Corea del Sur es uno de los países con índices de suicidios más elevados del mundo.
Para intentar revertir esta situación, muchas empresas recurren a curiosos métodos para que sus empleados aprendan a valorar la vida.
Uno de ellos consiste en hacerlos participar en su propio funeral.
La experiencia de permanecer encerrados en un ataúd por un corto tiempo, dicen, les permite reconocer la importancia de estar vivos.
¿Una iniciativa interesante o extrema?