El cambio de conducta en tu perro, muchas veces se debe a situaciones que le producen estrés y que ellos identifican como una amenaza. Los dueños deben aprender a reconocerlas para no confundirlas con mal comportamiento.
El estrés se manifiesta al destruir muebles u objetos de la casa, querer huir, meter el rabo entre las piernas, ladrar en exceso, lamer o mordisquear sus patas de forma compulsiva, orinar dentro de la casa, apatía o un exceso de actividad que lo convierta en incansable. Descubre qué cosas le pueden producir esta actitud.
Situaciones imprevistas como la muerte de un miembro de la familia, mudanza de alguno de ellos, discusiones, nuevos miembros (bebés o animales), visitas o remodelaciones, pueden afectar la conducta del perro.
El no poder salir a pasear, realizar juegos o tener interacción social con otros animales o personas.
La salida para el baño o control rutinario para aplicación de vacunas, son asociadas con situaciones traumáticas o de dolor. Aquí también se admite el pasar una temporada en una residencia canina que no sea su hogar habitual.
Ruidos estridentes y repentinos como los ocasionados por pirotécnicos, truenos, ambulancias o explosiones.
El pasar demasiado tiempo solos les puede generar ansiedad por separación. De igual manera los afecta el estar siempre encerrados en casa, no poder ingresar a ciertos ambientes del hogar o visitar constantemente el mismo parque.
Permanecer atado demasiadas horas, encerrados en espacios reducidos, ser golpeado, castigado o que se le tire fuerte la correa provoca estrés en la mascota.
Si está pasando por un episodio de estrés, no lo castigues pues puede empeorar. Acude a un especialista para tener pautas de comportamiento y ayúdalo con paseos de al menos una hora al día, que se relaciones con otros perros, ofrécele caricias y masajes suaves.