Cuando se trata de la cena del Día de Acción de Gracias, el pavo suele ser el protagonista indiscutible. Muchas personas asumen que mientras más grande sea, mejor será la experiencia: más porciones, más jugosidad y un despliegue impresionante en la mesa. Sin embargo, según Sandra Lee, reconocida chef de televisión estadounidense, esta creencia no siempre se traduce en el mejor resultado culinario.
Cuando se trata de preparar el pavo para el Día de Acción de Gracias, muchas personas optan por un ave de gran tamaño para impresionar a sus invitados. Sin embargo, Lee tiene un enfoque diferente: elegir dos pavos pequeños en lugar de uno grande.
“Hago dos pavos pequeños. No hago una gran cosa”, comentó Lee a New York Post. Según su experiencia, un pavo grande no solo requiere mucho más tiempo para cocinarse, sino que también aumenta las posibilidades de que algo salga mal. Lee prefiere los pavos más pequeños, de 10 a 12 libras, “que están realmente llenos de sabor”.
Los pavos más pequeños tienden a ser más jugosos y sabrosos. Al tener menos carne para cocinar, se logra una cocción más uniforme, lo que garantiza que cada porción esté en su punto exacto, sin zonas secas o poco hechas. “Hacer un gran pavo lleva mucho, mucho, mucho tiempo y puede ser un éxito o un fracaso”, explica.
Otra ventaja de los pavos de menor tamaño es que se cocinan más rápido. Esto no solo ahorra tiempo, sino que también reduce el estrés de estar pendiente del horno durante todo el día. Además, tener dos pavos pequeños permite mayor creatividad en la cocina. Por ejemplo, se pueden preparar con diferentes salsas o rellenos para satisfacer los gustos variados de los invitados.