Cada 15 días, Rui Junior conduce ocho horas desde su Londrina natal hasta Sao Paulo para practicar sumo, deporte del que es el número uno absoluto en Brasil.
A sus 25 años y con 160 kilos, expone las dificultades que enfrentan los practicantes de esta milenaria modalidad de lucha en Brasil, donde es totalmente amateur pese a que es el país con la mayor colonia japonesa fuera de Japón.
“Hace años que necesito ir a Sao Paulo (para entrenar). Son 8 horas de ida y otras 8 para volver. Gasto bastante dinero, pero vale la pena, es una cosa que me gusta mucho”, explica a la AFP.
Rui, diez veces campeón brasileño y tres veces campeón sudamericano, es la gran atracción de los entrenamientos que cada fin de semana se realizan en el pabellón Mie Nishi de Sao Paulo, el único gimnasio público de sumo fuera de Japón.
En él, una decena de hombres y mujeres, ninguno de los cuales tiene rasgos orientales, entrenan juntos, sin separación por categoría. Con sus ‘mawachis’, los cinturones característicos que usan los luchadores, calientan en círculo alrededor del ‘dohyo’, la arena donde tratarán de derribarse y expulsarse a empujones.
Pero el tamaño de estos luchadores aficionados dista mucho de las enormes moles que pelean de manera profesional en Japón. Con su espesa barba y su barriga redonda, Rui Junior destaca de entre los demás, algunos de los cuales son bien delgados.
Sin nadie para entrenar en Londrina (estado de Paraná, sur), Rui Junior empezó a jugar a fútbol americano para no perder la forma.
“Me ayuda en la cuestión del contacto, tengo que hacer entrenamiento físico solo, porque el técnico es difícil. Aunque tengo una técnica razonable, necesito alguien para que me instruya, que me muestre donde me equivoco”, lamenta.
Sumo femenino en auge
Varios de ellos, incluido Rui Junior, se preparan para disputar el Mundial de sumo, que se celebrará en octubre en Osaka (Japón).
Entre las mujeres, el principal nombre brasileño es Fernanda Rojas, de 40 años y que se alista para representar el país “por sexta o séptima vez” en el Mundial.
Según ella, el sumo femenino ganó espacio en Brasil “cuando el sumo luchó para ser un deporte olímpico”.
“Hoy hay bastantes practicantes en el país, bastantes luchadoras, y cada día crece más, porque está en las escuelas, con proyectos escolares”, resaltó.
Rojas destaca el hecho de que los entrenamientos mixtos ayudan a hombres y mujeres a mejorar.
“Los dos se benefician, porque los chicos tienen más fuerza, dependiendo de la categoría, pero tienen que tener el dominio de la técnica, la habilidad para hacer el movimiento perfecto. Entonces no es sólo una cuestión de fuerza, es de habilidad también”, explica.
Luchando contra prejuicios
Para ayudar a difundir el sumo, Brasil cuenta con un entrenador enviado directamente por el gobierno japonés a través de la Japan International Cooperation Agency, conocida como JICA.
Una de las jóvenes promesas del país es Guilherme Vaz, de apenas 17 años, y que participará por primera vez en un Mundial, en categoría de peso medio.
“Estoy muy animado, creo que tengo la oportunidad de volver con medalla. Mis principales rivales son de Japón y Mongolia”, aseguró.
Vaz, a quien la pasión por el sumo viene de una larga tradición familiar, también tiene que desplazarse a Sao Paulo para entrenar con otros atletas porque en su región, cercana a la mayor ciudad de Brasil, no hay otros practicantes.
El joven, quien estudia y trabaja en una tienda de animales, admitió que intenta incentivar a sus amigos para practicar sumo, “pero es un deporte con muchos prejuicios”.
“Algunos creen que es extraño luchar sin camiseta, agarrando un hombre... nadie viene. Yo intento decirles que no es así para intentar cambiar su visión, pero es complicado”, comentó.