Hace ocho años, la crítica a Lionel Messi era por sumiso, un crack casi indiferente a las circunstancias. Hoy, cuando la ‘Pulga’ se molesta sin usar filtros y arenga en el camerino, se está llegando al inverosímil extremo de cuestionar su correcto liderazgo en la selección argentina. En esa volatilidad de opinión que tanto vemos en redes sociales, Messi pasó de ser excesivamente buena gente a un provocador sin códigos que desconoce el Fair Play.
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Ni aquel Messi del 2014 era el doctor Jekyll, ni este de Qatar 2022 es el señor Hyde. Como explicaba ayer el periodista argentino, Juan Pablo Varsky, esta no es una historia de dualidad en el comportamiento, sino simplemente que estamos ante la consecuencia del paso de los años.
Guillem Balague, probablemente el escritor que más conoce a Lionel, explicó más de una vez que el ‘10′ cuestionaba abiertamente algunas decisiones de Pep Guardiola. Quizá el único cambio es que ahora, con 35 abriles, el rosarino toma menos previsiones con las formas. Ya no se tapa la boca, como cuando discutía con Sergio Ramos en los clásicos españoles, hoy frente a los micrófonos de un canal de TV le dice “bobo” al neerlandés Weghorst.
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”A veces sobreanalizamos el fútbol”, explicó hace unas semanas Pablo Aimar, asistente técnico de Scaloni e ídolo de la infancia de Messi. El balance de los gestos de la ‘Pulga’ también se acompaña por el debate sobre las “formas correctas” de festejar un gol. Hemos llegado al extremo de hacer hilos cuadro por cuadro en redes sociales para explicar por qué un equipo, como Argentina, festeja una clasificación mundialista con alegría, bronca y una dosis de confrontación. Lo hizo el noruego Geir Jordet acompañado de su conocimiento en psicología deportiva. ¿El diagnóstico? Argentinos y neerlandeses estaban hostilizándose desde los 20 minutos finales del segundo tiempo y eso fue calentándose hasta la ebullición.
“No olvidemos que los futbolistas son personas y este deporte es el más emocional de todos”, repite Varsky, con el objetivo de cerrarle el telón a ese juicio “semifinal” al que son sometidos los que no se midieron en sus festejos en la Copa del Mundo. En tiempos de ‘memes’ para burlarse de los rivales (quien no haya compartido uno que tire la primera piedra), es bastante doble discurso criticar a los que bailan como Lucas Paqueta o si Messi le hizo las orejas de Topo Gigio a Van Gaal.
Desde Juan Carlos Oblitas hasta el mismo Ricardo Gareca alguna vez me repitieron esta frase tan instalada en los técnicos: “en el fútbol más se pierde que se gana”. Una red social es la tentación eterna a ser políticamente correcto, por eso se está exagerando el examen moral a las celebraciones de los deportistas. Dejemos que Messi y todos los demás festejen. Como a Neymar ante Croacia, como al chileno Vidal cuando quedó fuera de Rusia 2018, a todos les llegará el momento de cobrar el vuelto.
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