No siempre es así. A varias personas el huevo no les sienta bien. Lo más probable es que se deba a la forma de cocinarlos. Los pasados por agua se digieren mejor que los duros o los fritos, que son los más calóricos debido al aceite. (Foto: Pexels)
Incorrecto, porque el color de la cáscara solo depende del tipo de la gallina que pone huevos, y no determina si son más o menos nutritivos. La raza, la salud y la alimentación tienen que ver en la calidad. (Foto: Pexels)
Incorrecto. Algunos deportistas los toman así ya que creen que les aporta más proteínas. Se equivocan, porque tienen las mismas crudos que cocidos. Además, tomarlos sin cocinar puede acabar en alguna enfermedad. (Foto: Pexels)
Es verdad, aunque sorprende ver que en las tiendas no es así. Se debe a que lo que hay que evitar siempre son los cambios de temperatura. (Foto: Pexels)
Existe cierta histeria para evitar que la cáscara más pequeña caiga dentro del huevo al romperse. Si esta pieza no es muy grande y lo pasas por las sartén no pasa nada. (Foto: Pexels)
Falso. Puede parecer desagradable, pero nada más. La gente suele pensar que esto se debe a que el óvulo ha sido fertilizado, pero es solo un signo de que se ha roto algún vaso sanguíneo antes de la puesta. (Foto: Pexels)
Mentira, se pueden seguir comiendo entre cinco seis semanas después de la fecha. Si están en mal estado se nota enseguida por el olor. (Foto: Pexels)
Es probable, pero no hay evidencia científica que respalden si son más o menos sabrosos o nutritivos que los de gallinas de avícolas. (Foto: Pexels)
Puede ser verdad gracias a su considerable aportación de vitamina A y del antioxidante luteína, que juegan un rol importante en la salud ocular. (Foto: Pexels)
Mentira. Se ha comprobado que comerlos ayuda a estabilizar los niveles de azúcar a lo largo de la mañana. Así uno se siente lleno más tiempo y hay menos necesidad de comer a media mañana. (Foto: Pexels)