Dean, nombre ficticio, sufrió los maltratos de su compañera durante más de una década.
“Era bastante controladora, solía sacar dinero de mi cuenta cuando recibía mi sueldo”, asegura este inquilino de una de las nueve casas de acogida para hombres maltratados que existen en Reino Unido.
“Me ha mantenido alejado de mi familia durante los últimos 10 años”.
“Se trataba sobre todo de un maltrato psicológico”, asegura al programa Victoria Derbyshire de la BBC.
Pero también hubo maltrato físico.
“Me tiraba cosas a la cabeza, platos. De hecho, tengo hasta una marca que muestra lo que me hizo”, cuenta Dean, que prefiere mantenerse en el anonimato por cuestiones de seguridad.
“No me dejaban comer”
Dean llegó al refugio, gestionado por el Servicio de Abuso Doméstico de Northamptonshire (NDAS, por sus siglas en inglés), tras sufrir un colapso en el trabajo.
Asegura que su compañera no le dejaba comer y llegó a sufrir una deshidratación aguda.
“No saben si fue un ataque por deshidratación, pero lo cierto es que no estaba comiendo. No me dejaban comer en casa”, dice.
Se estima que uno de cada seis hombres sufre abuso doméstico durante su vida. Pero muy pocos lo denuncian.
“Sé que suena estúpido, pero si alguien te hace daño simplemente te dices a ti mismo que tienes que ser un hombre y superarlo”.
“No sabía que había gente que podía ayudarme”.
Matthew Cunningham trabaja en la casa de acogida en la que vive Dean y dice que esta percepción es muy común entre las víctimas masculinas de abuso doméstico.
“No hay mucha información”, explica. “Los hombres a veces no reconocen que son víctimas y no son capaces de verlo. Nunca han conocido qué opciones de ayuda hay a su disposición”.
Un recurso escaso
Pero apenas hay una decena de casas de acogida para hombres en Reino Unido.
Y algunas corren el riesgo de desaparecer.
La de Dean se puso en marcha hace siete meses y da cobijo a tres hombres y a un niño que han huido de la violencia en sus hogares.
Es la única casa de acogida de este tipo que existe en todo el condado de Northamptonshire, en el centro de Inglaterra (Reino Unido).
Sus habitaciones han estado llenas desde pocas semanas después de su apertura y, de acuerdo con la NDAS, han tenido que decir que no a 50 hombres porque no les queda sitio.
Pero a pesar de la demanda, el servicio, así como otras cuatro casas de acogida para mujeres, corre el riesgo de cerrarse a no ser que la organización consiga recaudar US$126.000.
La institución benéfica que lo gestiona creía que conseguiría fondos del gobierno local para mantener los centros.
Pidieron financiación al Consejo del Condado de Northamptonshire, que enfrenta graves problemas financieros, pero la solicitud fue rechazada.
Desde la entidad local dijeron que “se toman muy en serio el abuso doméstico y están comprometidos a apoyar a las personas vulnerables y a reducir las situaciones de riesgo en las familias”.
En julio de este año que casi acaba, el gobierno se comprometió a entregar US$24 millones adicionales para ampliar los servicios para víctimas de la violencia doméstica en Inglaterra, pero hasta ahora NDAS no ha podido acceder a este dinero.
El Consejo del condado de Northampton se ha ofrecido a proporcionar algún apoyo financiero, pero se desconoce cuál es el nivel de la inversión.
Una de sus consejeras, Terrie Eales, dice que el cierre de la casa de acogida sería “una tragedia absoluta para las víctimas de abuso doméstico”.
“Tenemos uno de los nueve refugios para hombres en el país. Si deja de existir, lo mejor que podría pasar es que el Consejo del Municipio de [Northampton] tenga que hacerse cargo y ofrecer un alojamiento de emergencia”.
“En el peor de los casos, las víctimas pueden morir a manos de sus abusadores y quienes lo necesitan no recibirán la ayuda que requieren”.
Dean espera que el centro se mantenga abierto para que en el futuro otras personas encuentren allí ayuda tal y como lo hizo él.
“Espero volver a conseguir un trabajo”, asegura, “con suerte podré tener mi propia casa y vivir una vida sencilla”.
“Solo quiero estar solo, viviendo de la manera que quiero”.