Lo que se supone que sería un hermoso momento familiar durante la cena de Navidad, terminó siendo todo lo contrario para un joven llamado Juan de Argentina, que pasó todo un calvario ese día gracias a un pequeño descuido y acá te contamos su historia, la misma que se hizo viral en redes sociales gracias a una publicación en Twitter.
Juan estaba con toda su familia durante la Nochebuena, pero en unos cuantos segundos todo cambió. Y es que el chico en cuestión se puso en la terraza y no se percató de que la puerta a dicha zona del domicilio fue cerrada desde adentro, por lo que no tenía como entrar y seguir compartiendo con sus seres queridos.
En vez de notar que faltaba alguien en su celebración, los demás miembros de la familia armaron la fiesta en la casa pues empezaron a tomar algunas bebidas alcohólicas y también a bailar entre ellos, creando un grato momento entre todos los presentes.
Mientras tanto, Juan, quien seguía encerrado en la terraza, comenzó a gritar para que le abran la puerta pero toda la bulla de la música evitó que alguien lo escuche. Es más, también intentó llamar por celular y mandar mensajes, pero nadie estaba atento a sus teléfonos, por lo que ninguna persona fue a abrirle la puerta.
Juan y su encierro se viralizaron en Twitter
Cansado de que nadie le haga caso, el joven argentino escribió en el grupo familiar de WhatsApp reclamándole a todos por haberlo encerrado y no abrirle la puerta pues prefirieron ir a tomar y bailar.
Antonio, primo de Juan que no pasó la Navidad en la misma casa, sí estuvo atento a lo que sucedió y vio los mensajes de WhatsApp, aunque nada podía hacer al estar en otro lugar. Sin embargo, lo que sí hizo fue compartir una captura del divertido suceso y así compartirla en su cuenta de Twitter.
Juan narra lo que pasó en Navidad
Durante una entrevista con TN, el afectado de aquella noche contó más detalles al respecto, haciendo énfasis en todo el esfuerzo que realizó durante varios minutos para que su familia pudiera oírlo o percatarse de que estaba encerrado en la terraza.
“Empecé a golpear la puerta más cercana a mi familia pero no escuchaban nada. También les grité pero no hubo caso, yo oía como reían y bailaban abajo y quería ir. Fue una aventura rara”, indicó.