(Reporte exclusivo desde Santiago de Chile)
La música clásica es asociada a espacios reducidos y de mucha formalidad, todo lo contrario a lo que ofrece un festival con 30 mil personas entre el público. Sin embargo, la noche del domingo, la islandesa Björk se subió al escenario principal del Primavera Sound Santiago con la orquesta de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI) para un repertorio enteramente sinfónico que fue uno de los de mayor convocatoria del evento que se extendió durante tres días en la capital chilena.
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La islandesa, que se convirtió en un ícono del pop en los 90 por una propuesta artística que iba más allá de lo musical pero que fue muy asociada a los beats electrónicos, siempre ha estado vinculada a la formación musical clásica, que recibió de niña, y los arreglos de cuerdas han sido parte de sus álbumes desde que empezó su aventura solista. Pero su relación con este formato, siempre ha sido desde una visión muy desprejuiciada y curiosa.
En la década del cincuenta, en su programa de televisión, Leonard Bernstein demostró que la música clásica tenía infinidad de muestras de sentido del humor, y en el formato que Björk trajo al festival santiaguino hubo mucho de ello y de ánimo lúdico.
Aunque la islandesa habló poco con el público (apenas unos ‘gracias’ entre tema y tema), tenía claro que su forma de comunicación sería con esa versión en estado puro de sus composiciones y se permitió jugar con ellas con arreglos diferentes en “I’ve Seen it All”, por ejemplo, y al demostrar todo el ritmo electrizante que pueden tener los violines en temas como “Quicksand” y “Pluto”, el bonus con el que se despidió del festival, no sin antes aclarar: “Todos han sido arreglos de cuerdas pero les voy a dar un poquito de tecno”, dijo en referencia al tempo acelerado de la canción incluso en su versión orquestal.
Su presentación también hizo un espacio para algunos de sus clásicos más coreables: “Joga” e “Hyperballad”, en este último hizo un juego entre la letra y el montañoso paisaje de Santiago. “We live on a mountain, right at the top. This beautiful view from the top of these mountains”, dijo señalando el escenario natural que rodeaba el escenario.
“Mi español es horrible, pero ustedes no hablan islandés, ¿o sí?”, preguntó antes de continuar en inglés diciendo: “Estas montañas son casi tan altas como las islandesas, pero no les voy a dar eso. Hoy hay más chilenos en el escenario que islandeses”, afirmó en relación a los músicos que la acompañaron bajo la dirección de Bjarni Frímann.
Si bien el día previo de festival había estado marcado por la lluvia, para la presentación de la islandesa hizo un sil radiante, cuyos últimos rayos se fueron apagando cuando acababa su set, algo que aprovechó para su despedida después de un concierto corto, pero que fue escuchado con mucha atención por el público. “El sol se va”, apuntó al horizonte para luego decir “gracias” una vez más en masticado español y retirarse sin necesidad de más en la tarima.
La presentación de la islandesa se produjo en una fecha en la que en la cabeza de cartel estaba el nombre del trapero estadounidense Travis Scott (que de hecho generó más que furor en su horario), pero en la que se destacaron las propuestas de varias mujeres del pop.
Horas antes de Björk, la londinense Jessie Ware inició con “If Only I Could Let You Go” un set fresco con canciones que iban del disco al dance. La acompañaron en escena dos coristas, dos bailarines, un baterista y un guitarrista que también se hacía cargo de los sintetizadores, el bajo y el teclado, de acuerdo a las necesidades de los temas.
Otra británica también se destacó en la jornada final del Primavera: Charli XCX, que se puso al hombro todo el show: salió sola, sin músicos ni bailarines, pero llenó el escenario como si tuviera un ejército detrás. Temas como “Lighting”, “Boom Clap”, “1999″ y “Hot In It” no faltaron en su repertorio.
Oído a la música
La tercera y última fecha del Primavera Sound en Santiago comenzó con la española Amaia, quien tiene una relación especial con Chile, pues aquí escribió las canciones de su segundo disco. Curiosamente, nunca había dado un concierto en el país.
“Para mí es especial estar cantando hoy en Santiago las canciones que nacieron aquí, mirando esas montañas”, dijo la ex participante de “Operación Triunfo” en el set que duró 40 minutos, pero que le permitió mostrar esa versatilidad que le ha dado una audiencia propia más allá de la notoriedad que le dio el ‘show talent’.
Temas como “Dilo sin hablar” y “Perdona, ahora sí que sí” fueron parte del repertorio, así como también “La vida imposible” y “Yamaguchi”, en una versión acompañada solo de una guitarra flamenca que probó lo bien que le van los formatos más minimalistas.
Mientras Amaia Romero iba cerrando su presentación, a un kilómetro de distancia sonaban las primeras canciones del set de Familea Miranda en el escenario Pepsi. La banda chilena, con un formato más convencional de bajo, guitarra y batería, ofreció una performance principalmente instrumental de un rock clásico y fuerte, aunque en un momento del show también sonaron riffs de guitarra a un tempo de folclore.
Esta sería una de las demostraciones de selecto talento local de la fecha final del Primavera en Chile, horas más tarde estarían en escena con una importante convocatoria en sus respectivos espacios Niños del Cerro e Inti Illimani. Los primeros tocaron en el escenario Pepsi, apenas cinco integrantes sobre la tarima producían una envolvente ola sonora como la del tema “Esta enorme distancia” con muchas distorsiones de guitarra y hasta un solo de saxofón. Pero también hubo demostraciones de un rock de paisajes más familiares como en “Flores, labios, dedos”. Como dato anécdotico, Santiago Campusano, vocalista de la banda, se presentó con un polo del grupo peruano Procastinación 1 Yo 0 (P1Y0), que actualmente está de gira en Chile.
Poco después de este concierto, el Santander, uno de los ‘main stage’ del Primavera, recibió a una leyenda sudamericana. Los Inti Illimani fueron ovacionados por los presentes, que bailaron y cantaron con canciones como “En la calle de la desilusión”, “Lo que más quiero”, “Samba Landó” y “Malagueña”, estos dos últimos temas que beben de ritmos peruanos y mexicanos, respectivamente, una mixtura que no dejó pasar Jorge Coulón.
“Queremos decirles que viven en un continente increíblemente maravilloso con una variedad de colores, culturas y sonidos. La cultura está hecha para cruzar fronteras, para contaminarse”, dijo el músico que pidió celebrar a toda América Latina a través de su música.
Y el Primavera también siguió esa consigna de apertura de fronteras. En la fecha de cierre estuvo presente, por ejemplo, la estadounidense Raveena Aurora, hija de migrantes indios que tiene sus raíces muy presentes en su propuesta. Es más, su presentación incluyó un tema en hindi, “Dum Maro Dum”. Lo propio ocurrió con el sueco José González, de origen argentino, que, aunque su música está escrita principalmente en inglés, se comunicó en español con el público y en su set tuvo temas con ritmos de diferentes procedencias: un poco bossa en “Swing”, un poco más de canción latinoamericana en “Valle sagrado”, pero siempre teniendo como principal acompañante a su guitarra para seguir su repertorio que incluyó también covers “Blackbird” (de Beatles) y “Teardrops” de Massive Attack.
González sentado solo con su guitarra ante más de 10 mil personas, Björk con una orquesta sinfónica con la completa atención de más de 20 mil personas o un show como el de Mitski despertando histeria entre jóvenes y adolescentes son postales que solo puede dejar un festival como Primavera.
En su debut en Santiago, el festival se destacó por su organización (el orden en sus espacios y el cumplimiento exacto de su cronograma y horarios) y por la buena recepción del público a una propuesta diferente y que podría parecer no muy masiva. Su continuidad para próximas ediciones garantizaría una saludable oferta diferencial para el rubro de festivales musicales en la región.
Al cierre de la edición 2022 del Primavera Sound Santiago, sus organizadores informaron que el evento había convocado a aproximadamente 20 mil personas en su primera fecha, 40 mil en la segunda y 30 mil en la tercera, calculando un total de 100 mil espectadores incluyendo los días previos de eventos en el llamado Primavera en la Ciudad.
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