Elsa Lomas, de 52 años, retornó a casa tras pasar 315 días en el Hospital Gregorio Marañón (Madrid, España), al que llegó tras contraer covid-19. Aunque el contraer el virus le dejó secuelas, esta mujer ya se encuentra junto a su esposo y su hija para continuar su recuperación, esta vez desde el calor de su hogar. Conoce más sobre la historia de esta segunda oportunidad de vida que asombra al mundo entero.
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Su historia se remonta a abril del año pasado, cuando su familia canceló una salida luego de que ella ingresara al hospital con síntomas de coronavirus. El estado de Elsa se agravó y, apenas quince días después, ya estaba en UCI, en donde permaneció hasta mediados de septiembre.
Ella no recuerda la mayoría de las cosas que pasaron durante su larga estancia debido a que estuvo sedada. Sus pulmones aguantaron mediante ventilación mecánica y, durante un mes, estuvo con un sistema de oxígenación por membrana extracorpórea (ECMO), una opción terapéutica que ha demostrado tener efectos positivos en pacientes críticos, señala ABC de España.
Su caso es “la expresión de todo lo grave que le puede pasar a un paciente de COVID”, dijo María Eugenia García, médico adjunto del servicio de Medicina Interna del Marañón. Las complicaciones que tuvo como las secuencias de infarto cerebral, trombosis o múltiples infecciones se vieron agravadas por la patología previa de Elsa, un linfoma no Hodgking.
Más de 300 trabajadores de distintas especialidades participaron en la larga recuperación de Elsa. Un despliegue que incluyó profesionales de enfermería, celadores, técnicos en cuidados auxiliares de enfermería, fisioterapeutas y médicos de los servicios de Medicina Interna, UCI, Enfermedades Infecciosas, Neumología, Rehabilitación, Psiquiatría, Endocrinología y Nutrición, Neurología y Hematología.
Pasó el tiempo, Elsa despertó y, con el pasar de los meses, mejoró. “Vamos viendo que poco a poco sale la Elsa de siempre, la que no conocemos pero asumimos que es así. Una persona resiliente, fuerte, con muchísimas ganas de vivir”, relató Sofía Martínez, enfermera de Salud Mental, quien tiñó el pelo de la paciente poco antes de que fuera dada de alta. “Hay que sentirse guapa, una mujer, una persona... no un paciente”.
“Me parece que es un milagro, estuve muy malita”, dijo Elsa con la voz entrecortada tras el calvario de diez meses en el hospital. Ahora, se encuentra junto a su familia y aunque siente algo de miedo por la ausencia de los enfermeros que estaban pendientes de ella las 24 horas, piensa de forma positiva: “tengo unas ganas locas. Como en casa en ningún sitio”, agregó.
La mujer fue despedida con la canción “Cumpleaños feliz” debido a que fue dada de alta días antes de cumplir 53.