Aprender a hablar en público a través de una pantalla puede parecer una tarea imposible, pero el profesor de oratoria del Miss Venezuela, Dave Capella, se muestra confiado de los resultados que lograron sus 22 alumnas de cara a protagonizar esta noche lo que será la primera edición del certamen de belleza marcada por el coronavirus y una crisis política, social y económica que no tiene cuando acabar.
Capella relató a The Associated Press que en una primera etapa trabajó en grupos con las candidatas, y luego pasó a un entrenamiento individual por WhatsApp en el que se concentró en enseñarles a respirar, desenvolverse en escena, dicción, oratoria, y el uso del teleprompter.
Al hablar de las dificultades que debió sortear para entrenar a distancia a las jóvenes, admitió que fue complicado identificar la “manifestación del miedo escénico”, pero que logró superar ese obstáculo pidiéndole a las candidatas que se sinceraran y reconocieran sus temores.
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Entre escándalos y demandas
Por primera vez en casi siete décadas, la llamada “noche más linda” de Venezuela no será tan bonita. Tras dos años de escándalos y demandas, recordemos que en certámenes anteriores, los presentadores informaban a la audiencia las tallas de las concursantes, creando un clima de polémica después de conocerse que varias de ellas eran sometidas a cirugías plásticas y estrictas dietas para alcanzar la “medida perfecta”; ahora se suma la pandemia del coronavirus el que golpea a uno de los concursos de belleza más importantes del planeta.
La realidad hoy es otra y los organizadores se han visto en la necesidad de hacer un certamen mucho más modesto. Este año los espectadores tendrán que conformarse con desfiles y una coronación grabadas. El Miss Venezuela, al igual que muchos programas televisivos alrededor del mundo, ha tenido que adaptarse a las exigencias del distanciamiento social impuestas desde mediados de marzo y a estrictas normas de bioseguridad para garantizar que ninguna de las 22 candidatas, las decenas de personas que trabajan alrededor de ellas y el equipo del canal privado Venevisión, que produce y transmite el programa, resultaran contagiados.
“La necesidad agudiza el ingenio”, afirmó la gerente general de la organización, Nina Sicilia, al hablar de los retos que representó, en medio de una pandemia y de la compleja crisis que golpea a Venezuela, sacar adelante la 67ma edición de un certamen que ha desembocado en siete coronas de Miss Universo, seis de Miss Mundo, siete de Miss Internacional y otros 100 centros, y que ha convertido a la nación suramericana en referente mundial de los concursos de belleza.
“Lo que hemos hecho es reacomodarnos, reajustar los recursos disponibles, las oportunidades, y tener algo siempre en mente que es el foco y el objetivo: hacer un Miss Venezuela”, expresó Silicia, Miss Internacional 1985, en una entrevista con The Associated Press. Hace dos años, Sicilia, María Gabriela Isler (Miss Universo 2013) y Jacqueline Aguilera (Miss Mundo 1995) asumieron el comité ejecutivo de la organización, que fue sometida una reestructuración tras la abrupta salida de Osmel Sousa, el llamado zar de la belleza venezolana, quien dirigió el certamen por casi cuatro décadas.
Para Ricardo Di Salvatore, productor ejecutivo de Venevisión, la edición de este año del Miss Venezuela fue un “experimento” que llevó a un gran reacomodo. “Hacer un programa que has venido haciendo durante tanto tiempo y viviendo la adrenalina del ‘en vivo’ por 3 horas se convirtió en dos meses y medio de grabaciones individuales con las participantes, donde las normas de bioseguridad fueron también protagonistas”, dijo.
Así, los organizadores decidieron grabar a cada una de las candidatas por separado sin tapabocas, en los diferentes desfiles y apariciones en escena, y luego ensamblar todas las tomas en postproducción para simular que estaban juntas. El resultado se verá esta noche por Venevisión.
Sicilia descartó que el hecho de que certamen sea pregrabado vaya a restarle emoción. Recordó que durante el “opening” del show todas las candidatas lloraron en los desfiles y tuvieron que retocarles el maquillaje y volverlas a grabar desfilando. Esta edición, el proceso de preparación de las candidatas, que se extendió por unos seis meses, también sufrió cambios, ya que se realizó casi en su totalidad por internet y sólo contó con una clase presencial semanas antes del evento, en un gran salón de Venevisión, donde las jóvenes fueron divididas en pequeños grupos guardar distanciamiento social y debieron usar tapabocas.
Bajo un estricto confinamiento en sus casas, las 22 aspirantes — mujeres de 18 a 26 años que incluyen médicos, abogadas, periodistas, educadoras y hasta una excadete de la Armada — debieron aprender a distancia a caminar por la pasarela, maquillarse y desenvolverse ante las cámaras, con la ayuda de aplicaciones como BlueJeans y WhatsApp.
(Con información de AP)
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