Setenta años atrás, Bill Haley & His Comets grabaron y publicaron la primera canción de rock ‘n’ roll en llegar al número uno de ventas en Estados Unidos: “Rock Around the Clock”, una canción que sólo unos meses más tarde fue escuchada alrededor del mundo como una declaración de independencia generacional, como un símbolo de baile, diversión y desenfreno, como el inicio indiscutible de una revolución musical que acabaría cambiando para siempre la historia de la cultura popular del siglo XX.
Aunque se le perciba de esta manera, “Rock Around the Clock” no fue, en cierta forma, la primera canción de rock ‘n’ roll. Varios años antes de ser grabada –podríamos remontarnos hasta los años cuarenta– los ritmos e imágenes de la canción de Bill Haley eran lengua franca en el circuito de bares y “juke joints” afroamericanos de los Estados Unidos. Conocida en ese entorno como R&B (siglas de Rhythm and Blues) esta era la música que animaba las fiestas y los bailes de la población negra del país del norte. Sus ritmos propulsivos y energéticos, sus curvilíneas y sinuosas líneas de bajos, sus siempre exuberantes melodías de piano y de guitarra, además de esas letras provocativas donde el sexo era contrabandeado bajo metáforas que aludían de forma oblicua a la música y el baile, la convirtieron en la música perfecta para ir en busca de una dosis de goce mental y carnal.
El logro de Haley y su banda fue apropiarse de esta música, suavizar sus bordes, limpiarla de sus más obvias alusiones al sexo y convertirla en un producto que podía ingresar al mercado de la más recatada juventud blanca. De hecho, Haley y sus “cometas” eran blancos, por lo que los auspiciadores de los programas de radio y televisión no vieron mayor “amenaza” en la difusión de su música, permitiendo así su ingreso a todos los hogares de Estados Unidos. De inmediato, los adolescentes blancos fueron impactados por un tipo de música que, a pesar del disfraz que llevaba puesto, era un llamado visceral a librarse de las ataduras bajo las que los mantenía la más conservadora sociedad americana. De esta manera, bajo una acicalada y discreta nueva apariencia, y de la mano de Haley y sus “cometas”, estos ritmos trascendieron el llamado “mercado negro”, dejaron de llamarse R&B, pasaron a llamarse rock ‘n’ roll, y dieron inicio a un nuevo género musical que no tardó en triunfar a nivel nacional, internacional y finalmente global.
El éxito de “Rock Around the Clock” le abrió la puerta a otros músicos blancos que volvieron aceptables los ritmos más endiablados del R&B: Elvis Presley, Carl Perkins, Jerry Lee Lewis, y también permitió, por primera vez, que algunos músicos afroamericanos ingresaran a este nuevo mercado abierto bajo la etiqueta de “rock ‘n’ roll”. La onda expansiva de esta explosión musical se esparció por todo el mundo gracias al uso de “Rock Around the Clock” en la película Blackboard Jungle –traducida al español como Semilla de maldad– llegando también a Lima, donde congregó a jóvenes de todas las clases sociales, identificándolos como una nueva generación más libre y desprejuiciada que la anterior.
A inicios de los años sesenta, el rock n roll ya había pasado de moda, pero sus ritmos –encarnados en ese acento en el segundo y cuarto golpe del compás que empujaba la canción furiosamente hacia adelante– se mantuvieron en ese vástago más artístico y presuntuoso que tuvo y que se llamó, a secas, rock. Pero este ritmo, que Bill Haley popularizó por primera vez en “Rock Around the Clock”, no sólo se mantuvo en el rock de los años sesenta tal como lo practicaron los Beatles y los Rolling Stones, sino que se convirtió en el ritmo central de la música popular del resto del siglo XX, incluso en
géneros aparentemente opuestos al rock, como la música disco, la música house y el pop en general. Recién en los últimos diez años, con el surgimiento de los ritmos quebrados y sincopados del reggaetón y el trap, hemos visto cómo la revolución del rock ‘n’ roll iniciada hace setenta años por Bill Haley va llegando a su fin. Esto no debería llevarnos a sumirnos en la nostalgia o en una añoranza del pasado, sino a disfrutar del presente, siendo conscientes de que nos encontramos viviendo el fin de una era y el inicio de una nueva revolución musical. Y eso es algo que se vive todos los días.
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