas: YouTube, Spotify, Bandcamp, Deezer y Apple Music
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