“Es el vehículo nuevo más asequible de Rusia. Lo llaman... ¡el coche antisanciones!”.
Con esa frase, la televisión estatal rusa presentó al nuevo Lada, no tan mejorado, cuando salía de la fábrica en la ciudad de Toliatti, unos 1.000 kilómetros al sureste de Moscú.
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“Más asequible” quizás sea su único punto fuerte. Debido a las sanciones occidentales, el fabricante de automóviles rusa no puede importar todos los componentes que solía comprar en el exterior.
Es así que el Lada Granta “antisanciones” no tiene airbag, ni sistema antibloqueo de frenos, ni control de estabilidad ni pretensores en los cinturones de seguridad.
Casi cuatro meses después de la invasión de Ucrania, el nuevo Lada resume la economía rusa: sigue funcionando, a pesar de que le faltan algunas piezas.
El hecho de que siga funcionando es un logro, siendo Rusia el país más sancionado del mundo actualmente.
Según el servicio de datos Statista, se impusieron más de 10.500 restricciones a personas y empresas rusas, de las cuales más de 7.500 se implementaron en los últimos cuatro meses.
No es de extrañar que algunos expertos hayan estado prediciendo que, a estas alturas, las ruedas de la economía rusa se habrían desmoronado por completo.
“La escala de las sanciones internacionales habría causado el colapso económico si hubieran surgido de la nada”, dice Chris Weafer, de Macro Advisory en Moscú.
“Pero Rusia ha experimentado sanciones de forma incremental desde 2014. Ha habido un aumento enorme, pero es algo con lo que ya ha estado lidiando”, agrega.
“Además, el temor a la interrupción del suministro significa que Rusia ha estado ganando aún más dinero con la exportación de energía y materias primas. En los primeros cinco meses del año, su superávit en cuenta corriente fue récord: US$110.000 millones. Puede utilizar ese dinero no solo para financiar el ejército, sino también para subsidiar las industrias estatales y garantizar que el desempleo no aumente o que los ingresos no caigan demasiado”, señala.
Los controles de capitales ayudaron a fortalecer el rublo y la inflación comenzó a bajar. Pero se avecina una profunda recesión. En 2022, se espera que la economía rusa se contraiga hasta en 10%.
Los consumidores rusos aún no han sentido los efectos completos. Los estantes de los supermercados en Moscú todavía están bastante llenos, aunque algunos artículos importados ya no están disponibles.
Es en los centros comerciales de Moscú donde el cambio es más evidente. Alguna vez sitios bulliciosos, ahora son mucho más tranquilos: menos clientes, menos opciones.
En protesta por la invasión de Ucrania, muchas marcas extranjeras suspendieron sus operaciones en Rusia o se retiraron por completo. Muchas tiendas están cerradas.
En la calle me encuentro con un taxista llamado Nikita. Predice un camino difícil para la empresa de minitaxis para la que trabaja.
“Los taxis envejecen muy rápido, por lo que una empresa de taxis debe cambiarlos con mucha frecuencia”, me explica.
“Después de que comenzó la guerra, los precios de los automóviles en rublos se volvieron ridículamente altos. Por lo tanto, nuestra compañía de taxis no verá automóviles nuevos en el futuro cercano. Tendremos que usar los viejos”.
¿El “coche antisanciones” podría ser una solución? Bueno, Nikita no se apresura a comprar uno.
“Incluso con airbag, el Lada Granta es muy pequeño e incómodo”, dice.
¿Podrían las dificultades económicas en casa hacer que el Kremlin se detenga a pensar? ¿Podrían acelerar el final de la ofensiva de Rusia en Ucrania? ¿Están funcionando las sanciones?
“Si el objetivo es forzar un cambio de comportamiento creando una crisis económica y financiera, entonces la respuesta es no”, cree Weafer.
“Rusia no ha experimentado una crisis. Pero está entrando en un período de desgaste económico. Para el otoño y el invierno (boreal), se enfrenta a una realidad más cruda. En particular, una vez que entre en vigor la prohibición europea de importar petróleo ruso y productos derivados, y que el gobierno deba reducir el gasto. Rusia inevitablemente tendrá dos o tres años de una economía estancada. La pregunta es si eso durará 10 años”, dice el analista de Macro Advisory.
“Rusia está aislada de muchas importaciones de tecnología occidental que simplemente no podrá reemplazar. China dejó en claro que no va a suministrar a Rusia tecnología sancionada, porque ella misma puede enfrentar sanciones secundarias”, agrega.
“No hay razón para suponer que la economía de Rusia no podrá funcionar. Pero lo hará con un nivel mucho más bajo de tecnología y eficiencia. La brecha con el resto del mundo se hará más grande. La economía de Rusia quedará detrás”, concluye Weafer.
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