Sonriente o combativo, pensativo u observador, el rostro de Fidel Castro sigue acompañando a los cubanos en el día a día, tres años después de su muerte.
Su presencia iconográfica está presente en toda Cuba, como constató AFP en un recorrido por carretera hasta el extremo más oriental de la isla.
No solo en La Habana o Santiago de Cuba, las dos mayores ciudades, Fidel (1926-2016) forma parte del paisaje en pequeños pueblos como San Luis (este) o Jatibonico (centro).
Incluso en Guantánamo, extremo este, muy cerca de la base naval norteamericana, la única “frontera” de la isla con su enemigo durante décadas.
Es más que escenografía. Fidel sigue siendo el hombre que despierta pasiones extremas. Tres años después de su muerte, el 25 de noviembre de 2016, es el benefactor de todo lo bueno que pasa en Cuba, o el culpable de una herencia nefasta e inagotable, según quien lo recuerde.
“Somos continuidad”, es la divisa del presidente Miguel Díaz-Canel, quien cita a Fidel frecuentemente, pero descentraliza y delega funciones del gobierno que “el Comandante” acumuló en un fuerte liderazgo personal.
También convoca a la “unidad”, principal legado de Fidel frente a las adversidades y la política de Estados Unidos.
El tercer aniversario de su muerte tiene como telón de fondo el reforzamiento del bloqueo que mantiene Washington desde 1962, acusando al gobierno cubano de oprimir a sus ciudadanos y de apoyar militarmente a Nicolás Maduro en Venezuela.
El gobierno de Díaz-Canel rechaza esas acusaciones y las enfrenta con la misma propuesta de Fidel en los días más duros de la crisis económica (Período Especial) de la década de 1990: “Resistir”.
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