“Recolectamos todos los días unas 60 botellas. Sacamos las tapas, las etiquetas, las lavamos, las secamos”, explicó Magdalena Guaitoso, una de las encargadas de la limpieza del aeropuerto de Baltra, mientras una aplanadora comprimía los envases para luego empaquetarlos y pasarlos por un escáner antes de cargarlos al avión. En el plan piloto del programa “libre de plásticos”, más de 12.000 botellas que dejaron los turistas en el aeropuerto se enviaron a una fábrica en el territorio continental de Ecuador, que da empleo a madres solteras, donde el plástico es convertido en tela. (Video: EFE)