A veces las historias de amor de la vida real superan a las de la ficción, aunque pocas tienen telenovelas de intermediarias como en la historia de Julia Gutiérrez Arias, quien jamás imaginó que conocería al amor de su vida y padre de sus hijos en la casa de los Pinzón Solano, de “Yo soy Betty, la fea”.
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Si bien los intereses comunes pueden alentar un enamoramiento, el caso de Julia es singular. Mientras ella es una gran fan de “Yo soy Betty, la fea”, Miguel no tanto como podría esperarse, aunque su relación con la telenovela es bastante cercana: vivía en la misma casa donde se grabó la telenovela.
En ese marco, ella no tenía ni idea de lo que encontraría cuando le anunciaron que había sido aceptada para una pasantía en Colombia. Ella estaba en Perú y pronto viajaría a Bogotá para hacer sus prácticas, por lo que cambió hasta su hotel para estar más cerca de la famosa casa donde Betty tanto lloró por Don Armando.
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La historia fue compartida por El Tiempo, una que se remonta al 2013 cuando la telenovela ya tenía aproximadamente 14 años desde su primera transmisión. Lo que iba a ser una pequeña visita a la casa que alguna vez vio en la televisión se convirtió en el inicio de una historia de amor digna de una telenovela.
LA HISTORIA DE AMOR DE MIGUEL Y JULIA QUE NACIÓ POR “YO SOY BETTY, LA FEA”
Tal como se cuenta en ET, Julia había cambiado su hotel donde se hospedaba para quedar cerca a Teusaquillo y así poder visitar el barrio donde se encontraba la casa de Betty. La misma se encontraba en carrera 18 con calle 42A, dentro del barrio Santa Teresita y que en ese entonces estaba habitada.
Como se recuerda, diez años después de servir como locación para las grabaciones de “Yo soy Betty, la fea”, la casa fue comprada por Rosalba Benítez y su hija Ana Feliza Andrade. La casa no se encontraba en buen estado, pero fue remodelada y puesta una reja al rededor para que las personas no puedan dañarla.
El hijo de doña Rosalba, Miguel Antonio Andrade y el otro protagonista de esta historia, no se encontraba muy bien en el 2013. Se sentía muy solo, tenía dificultades familiares y trabaja un doble turno en una fábrica de bolsas. El 11 de mayo de ese año, cuando regresaba a su casa, encontró a Julia en la puerta de su hogar.
Ella tenía unas obleas para agradecer que le permitieran tomar fotos y ese día Miguel se olvidó del cansancio. Como obra del destino, era la tercera vez que visitaba la casa, pero esta ocasión Miguel quedó impactado por ella y, como él mismo menciona, sintió una profunda tranquilidad:
“Apenas la vi se me espantó el cansancio. Cuando la vi sentí una profunda tranquilidad como si la promesa de Dios hubiera llegado por fin hasta mí," comentó luego de contar un sueño muy especial donde Dios le decía que la mujer de su vida llegaría a la puerta de su casa. “Me enamoré de su forma de ser, de su inteligencia. Sentí que llegaba a mi vida no para cargar mis problemas, sino para ayudarme a salir de ellos”.
Por su parte, Julia también sintió algo por él, ya que admitió que hasta ese momento ella pensaba que todos los hombres eran machistas y mujeriegos, pero la forma en la que la trató Miguel hizo que cambiara todo pensamiento negativo sobre el amor. “Lo que yo pienso es que Dios nos guarda una persona especial y luego la pone en nuestro camino”, comentó en la entrevista.
Ese sábado ellos fueron a almorzar hamburguesas, conocer el centro histórico e incluso a bailar. Lastimosamente, el tiempo de su pasantía terminó y Julia tuvo que regresar a Perú, aunque ambos continuaron comunicándose por Skype. Para julio de ese año, Julia regresó a Bogotá por un tema de su tesis, aunque Miguel era su verdadera razón.
A finales del 2013 Miguel viajó a Perú por casi un mes para conocer a la familia de su amada y luego ella lo acompañó de regreso a Colombia para conocer a sus padres y hermanos. Más pronto que tarde, se comprometieron y para junio del 2014, se casaron en la Iglesia de Santa Teresita, la misma que vio a Betty y Don Armando darse los votos en la telenovela.
Con el tiempo, como a toda pareja, los problemas vinieron, pero siempre lograron salir adelante. Vivieron tres años en la casa de Betty y en el 2016 nació Miguel Ángel, su único hijo. Fue un parto complicado y Julia estuvo al borde de la muerte por un error médico, pero tener a Miguel a su lado la ayudó a superar toda complicación.