Caroline fue la primera personalidad en Instagram en ser considerada como una influencer. (Foto: nytimes.com)
Caroline fue la primera personalidad en Instagram en ser considerada como una influencer. (Foto: nytimes.com)
Redacción Mag

Caroline Calloway fue una personalidad de quien se hizo tremendamente en esta por su glamuroso estilo de vida envidiado por millones de seguidores, pero su se tornó sumamente oscura cuando confesó estafó y explotó a más de 850 mil de sus followers para su propio beneficio, tras lo cual fue apodada como la “peor influencer del mundo”.

Y es que ella confesó que todo el tiempo mintió sobre el tipo de vida que mostraba en sus plataformas virtuales, al punto que vendió boletos por 165 dólares para que los usuarios puedan conocerla. Su retorcido sentido de la sinceridad hizo que la llamaran masivamente “estafadora”, pero esto poco o nada le importó, de hecho, comenzó a ostentar este título, lo cual indignó a muchos más.

La primera influencer de Instagram

La mujer de los , quien hoy tiene 30 años, es oriunda de Falls Church, Virginia, y el escándalo fue tal que incluso cuenta con un documental publicado por la BBC y cuando comenzó a hacerse grande en Instagram llegó a afirmar que anhelaba que sus seguidores envejezcan con ella, que la vieran enamorarse y demás, lo que provocó todo un fenómeno en la mencionada red social, donde hubo no poca gente obsesionada con ella.

Pero, ninguno de estos sabía que todo se trataba de un plan sumamente elaborado de parte de Caroline: “Compré 20 mil seguidores y luego compré anuncio antes de que los anuncios fueran una cosa cotidiana (…) me dirigí a fandoms de libros como Harry Potter, Divergence y Hunger Games, ya que quería más lectores, no seguidores”.

Ciberacoso tras ruptura amorosa

De hecho, cuando comenzó a salir con Oscar, un jugador de polo, documentó toda su relación hasta su final en 2017, momento que aprovechó para hacer infinidad de publicaciones donde exponía su “dolor” tras la ruptura, aunque luego se supo que le fue infiel en más de una ocasión. De hecho, el ex le pidió que dejara de hablar de él, así como detenerse en etiquetar a su nueva novia, la cual recibía ataques de sus seguidores.

“Caroline, hace más de un año que nos separamos, por lo que creo que es muy inapropiado que sigas escribiendo sobre mi vida, incluido el nombre de mi novia. Esto no es arte, es ciberacoso. Por favor, para”, escribió el sujeto posteriormente.

Caroline hizo un brutal ciberacoso a su expareja, Oscar, una vez que rompieron con la relación. (Foto: thesun.co.uk)
Caroline hizo un brutal ciberacoso a su expareja, Oscar, una vez que rompieron con la relación. (Foto: thesun.co.uk)

Escritora y artista fracasada

Sus intentos de ser escritora siempre se estrellaron contra la pared. Una de estas fue con la ayuda de sus seguidoras, firmó contrato, pero la editorial lo canceló, pero ya se había gastado el dinero (500 mil dólares). Posteriormente, intentó vender 34 páginas por 20 dólares, luego 1000 dólares por un mensaje de agradecimiento en sus historias de Instagram.

En 2016, se mudó a un lujoso departamento en West Village, Nueva York, aquí quiso vender arte, pero sus intentos fueron fallidos recibiendo burlas por ello: “Dos puntos de pintura y caritas sonrientes”, dijo la escritora Sophie Ross.

En 2018, ideó otra forma de sacarle dinero a sus seguidores: inició una gira para tener contacto con sus fans, obviamente, previo pago de 165 dólares, prometiendo dar comida y obsequios, promesas que no tardó mucho en romper; poco tiempo después canceló varias fechas.

“Estafadora”

Esto provocó la ira de muchos fans que no dudaron en comunicarse con ella para reclamarle, uno de estos la llamó “estafadora” públicamente y la ola de críticas no tardaron en llegar, pero buscó sacar provecho de eso creando y comercializando camisetas que se burlaba de la situación.

No contenta con esto, siguió tratando de explotar su merecida mala reputación creando un taller al cual bautizó “La Estafa”, además de vender un “aceite de serpiente” en línea: “La historia siempre tendrá una estafa adjunta a mi nombre, así que también puedo ser dueño de ella. Mis pasatiempos incluyen estafar, soy la mejor en eso porque nunca me han atrapado”, dijo en 2019.

La pobreza llama a su puerta

Con los años, la situación de Caroline se hizo más precaria, afirmando que no podía, incluso, pagar los 2.75 dólares que cuesta el transporte público, por lo que decidió vender su ropa vía Instagram: “Realmente, necesito que compren estas cosas”.

Caroline, con diversos intentos fallidos, intentó ser escritora y pintora. (Foto: thesun.co.uk)
Caroline, con diversos intentos fallidos, intentó ser escritora y pintora. (Foto: thesun.co.uk)

Con la llegada de nuevas plataformas, abrió una cuenta en OnlyFans, donde llegó a recaudar 100 mil dólares, dinero con el cual pagó la deuda a los que fueron sus editores. Pero su situación estaba lejos de mejorar, pues Vice News expuso que no pagaba el alquiler de su departamento, con una morosidad que superaba los 40 mil dólares.

Seguidores hartos de Caroline

La controversia estaba lejos de apartarse de la vida de Caroline, pues se vio forzada a admitir que buena parte del contenido de su libro fue escrito por un amigo suyo entre 2013 y 2018, siendo esta la cereza del pastel por cuanto tuvieron que soportarla: “Ella es realmente repulsiva”, dijeron miles de usuarios de Instagram.

En 2021 escribiría: “¿Saben lo difícil que es conjurar la fama y el dinero de la nada? (…) es un fastidio ser malinterpretada y, definitivamente, es fastidioso ser troleada, intimidada, cancelada. Es tóxico. Pero, en general, quiero fama, poder y dinero. La gente que habla de mí es parte de eso”, poco tiempo después borraría absolutamente todas sus publicaciones en redes sociales.

La amistad no importa, sí el dinero

Finalmente, Genevieve, una antigua fanática de Caroline, asegura que se conocieron, pero quedó decepcionada de la experiencia: “Ella no me valoró como persona, sino como un producto que podía usar para marcas y editores (…) tengo la sensación que no hemos visto lo último de ella”, sentenció a The Sun.


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