En muchos sentidos, 1968 fue un principio y un final. Los movimientos sociales se multiplicaban en América y Europa, mientras África continuaba con su proceso de descolonización y guerras civiles. Solo en enero se inició la Primavera de Praga, para descontento de la Unión Soviética. Estados Unidos, su enemigo silencioso, tenía otras preocupaciones, entre ellas seguir en Vietnam, a pesar de la oposición de diversos movimientos sociales y estudiantiles. En ese contexto tuvo lugar la sangrienta Ofensiva del Tet, que se inició a fines de enero. Ese mismo mes, incluso, tuvo lugar la primera protesta contra la guerra, con presencia exclusivamente femenina, en Washington DC. En abril sería asesinado Martin Luther King. Hubo movilizaciones en más de 100 ciudades de todo el país. El resto del mundo también tenía lo suyo. La huelga estudiantil del Mayo francés, a la que luego se sumaron los obreros, contra el sistema capitalista, la desigualdad, el control ideológico o el conservadurismo social e institucional se robó los principales focos. Alemania, Italia, Brasil, El Salvador, México, España o Perú teníamos nuestros propios y complejos problemas.
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La conciencia del mundo se agitaba desde distintos flancos y los Beatles no fueron ajenos a ello. Contagiado por este clima y por los movimientos civiles que se habían intensificado desde el año anterior, John Lennon escribiría la representativa “Revolution”: “You say you want a revolution/ Well, you know/ We all want to change the world/ You tell me that it’s evolution” (“Dices que quieres una revolución/ Bueno, tú sabes/ Todos queremos cambiar el mundo/ Me dices que es evolución”). A diferencia de otras ocasiones, no la escribió en la comodidad de su casa o del estudio de grabación, sino en Rishikesh, santuario indio ubicado a las faldas del Himalaya y en las orillas del Ganges, al que había llegado en busca de su espiritualidad junto a sus colegas Paul, George y Ringo en un viaje en el que los acompañaban algunas otras celebridades y periodistas. Todos serían parte de un curso de Meditación Trascendental (MT) al lado del Maharishi Mahesh Yogi, una especie de “celebridad mística pop” de aquellos años. Ataviado con una túnica blanca, cabello largo y rebelde barba entrecana, el futuro gurú de los Beatles parecía un miembro más de la banda o el colega más salvaje de algún grupo amigo. Pero en lugar de colgarse una guitarra para sorprender con audaces riffs, aquel hombre nacido con el nombre de Mahesh Prasad Varma en 1917 en Jabalpur, ciudad del centro de la India, se había convertido, probablemente, en el mayor rock star del misticismo mundial y unas pocas palabras suyas bastaban para darle paz y bajarle el estrés a la banda más importante del mundo.
El documental Beatles and India, que acaba de estrenar HBOMax, repasa los detalles de aquella historia, las consecuencias en las vidas de sus protagonistas y la influencia que la visita de los músicos británicos tuvo, no solo en los jóvenes de aquellos años, sino en las generaciones posteriores. Gracias a material de archivo hasta hoy inédito, grabaciones, testimonios de quienes también estuvieron allí y sorprendentes fotografías, podremos conocer aquellos días de introspección y explosión creativa. Ajoy Bose publicó hace unos años el libro Across the Universe, The Beatles in India, que le ha servido de inspiración para dirigir, junto a Pete Compton, este documental que será un regalo más para los beatlemaníacos, tras el reciente estreno de Get Back en Disney+.
LA REVOLUCIÓN ESTÁ EN LA MENTE
“Revolution” fue la primera canción política de los Beatles, un tema que marcaría decisivamente los intereses de Lennon a lo largo de los años 70. Aquellos días de meditación, calma, cero drogas y comida sana y frugal en la India tuvieron insospechadas consecuencias en los cuatro miembros del grupo.
Todo se originó en agosto de 1967, en el hotel Hilton de Londres, cuando los Fab Four asistieron a una de las charlas del Maharishi y tuvieron su primer encuentro con él. Más tarde, conversaron en un seminario espiritual organizado en Bangor, Gales. Las tensiones creativas del grupo, la presión de la crítica y la persecución constante de los fans los tenían en condición emocionalmente vulnerable. La palabra del líder espiritual, al que habían sido atraídos por interés inicial de Patty Boyd y su entonces pareja, George Harrison, sedujo a los cuatro jóvenes, ninguno de los cuales superaba los 27 años de edad.
“Fue muy divertido, porque fue la primera vez que a los Beatles les encantaba estar juntos. Todo el día, toda la noche, todos los días. Se la pasaron de maravilla. No hubo discusiones, no hubo nada, fue todo tranquilo y calmado”, recordó Boyd hace algunos años. Lejos de los periodistas y del acoso de sus seguidores, las aguas podían mantenerse en calma. “Fue como si una puerta se hubiera abierto en mi subconsciente, tal vez de una vida previa.”, comentó alguna vez, por su parte, el Beatle silencioso, que grabó entre fines de 1967 e inicios del 68 el disco Wonderwall –del que hizo algunas sesiones en Bombay-, soundtrack del filme homónimo en el que sacaba provecho de instrumentos indios como el sitar, gracias al cual iniciaría una sólida relación con el músico Ravi Shankar –padre de Norah Jones- que tuvo uno de sus puntos más destacados en la organización del Concierto por Bangladesh de 1971.
MEDITACIÓN PRUDENTE
Dear Prudence, won’t you come out to play/ Dear Prudence, greet the brand new day/ The sun is up, the sky is blue/ It’s beautiful and so are you/ Dear Prudence won’t you come out to play? (Querida Prudence, ¿no saldrás a jugar?/ Querida Prudence, saluda al nuevo día/ El sol está alto, el cielo es azul/ Es hermoso y tú también/ Querida Prudence, ¿no saldrás a jugar?), dice una de las canciones más recordadas del White Album de The Beatles. La compuso principalmente John Lennon y se la dedicó a Prudence, la hermana menor de la actriz Mia Farrow. Ambas habían formado parte de la comitiva que los acompañó a Rishikesh, junto a otras estrellas de la música como el cantautor Donovan, el jazzman Paul Horn o Mike Love, voz de los Beach Boys. Los primeros días, todos estaban completamente enfocados en lo que el Maharishi llamaba “Meditación Trascendental” (MT), una técnica de relajación y descanso profundo, útil para mejorar la calidad de vida de las personas, individualmente y en sociedad, que trasciende los pensamientos por medio de mantras, y debe ser practicada al menos dos veces al día durante unos 20 minutos. Prudence, sin embargo, que ya tenía experiencia en la práctica de yoga y meditación a pesar de tener solo 19 años, se lo tomó demasiado a pecho, y pasaba horas o días enteros encerrada en una habitación, meditando. John y otros de los presentes la iban a buscar allí para conversar, pasear o realizar otras actividades, pero era difícil sacarla del completo estado asceta en el que se había sumergido.
Con el paso de los días, el primero que se aburrió de la situación –y de la comida- fue Ringo, quien tras menos de dos semanas partió de vuelta a casa. Tuvo tiempo, sin embargo, de terminar su primer tema para los Beatles, “Don’t Pass Me By”, que tenía inconcluso desde 1962. Junto a las celebridades había 60 personas que estaban preparándose para ser maestros en MT. Es decir, gente que sí pensaba dedicarse a eso y no volver a la vida material que, sin dudarlo, le esperaba a los Beatles al volver a Inglaterra. Todos con coloridas túnicas, collares de flores y la mejor predisposición para cambiar sus vidas al ritmo espiritual de un “om”.
Fueron, sin embargo, días productivos: se dice que escribieron más de 40 canciones. De hecho, el álbum blanco, que grabaron entre el 30 de mayo y el 14 de octubre del mismo 1968, tuvo su origen en esta aventura oriental.
LO ESPIRITUAL Y LO MÍSTICO
“Cuando yo era adolescente, estuvo ese tema en las noticias: se relacionaba a The Beatles, Mia Farrow, Brian Jones y otros, con el experto en meditación Maharishi Mahesh Yogi”, nos dice Pochi Marambio, el líder de Tierra Sur que, desde niño, experimentó estados de meditación en diferentes grados. A pesar de admirar mucho la riqueza musical de The Beatles hasta el día de hoy, al músico no lo convenció aquel “viaje a la espiritualidad”. “Nunca me gustó mucho su estilo de vida, el tour “místico” de esas súper estrellas a la India no me pareció “trascendental”, como lo anunciaba el mismo Maharishi. Poco después ellos rompieron con su gurú, no conozco detalles, pero igual pasó el tiempo y ese tour “místico” quedó como algo anecdótico. En aquellos días, Keith Richards se burlaba del esnobismo de The Beatles y les reclamaba públicamente mayor compromiso con las “roots” (el Blues). Los años nos han mostrado que, con todo su historial negativo, Richards y su banda resultaron por décadas ser más coherentes y fieles al público, poniendo a la música por sobre los problemas personales y de grupo. Es como si hubieran sido ellos quienes meditaron de verdad”, indica Marambio.
Para Juan Luis Pereira, cofundador de El Polen, icónica banda nacional que vivió un periodo en comunidad, consecuentes con el sueño hippie de fines de los 60 e inicios de los 70, los Beatles “Viajaron por una curiosidad, por un anhelo de investigar y saber más”. “Especialmente en el caso de Harrison –indica Pereira- era una necesidad muy vital, espiritual, porque él estaba en una búsqueda en ese sentido. Él fue, de hecho, el más interesado. Después de él, John, que era apasionado en todo y también uno de los más filosóficos del grupo, aunque pronto se desilusionó. Paul, por su parte, tiene más los pies en la tierra, fue a ver qué era y no se emocionó tanto como sus compañeros, pero creo que la meditación le sirvió más tarde en la vida. Ringo, definitivamente, era el menos interesado, llevó su propia comida, no se metió a experimentar de lleno”. Para el músico nacional, los Beatles tampoco cayeron precisamente en uno de los lugares más auténticos de la India. “Si bien ese gurú conocía la filosofía y sabiduría de su país, estaba más en el camino de hacer conocida su organización y su Meditación Trascendental. Quería llevarla por el mundo. Mike Love dijo que él notó eso con el gurú y que, con los Beatles, él o Donovan, lo logró. Creo que no fue el lugar idóneo como para ir a una búsqueda más auténtica. Y pienso que esa fue una de las razones por las que se desilusionaron los Beatles”.
A pesar de todo, Pereira está convencido de que, al salir de la rutina y de sus vidas agitadas, hubo un momento en que, sin duda, experimentaron algo diferente. “Y fue muy importante, gratificante, rico, porque en esa época compusieron como 40 canciones. Fueron semanas muy productivas, precisas para su creatividad. Creo que eso fue lo mejor que lograron en la India. A excepción de George, claro, que lo tomó como un punto como para seguir experimentando e investigando. Tenía una necesidad espiritual tan grande, que aceptaba muchas cosas que no eran, para mí, tan auténticas y trascendentales. Cuando uno está en busca de una necesidad tan grande se pone un poco fanático. Creo que a George le pasó eso. Él era espiritual, pero no místico”.
El 9 de febrero de 1968, la revista Life publicaría un extenso artículo titulado “Year of the Guru” –El año del gurú, en nuestro idioma-, en el que aparecerían varias fotos del encuentro en la India y se incidiría en la creciente popularidad del Maharishi en occidente, lo que generó un creciente interés en la cultura oriental –yoga, meditación o dieta ayurvédica incluidos- que se mantiene hasta hoy. En 1975, el factótum de la MT fue portada de Time, bajo el título: “Meditación: ¿La respuesta a todos tus problemas?”
En febrero del 2008, casi 40 años después de recibir a los Beatles y siendo casi centenario, difundió un mensaje de despedida, días antes de sumergirse en la meditación eterna: “Deseo una larga vida para el mundo en paz, felicidad, prosperidad y libre de sufrimiento”.