La danza y los juguetes están a tiempo completo en los días de “Tilin”. Aun conserva sus queridos carritos y a la vez se da tiempo para practicar el baile y no perder forma. Todo bajo la supervisión de su abuela. Foto / César Grados / @photo.gec
Los colores vivos de este traje llamaron su atención al verlo por televisión. De inmediato indago su procedencia y no dudo en pedir uno. Sus abuelos le consiguieron y así empezó todo. Empezó a practicar mas y mas los pasos del danzante de tijera con su nuevo regalo , lleno de lentejuelas, hilos dorados , plumajes y flequillos. Foto / César Grados / @photo.gec
Su risa es contagiante. Sus travesuras son el pan de cada día. “ Saca canas verdes a cualquiera” nos cuenta su abuela. Hay tiempo para todo en casa de “Tilin”, para jugar, reír, bailar y sobretodo soñar con un futuro mejor. Foto / César Grados / @photo.gec
Hace poco su hogar estuvo de luto. Por semanas solo hubo tristeza. Pero la vida continua , y eso lo sabe muy bien su abuela. “ Lloramos mucho por la partida al cielo de mi esposo. Pero la vida continua y mi niño tiene que ser el mejor de todos. Cada dia se prepara mas en el baile y a penas termine la pandemia regresara a la escuela. Mientras viva trabajare para mi nieto” “Tilín” desde su habitación aun juega con su traje y le promete a su abuela llevarla por todo el mundo. Foto / César Grados / @photo.gec
“ Nunca pensé que la fama llegaría a nosotros por mi niño. Siempre estoy al tanto de lo que necesita y lo ayudo a vestirse , a ponerse su trajecito. Sus padres tienen muchos conflictos y yo lo cuido, y así será hasta el fin de mis días. Hace poco falleció mi esposo y estuvimos muy tristes en casa. Pero no puedo derrumbarme. Mi nieto me necesita” nos relata doña Gaudencia. Foto / César Grados / @photo.gec
Las exigencia físicas para el danzante de tijeras son enormes. Los campesinos los llamaban «Supaypa Wasin Tusuq». El niño Luis Angel sabe de esta responsabilidad. Su familia es de origen huancavelicano. Toda una tradición que ya lo envuelve a sus cortos 8 añitos. Foto / César Grados / @photo.gec
Su abuela lo llena de consejos cada día. “ Hay mucha gente mala que quiere aprovecharse de mi nieto. Hay llamadas perdidas en mi celular o mensajes de supuestos empresarios interesados en un show. Pero todos son delincuentes. Siempre le digo a Luis Angel que cualquier cosa siempre me consulte” nos relata Doña Gaudencia preocupada por lo que le pueda pasara a la criatura. “ Tiene mucho por recorrer, conocer mas el mundo. Escaleras pendientes por subir si quiere ser alguien en la vida” Foto / César Grados / @photo.gec
Leyenda: “ Quiero ser el mejor de los danzantes, ir por el mundo, comprarle muchos regalos a mi abuela y a mis tías” Nos cuenta el pequeño Luis Angel mientras se alista para una nueva presentación en su barrio para alegría de sus vecinos que ya lo ven como toda una celebridad. Foto / César Grados / @photo.gec
Cada baile implica mucho esfuerzo físico y en ocasiones el traje de “Tilin” sufre estragos. Pero su abuela estará siempre atenta a cada detalle. Aguja e hilo y su prodigiosa mano terminaran reparando cualquier rotura. Foto / César Grados / @photo.gec
Si algún día lo ven bailando, siempre será con una sonrisa. Muchos danzantes de tijeras se muestran serios e inmutables, pero ese no es el estilo del pequeño bailarín. Se nota de inmediato lo mucho que disfruta cada acrobacia por mas difícil que les pueda parecer. “ Este niño nunca se cansa “ se le escucha decir a un vecino. Foto / César Grados / @photo.gec
“ Mi abuelita es muy estricta. Me lee libros de la escuela, me prepara el desayuno y me lleva a su trabajo. No quiere que me quede solito en casa. Me dice que hay mucha gente mala que nos puede herir y robar. La quiero mucho” Doña Gaudencia se desempeña como cocinera en un restaurante en la avenida Universitaria en Comas. A media hora de su hogar. Por la pandemia el pequeño aun no puede regresar a la escuela. Foto / César Grados / @photo.gec
“Tilin” podría estar horas bailando. Siempre habrá algo nuevo en su espectáculo. Es imposible no sorprenderse y quedar cautivado. Para el no hay horario, ya sea de día o de noche, siempre hay un tiempo para rendirle tributo a esta danza milenaria. Foto / César Grados / @photo.gec