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Nikolay Sofinskiy, embajador de Rusia en el Perú
Con interés me he puesto al corriente de las reflexiones de mi amigo, Embajador de Ucrania Oleksandr Mykhalchuk con motivo del 70 aniversario de la liberación de Ucrania de los agresores fascistas.
En primer lugar, quisiera saludar a nuestros colegas en la Embajada de Ucrania y en sus personas al siempre hermano para nosotros pueblo ucraniano con esta memorable data. No puedo dejar de aceptar la observación del Embajador que nuestros países están unidos por muchos acontecimientos históricos y momentos cruciales de los años de guerra a través de los cuales pasamos mano a mano a costa de las múltiples pérdidas humanas, sufrimientos más atrozes y privaciones de nuestros pueblos los cuales por medio de la hazaña sin precedente estuvieron mostrando la fuerza moral, cohesión y unión en nombre de grandes objetivos comunes.
Como ha subrayado en su mensaje de felicitación al pueblo ucraniano el Presidente de Rusia Vladimir Putin durante la Segunda Guerra Mundial y la Gran Guerra Patria nuestros padres y abuelos juntos y en la misma fila lucharon valientemente y con abnegación por la libertad y justicia.
La memoria de los caidos requiere la responsabilidad de cuidar cautelosamente las excelentes tradiciones de la amistad fraternal y ayuda mutua legadas a nosotros. Actualmente en estas condiciones es de mucha importancia educar nuevas generaciones a base de altos valores patrióticos, oponerse activamente a todos los intentos de recuperar la ideología fascista, atizar la discordia entre las naciones y falsificar nuestra historia común.
Muy a pesar nuestro tenemos que constatar que en el país de nuestros vecinos ucranianos se desarrollan estas alarmantes tendencias. ¿Cómo de otro modo se puede caracterizar la exaltación, que se realiza ahora en Ucrania sufrida mucho del nazismo, de las aspiraciones ultranacionalistas y reabilitación de la Organización de Nacionalistas Ucranianos y su brazo armado –Ejército Rebelde Ucraniano que en los años de guerra tuvieron mala fama precisamente por la colaboración con los nazis y limpiezas étnicas masivas de la población rusa, polaca y judía?
¿Cómo calificar de otra manera la ola de sentimientos extremistas desplegada en el país, manifestaciones de intolerancia religiosa, xenofobia, numerosas violaciones de derecho humanitario, que han sido consecuencia de la operación punitiva lanzada en el Este del país contra su propio pueblo? La rusofobia incitada hoy en día, construcción del imagen del enemigo de su socio genético –Rusia– es una muestra de la misma serie dramática vinculada a la demolición por nuestros vecinos ucranianos de su memoria histórica, olvido de su propia historia.
De manera espontánea se me acuerdan los dichos comunes: “El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla” o “la historia enseña que la historia no enseña nada”. Hoy, cuando después de las elecciones realizadas en Ucrania, por fin se está apareciendo la autoridad legítima, esperamos mucho que ella emprenda la tarea diferente de construir nuevos ideologemas y mitos, y enfrente los retos reales que tiene el Estado, de manera responsable aborde los desafíos de proveer la unidad nacional de manera pacífica, respetar los derechos de todos los ciudadanos sin importar su lengua, opiniones políticas, y lugar de residencia, solucionar los gravísimos problemas socio-económicos. Y no menos importante - de manera prudente aproxime a las lecciones de historia, incluyendo su pasado heroico. Los acontecimientos que tomaron lugar hace 70 años, ligados a nuestra victoria común contra el nazismo, constituyen un buen motivo para ello.
Una vez más mis mejores votos en este sentido a nuestros colegas ucranianos.