La imagen de la segunda persona de la Divina Trinidad, verbo hecho carne para la salvación del mundo, es para el catolicismo el nexo entre la divinidad y nuestra miseria mortal.
Este Cristo con rostro humano, puesto al servicio que la fe reclama, transforma su palabra en acción. Es lo que el cantautor guatemalteco Ricardo Arjona quiere decir cuando afirma entre rimas horribles que Jesús es verbo y no sustantivo. [1]
Se tiene por la imagen más antigua de Jesús en llegar al Perú el llamado Cristo de la Conquista. De autor anónimo, vino traída por los conquistadores en el siglo XVI y fue la imagen frente a la cual se hizo la primera misa en la iglesia de La Merced. Ese Cristo fue testigo de los primeros pecados de los conquistadores. Temple tiene.
La figura representa a un Cristo aún vivo, clavado en la cruz por cuatro clavos según la visión de Santa Brígida, cubierto el bajo vientre por un paño de pureza y que con ojos de cristal mira al espectador clamando piedad: como si supiera del armatoste acrílico que en su nombre se posaría en el Morro Solar casi quinientos años después.
—La señal de la cruz—
La cruz, ese cruel y tétrico tormento según Cicerón, posee la cualidad de símbolo cósmico donde se encuentran cielo y tierra. Pero a diferencia de la crucifixión, la imagen del Cristo resucitado alude a la divinidad. La resurrección, nueva forma de existencia que no puede equivalerse a la del cadáver revivido que hoy puebla el imaginario audiovisual [2] confirma el triunfo sobre la muerte y el pecado. Es el Cristo en túnica blanca que refiere la manera luminosa en que según las escrituras Jesús sobrevivió 40 días a la muerte. Cristo resucitado es el Cristo de Río, de 38 metros de altura. Por lo tanto, también lo es su sosias, apenas un metro más pequeño, el Cristo del Pacífico.
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—El cristo soñado—El Morro Solar es significativo aun desde antes de ser escenario de la Batalla de San Juan, en enero de 1881. Tal como lo sugiere el presidente del ICOM Perú (International Council of Museums), Luis Repetto, si se observa la bahía limeña desde la isla San Lorenzo, es posible imaginar que esta es la oquedad que la isla dejó al separarse del continente. La isla sería la pieza flotante de un rompecabezas continental que añora el engarce del morro.
Sobre esta geografía sagrada, un camposanto histórico (Basadre calcula en seis mil las bajas peruanas en San Juan), se aglutinan diversos establecimientos. La observación astronómica está representada a través del planetario desde 1946. La Cruz del Papa hecha a partir de torres derribadas por el terrorismo conmemora la segunda visita de Juan Pablo II en 1988. El monumento al Soldado Desconocido y el de Miguel Iglesias tienen en común, además del rasgo patriótico, el robo permanente de sus placas. Y la virgen del Morro Solar llegó de Lourdes al promontorio chorrillano en 1904, mucho antes de que lo hiciera su hijo.
Estas y otras consideraciones propias, más algún viaje a Río, tienen que haber madurado durante años en la psiquis del ex presidente Alan García, autor intelectual del Cristo del Pacífico.
La idea tuvo un parto onírico, pues tal como lo experimentaran grandes de la talla de Martin Luther King, Eurythmics o Rip van Winkle, García declaró en junio del 2011 que él también había tenido un sueño: erigir un Cristo al pie de la sagrada tierra del Morro Solar.
Lo profético es que este era un sueño ya casi cumplido. El proyecto se había desarrollado en secreto. Devoto del Cristo de Pachacamilla, santa imagen que milagrosamente es cargada en andas por el presidente de turno sin deshacerse, la idea inicial de García era que debía ser un Cristo moreno.
Se intentó hacer un Cristo afroperuano pero al parecer el resultado hubiera ofendido hasta al Ku Klux Klan. Apareció una alternativa: la iluminación. Era riesgoso el recurso de broncearlo mediante la luz, pero luego se estableció que esta – tal como se hace en el caso del Empire State o la Torre Eiffel– podía modificarse según la ocasión: celeste el Día del Agua, amarillo en Año Nuevo, rojiblanco si jugaba Perú con fe en lo matemáticamente posible. Una escala cromática de veintiséis colores haría de la figura inanimada un monumento solidario.
Cuando el presidente García hizo público su sueño, un 10 de junio del 2011, la estatua acrílica, en nueve pedazos, ya había llegado al Callao hacía días en el carguero Libra Corcovado. Se consignaba como embarcador en Brasil a la Constructora Norberto Odebrecht domiciliada en rua Professor Pereira Reis, 76, Río de Janeiro.
La alcaldesa de Lima, Susana Villarán, dijo entonces en RPP: “Me acabo de enterar, se trata de un Cristo igualito al del Corcovado, que no es el Señor de los Milagros, que no es el Cautivo de Ayabaca; entonces, no sé cuál es la razón por la cual tenemos que intervenir en el espacio de nuestro litoral y de nuestra bahía de Lima con una estatua de esas dimensiones”.
El pintor Fernando de Szyszlo dijo: “No soy muy aficionado a los Cristos, pero también sacaría la cruz de fluorescentes que hicieron para conmemorar al Papa. Dejaría solo el esplendor de la naturaleza”.
El presidente electo Ollanta Humala, inaugurando lo que sería un estilo, inicialmente afirmó: “Mejorará el panorama de la ciudad”, para luego decir: “Menos monumentos y más obras”. El ingenio popular rebautizó con los apodos ya conocidos a la inocente escultura. Otros opinaban que nunca nada malo se debería decir sobre Jesús, así fuera de plástico.
García, haciendo caso omiso al cargamontón, declaró que la obra no significaría carga a la caja fiscal, pues para su ejecución se había conformado un patronato de empresas brasileñas, y que él mismo había hecho un aporte personal de “como 100 mil soles de mis propios ahorros”. Su interés era de orden místico:
Quisiera que sea una imagen que bendiga al Perú y proteja a Lima.
HABITARÁ ENTRE NOSOTROS
También bajo reserva había avanzado el trabajo de ingeniería para recibir a la resina santa. Mientras que en Bahía se le encargaba al escultor Tatti Moreno hacer un modelo de la obra, en Lima se convocaba a la empresa Abbings para que se encargara de la ingeniería y al estudio DLPS para definir la base y ubicación en el morro.
Se habían evaluado Cristos similares, tales como el Cristo de Noas en Coahuila, México; el Cristo Rei en Lisboa; el Cristo de la Concordia en Cochabamba, Bolivia; y por supuesto el referente máximo, el Cristo Redentor de Río de Janeiro. Se citaba el caso de la Estatua de la Libertad en Nueva York, obra de Gustave Eiffel, como ejemplo de escultura que es en realidad una estructura metálica revestida. La diferencia estaba en la prestancia de los materiales elegidos. Una pátina señorial reviste al cobre envejecido; mientras que con el paso del tiempo lo único que adquiere la fibra de vidrio es un lustre sanitario afín a la reminiscencia higiénica.
A pesar de ser el morro zona intangible, voluntariosamente se proponía en torno al Cristo un proyecto turístico que comprendía un funicular, un santuario y una plaza gourmet con restaurante temático in situ. Dado lo temerario que suponía una visita al morro, ese lugar tranquilamente podría haberse llamado La Ultima Cena.
HABLA EL ARTISTAOctavio de Castro Moreno Filho, conocido artísticamente como Tatti, nació en Salvador de Bahía en 1944. Hijo y hermano de pintores, su hermano fue baterista de Gilberto Gil y Caetano Veloso. Moreno demostró inquietudes artísticas desde la adolescencia construyendo muñecos y figuras humanoides con desechos que tenía a mano. Hizo su carrera en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Bahía, donde se empezó a hacer conocido por recurrir a elementos de la cultura popular para nutrir su arte.
En un tono más personal, este artista septuagenario prefiere la colonia CK One de Calvin Klein, jamás usaría pijama completa o zunga, su mayor defecto es olvidar nombres y de no haber sido artista plástico hubiera sido bailarín. Tatti Moreno es el escultor de cuyas manos brotó el Cristo del Pacífico.
Ubicar a Tatti Moreno supuso navegar por una cadena de contactos de WhatsApp, la teoría de Kevin Bacon [3]. Estaba de vacaciones y pasando un momento difícil aunque sin precisar la naturaleza del mismo. Tatti, hombre mayor, gentil y amable, perdió un ojo cuando su hijo, de pequeño, en un accidente desafortunado le disparó un arma en la cara. Tatti se tomó un par de semanas en responder algunas preguntas:
—Siendo el Redentor de Río de Janeiro una maravilla icónica mundial, ¿no hubiera sido preferible evitar reproducir su estampa? ¿No era posible hacer un Cristo distinto al de Río?Observé que el Cristo Redentor está bendiciendo la ciudad de Río de Janeiro, con los ojos tornados hacia abajo y las manos impuestas sobre la ciudad carioca. Mientras que el Cristo del Pacífico está con la mirada y las manos dirigidas hacia arriba pidiendo al Dios Padre protección para la ciudad de Lima.
—Como es inevitable, hubo inicialmente algunos reparos sobre el Cristo. Se decía, por ejemplo, que según Alberto Durero el cuerpo humano debería tener la altura equivalente a 8 cabezas; mientras que el Cristo del Pacífico –al estilo griego– tiene el cuerpo del tamaño de 7 cabezas. ¿Por qué prefirió la escuela griega a la del renacentista alemán?Durante aproximadamente un año y medio, mi equipo y yo proyectamos y realizamos la escultura. No seguí intencionalmente ninguna escuela. Adopté la proporción comúnmente usada.
—¿Ha tenido usted oportunidad de visitar el Cristo del Pacífico en Lima? ¿El presidente Alan García le hizo algún comentario memorable sobre el resultado final? ¿Qué siente cuando lo ve? ¿Es usted muy practicante? ¿O en todo caso, cuál sería su pecado favorito?La inauguración del Cristo está filmada, se muestra el discurso del presidente García refiriéndose a la escultura con emoción. Después de la inauguración no tuve oportunidad de volver a Lima. Para mí sería una emoción muy grande volver a verlo. Soy católico pero no rígido con los rituales religiosos, como ir a la iglesia con mucha frecuencia. Hago mis oraciones diariamente en casa. En cuanto a los pecados, ¡me considero un hombre normal que gusta de vivir!
—Una poética de la fe—El Cristo del Pacífico tiene una visibilidad estimada en un radio de 20 kilómetros a la redonda. Mientras más lejos se observe mejor luce. En el penoso sentido de lucirse como copia del original.
Pero la duplicidad es imposible. La construcción del Cristo Redentor de Río supuso un lapso de diez años (1921-1931), entre debates y consideraciones estéticas y del material a emplearse. Además, el monumento brasileño se hizo posible en gran parte gracias a una colecta pública. Los nombres de los benefactores se enterraron junto con los cimientos, haciendo de la discreción una virtud. Posible deseo trunco de los aportantes del Cristo limeño.
Acaso la razón de ser de esta imagen repose en terrenos intangibles, como los son los de la fe y la poesía. Recuérdese el aporte que sobre el particular ofrece el poema “Morro del sol, enero 13”, también creación del señor García, puesta a disposición de los lectores en enero del 2014.
El poema, dedicado a Fernando de Szyszlo, es un homenaje al morro, su gesta y la ciudad que tutela, referida como “vaca del nuevo mundo”. Finaliza, asentado en la masacre que fuera la Batalla de San Juan, elevando un clamor que adquiere vigencia, ya que podría ser un ruego actual del autor ante el Cristo de plástico:
¡Haz, Señor, tu voluntad!
La poesía, ese abrazo universal, permite anexar la poética presidencial con la rima contemporánea de un vate provinciano, asaz entusiasta del vuelo místico que inspira el Cristo del Pacífico.
Así escribe el casmeño Dennis Angulo en poemario inédito intitulado “No entiendo ni un carajo”:
¡Fibra de vidrio bendita!Protección de la ciudadMás rápido que una estampitaCumples con velocidadLo que la buena fe solicita
¡No tiraré piedra primero!(Pecadores los somos todos)¡Gloria al mártir Toledo!¡Corre, mi cholo viajero!Y te pido, de todos modos, ¡Protege a tu pueblo coimero!
Bien dicen que la poesía es la oración de los que no pueden creer.
[1] Jesús es más que una simple y llana teoría / ¿qué haces hermano leyendo la Biblia todo el día?/(…)/Jesús no bajes a la tierra quédate allá arriba/ todos los que han pensado como tu ya están boca arriba.[2] Mañana domingo se estrena la nueva temporada de “The Walking Dead”.[3] Teoría que postula que entre dos personas sobre el planeta existen seis o menos conocidos en común. Tweets by Luces_ECpe