El querido “Chavo del 8″ no siempre vivió en el barril de la vecindad. El libro “El Diario de El Chavo del Ocho”, texto póstumo de Roberto Gómez Bolaños, actor que interpretó y creó el personaje, revela varios pasajes desconocidos de la historia de uno de los personajes más entrañables de la televisión mexicana.
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El personaje jamás conoció a su padre y su madre, cuenta el libro, un día dejó de pasar por él a la guardería en dónde lo dejaba para irse a trabajar. El Chavo que -según se revela en la publicación- se llamaba en realidad Rodolfo Pietro Filiberto Raffaelo Guglielmi, terminaría en un orfanato, que estaba a cargo de una mujer llamada Martina. Ella solía golpear a los huérfanos y él no fue la excepción: un día le pegó hasta que le sangró la nariz.
“La señora Martina se iba haciendo cada vez más pegalona, yo pensé que lo mejor sería escaparme del orfelinato. Pero nunca se me ocurrió la manera de hacerlo. Esto sucedía porque yo era tonto y por lo tanto me faltaba imaginación para que se me ocurrieran buenas ideas”, dice el diario.
¿CÓMO LLEGA EL CHAVO DEL 8 A LA VECINDAD?
Uno de esos días, narra “El Chavo” en el texto, después de tanto maltrato y que nadie lo adoptara por estar grande, se desesperó al punto de no poder hacer nada más que llorar de la desesperación. La directora el orfanato le preguntó qué le pasaba y cuando le dijo que quería irse del lugar, ella le abrió la puerta y lo dejó marcharse en un día de tormenta.
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Caminó entre calles y callejones hasta que llegó a un mercado, donde una señora le regaló una zanahoria y un señor una torta de jamón, su alimento predilecto.
De acuerdo con la obra, comenzó a llover, por lo que el personaje se metió a una vecindad donde fue refugiado por la anciana que vivía en el número ocho y que luego él ayudaba porque sufría de Parkinson. Sin embargo, cierto día ella falleció y todo para él cambia.
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El personaje da a entender que no acudió al funeral y que fue desalojado cuando un nuevo inquilino llegó a la vecindad. Finalmente, explica que aunque pasa buen tiempo dentro del barril, ubicado en el patio, para esconderse y jugar; la verdad es que nunca duerme ahí, sino en la casa de sus amigos en la vecindad.