Puede que ningún ‘hit’ haya dominado tanto en el ámbito local este 2022 como el inefable “Mi bebito fiu fiu”. Nació como un reflejo de la caótica y risible política peruana (gracias por tanto y tan poco, Martín Vizcarra). Luego lo cantó Bad Bunny, lo utilizó Marvel para promocionar “Thor”, sonó en discotecas y se viralizó en TikTok –ese fenómeno de la circulación musical de nuestros tiempos efímeros–. A la par, le generó algunas preocupaciones legales a su creador, el productor peruano Tito Silva, por los derechos del uso de la canción “Thank You”, de Dido, hasta tal punto que el tema desapareció de Spotify, aunque sobrevive en su versión en vivo en YouTube, con sus casi tres millones de reproducciones.
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Pero más allá de lo anecdótico, si empezamos este balance con el caso “Mi bebito fiu fiu” es porque sirve para ilustrar la fragilidad azarosa e impredecible de la industria musical peruana. Que uno de los éxitos más sonados sea un cover/sampleo/parodia deja cierto sinsabor respecto a lo que, en general, se viene produciendo por estos lares. “Lamentablemente, el 2022 ha sido un año, desde mi punto de vista, con pocas cosas para resaltar en el ámbito musical en el Perú”, sentencia el productor Manuel Garrido Lecca, con una mirada bastante crítica de la escena.
“Por supuesto que hay cosas buenas y que valen la pena”, agrega el especialista, y menciona los casos de Renata Flores y Sylvia Falcón, así como a varios peruanos que vienen trabajando como compositores. “Pero, por otro lado, hay demasiados artistas que en lugar de buscar una identidad propia que a la larga los destaque, más bien tratan de repetir lo que llamaríamos, entre comillas, la ‘fórmula del éxito’ de alguien más. Y en realidad esas fórmulas no existen”, agrega.
Garrido Lecca apunta también a una sobreoferta musical que hace difícil distinguir entre lo rescatable y lo desechable. Porque si bien las plataformas digitales se han convertido en un canal útil y valioso para la difusión de nuevos artistas, terminan siendo un depósito de producciones sin criterios de distinción o clasificación. “Todos los viernes, a estas plataformas se suben miles y miles de productos de todo el mundo. Si antes uno de los principales peligros para el artista era la piratería, hoy yo diría que el mayor peligro es el anonimato”, remata el productor.
Lo positivo
¿Qué se puede resaltar del 2022 en la música en nuestro país? En opinión de Juan Ricardo Maraví, director del sello peruano Infopesa, lo más interesante ha sido la irrupción de artistas jóvenes que siguen ganando más popularidad. “Milena Warthon, por ejemplo, ha hecho buenas grabaciones y videos musicales que muestran con orgullo sus raíces; y Jaze, quien pese a representar al género urbano, no ha descuidado algo que es esencial para la música: ¡la melodía! Además, ambos cuidan mucho lo visual también”, comenta.
En este punto, ya tenemos cuatro nombres mencionados entre lo mejor del año que se va: Renata Flores, Sylvia Falcón, Milena Warthon y Jaze. Que tres de las cuatro menciones correspondan a mujeres no parece una simple coincidencia. De hecho, podemos mencionar a cuatro artistas más que en el 2022 se encargaron de representarnos como nominadas en los Grammy Latinos: Susana Baca, Eva Ayllón, Araceli Poma y Nicole Zignago. Parece más que claro que la presencia femenina es la que viene dando la hora.
Los pendientes
Y, sin embargo, diera la impresión de que todavía no se consolida la necesaria internacionalización. Ese gran salto que nos ubique en el circuito regional o global de la música. Para Maraví, lo que hace falta para ello es un mayor cuidado en las grabaciones y producciones, como sí ocurría en los años 70 u 80. “Por esa época teníamos a artistas como Los Pasteles Verdes, Los Mirlos o Cuarteto Continental, que no solo lideraban los ránkings peruanos sino también los latinoamericanos. Esto debido a que sus grabaciones eran cuidadas en cada detalle y hasta el día de hoy siguen sonando y se sienten frescas”, señala el productor. Y lo dice con conocimiento de causa: el sello Infopesa, fundado en 1971 por su padre, Alberto Maraví, logró asentarse con gran éxito en diferentes países de la región en su momento.
Similar opinión tiene Manuel Garrido Lecca respecto a la todavía discreta presencia peruana en el mapa musical del exterior. “Hay grandes ideas y artistas, pero se trabaja casi a nivel artesanal. No lo podemos comparar con proyectos de otros países donde sí ves toda una plataforma profesional, que les brinda todo el apoyo y la exposición necesaria”, advierte el productor.
En esa línea, pone como ejemplo el caso de Colombia, de donde lucen en plena vigencia figuras como Shakira, J Balvin, Maluma, Morat, Sebastián Yatra y Karol G. “Hace 25 años nosotros éramos más importantes en la industria que Colombia, pero hoy ellos son líderes absolutos en la industria iberoamericana. ¿Qué sucedió? Estado y empresa privada, en conjunto, entendieron que con la música y los artistas podrían ganar muchísimo. Comprendieron que la música podría llegar a ser un producto de exportación y se pusieron de acuerdo para generar políticas de promoción y fomento al artista. El resto es historia. Actualmente Colombia es probablemente uno de los dos o tres líderes de la industria latinoamericana. Nosotros deberíamos replicar eso, claro que adaptándolo a nuestra realidad”, explica Garrido Lecca.
El desafío parece responder a un cúmulo de voluntades firmes. Pero, al igual que en otras industrias culturales, la inestabilidad política y la incertidumbre parecen ser el principal escollo para poder, por fin, dar el salto de calidad faltante. ¿Se podrá avanzar en ese sentido en el 2023? Esa es una historia que está por verse aún.
Un año en conciertos
Tal vez como un efecto rebote pospandemia, el 2022 tuvo una agenda cargadísima de conciertos. Destacaron sobremanera los megashows apoteósicos de Bad Bunny, Daddy Yankee, Coldplay, Harry Styles, Kiss o Guns N’ Roses; pero también hubo una importante movida de recitales más pequeños, pero que apuntaron a nichos melómanos específicos, y que cumplieron expectativas: la ensoñadora presentación de Beach House, el acto teatral de Mitski, la energía ‘freestyler’ de Duki o Tiago PZK, la intimidad de Joan Manuel Serrat, etc.
Curiosamente, abundan los espectáculos individuales, pero seguimos sin grandes festivales como el Lollapalooza o el Estereo Picnic, presentes en otros países de la región. Y cuando hubo intentos de hacerlo, como el Perú Central de Huancayo, terminaron en fiasco: desorden, cancelaciones, falta de devolución de entradas y más.
No podemos dejar de mencionar el problema de las estafas generadas por mafias como la que lideró Pamela Cabanillas, que afectó a miles; y problemas de sobreventa como lo ocurrido en el show de Juan Luis Guerra, que motivó la clausura del Arena Perú del Jockey. Su eventual reapertura es todavía una incógnita.
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