En el principio, Dios creó cielos y la Tierra. Luego prendió la luz y aparecieron el día y la noche. Siguió trabajando, hizo animales y ganados según sus géneros, y todo animal rastrero según su especie. Y supo que había hecho un buen trabajo.
Lo que siguió ya es conocido: Dios dio forma al hombre a su imagen y semejanza, y le dio el poder sobre el resto de criaturas. Pero a horas de inaugurar el paraíso, según “¡Hágase la mujer!” –obra de teatro que se monta en Campo Abierto–, empezaron los problemas. ¿A dónde se metió el Hombre? El Creador se molesta, que cómo es posible que su creación más perfecta, el niño de sus ojos, no esté listo para el evento más importante del universo. Convoca a su vasallo el Ángel-serpiente y le ordena resolver el problema. Este lo encuentra sin mayores inconvenientes y por fin podemos ver al Hombre, con su taparrabo y requintando. Aparece por detrás de la audiencia y con escoba en mano, barre, barre y barre. Su reclamo: “Si soy la criatura más especial, ¿por qué tengo que limpiar, barrer, cocinar? Que lo hagan los animales”.
Lo que nos muestra el dramaturgo Juan Carlos Campos ‘Koldo’, en la dirección de Carlos Victoria, es a un dios humano. Ególatra y falible, hipersensible a las críticas. También fácilmente manipulable, como cuando el Hombre se engríe y apela a su lado más paternal. En esas condiciones, las exigencias del hijo son ley. Y como buena farsa, todas sus características son exageradas, caricaturescas. Una hora y siete minutos de sátira.
“¡Hágase la mujer!” no es un texto redondo porque parece engolosinarse con la creación en desmedro del inicio de la acción que da sentido a la obra. Es, además, aleccionador. Se desprenden algunas preguntas, sí, pero la mayoría son respuestas. Ya desde su título se puede intuir hacia dónde se dirige la trama: será la Mujer quien cuestione el statu quo. La suya será la voz de la razón y del reclamo. ¿Acaso la llamaron para que atienda al Hombre en el lecho y otras cuestiones caseras? En ese sentido, podríamos estar en presencia de Lilith, quien por negarse a ser costilla se ganó tan mala fama.
Bajo la mirada de Victoria, el elenco cumplió su tarea con oficio. Renato Pantigozo le dio a Dios una cadencia pausada y voz profunda, buen contrapunto entre su santidad y carencias. Su manejo del escenario, quizás por su camino en la impro, se destacó también cuando sonó un celular y resolvió el asunto sin salir del personaje y poniendo la lupa sobre un “sonido extraño” en la sala. El recurso fue admirado por Laura Aramburú, quien soltó a Mujer por unos segundos, detalle que en otras circunstancias rompería la convención. Sin embargo, llevó bien el personaje que, por vicio del autor, es prácticamente unidimensional.
Andrés Solano fue el Hombre y convenció con su constante puchero, quejas interminables y porque, cuando Dios estuvo cerca, se convertía en un niño engreído. Su soledad y asco al trabajo lo llevan a convencer al Creador de la necesidad de un ser para delegarle todas esas tareas. Es, de todos los personajes, el único que cambió. Kike Casterot completó el elenco. Él sostuvo a Ángel-serpiente –quien, antes de la Mujer, fue el único que decía la verdad con todas sus letras– con un trabajo corporal notable, muy propio del código.
“Hágase la mujer”, sin embargo, fue un trabajo desprolijo. Ciertos sonidos y luces no siempre aparecieron en el momento exacto. Además, no fueron idóneos los videos. Su aporte no fue lo suficientemente significativo como para entender a qué se debió su presencia. En todo caso, si lo que se buscó era sumarle a la comedia, no funcionó (incluso se hizo difícil entender lo que decían). Aun así, hay mucho valor en esta obra. Animarse a montar una farsa en un medio en el que no abundan, convocar y saber dirigir a un elenco más que competente, y sacar adelante una puesta en escena que se burla de lo más sagrado, hace que valga la pena ver la obra que conduce Victoria. Compruébelo por su cuenta.
“¡Hágase la mujer!”
En: Campo Abierto (Gral. Recavarren 560, Miraflores)
Dramaturgia: Juan Carlos Campos ‘Koldo’
Dirección: Carlos Victoria
Elenco: Laura Aramburú, Renato Pantigozo, Kike Casterot y Andrés Solano.
Entradas: Joinnus.
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