Al otro lado del Atlántico, desde Biarritz, en Francia, el presidente Emmanuel Macron habló sobre la necesidad de contener los incendios del Amazonas y destacó: “Todos somos la Amazonía”.
El mandatario francés,anfitrión de la pasada cumbre del Grupo de los Siete (G7), tenía parte de razón.
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Y es que una región amazónica pertenece a su país.
Desde París, Macron también gobierna Guayana Francesa, provincia francesa de ultramar establecida como colonia en el siglo XVII.
La postura de Macron sobre Brasil llamó la atención de críticos y provocó la publicación de manifiestos por parte de representantes de pueblos nativos y ambientalistas de la Guayana Francesa.
Sobre todo, estas protestas han expresado su preocupación por el impacto de la minería.
La minería ilegal se combate en la agenda del gobierno, pero la concesión oficial de permisos de investigación y exploración a empresas genera controversias.
La ocupación poblacional de la Guayana Francesa se ha centrado mayoritariamente en la zona costera.
El territorio tiene más del 90% de su área cubierta por bosques, de los cuales casi su totalidad permanece libre de la intervención humana, según cifras de Naciones Unidas en 2010.
Gran parte del área forestal se encuentra en el Parque Amazónico de Guayana, creado en 2007 como “parque nacional”, un tipo de área protegida con restricciones a la intervención humana y la explotación económica, aunque con excepciones para que las poblaciones nativas cacen y pesquen para subsistir.
La zona forestal del país constituye, de hecho, la más grande protegida por la Unión Europea (UE). Sin embargo, solo contiene un 1,4% del área amazónica, muy lejos de Brasil, quien lidera estas cifras con el 58%.
Según un informe de la UE, una hectárea de bosque de la Guayana Francesa alberga más especies de árboles que toda Europa continental. Con un área seis veces más pequeña que Francia, Guayana Francesa tiene tres veces más vertebrados, ocho veces más peces de agua dulce y cinco veces más reptiles.
Pero mucho antes de la creación del parque nacional, las características de la ocupación colonial también contribuyeron a la preservación de la misma.
Fuentes consultadas por BBC Brasil indican que, a pesar de que Francia explotó la riqueza natural de la zona durante la ocupación, esta fue mucho menor que en otras experiencias coloniales en América y África.
Y esto es porque la ocupación europea se centró, sobre todo, en la costa más que en la parte sur, donde se encuentran los bosques amazónicos.
La tímida ocupación también se refleja en el número de habitantes del territorio. Con cerca de 290.000 personas, la Guayana Francesa se encuentra detrás de sus vecinos Surinam, con 560.000 habitantes o de Brasil, que alberga 209 millones.
Sin embargo, la población crece rápido. Para 2030 se estima que podrían llegar a los 400.000 habitantes.
El incremento poblacional reclama a su vez crecimiento económico, ya que el desempleo ronda el 20% de la población activa, el doble del índice de la Francia metropolitana. Dicha necesidad genera preocupaciones por su consecuente impacto medioambiental.
Montaña dorada
La estimulación de la economía y creación de empleos respaldaron los argumentos de Macron durante el período en que su gobierno demostró su apoyo al proyecto de minería industrial Montagne D'Or (Montaña dorada) .
Según un estudio de empresas involucradas en el proyecto, existe la posibilidad de extraer 85 toneladas de oro en el área y generar 750 empleos directos y 3.000 indirectos.
Aunque el presidente francés opinó en 2017 que el proyecto “podía ser bueno para Guayana”, expresó que debería llevarse a cabo con previa garantía de cumplir “criterios ambientales de excelencia”.
Organizaciones humanitarias como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) y Greenpeace han expresado sus preocupaciones por el uso de combustibles fósiles, explosivos y la deforestación que el plan conllevaría.
A menudo, se ha señalado que Montaña Dorada podría tener un futuro similar al de la tragedia de Brumadinho, que causó en enero de este año la muerte de cerca de 250 personas después de que una presa colapsara y provocara una avalancha.
Tras la desaprobación de estos grupos, Macron suspendió el proyecto en mayo por ser “incompatible” con la política medioambiental francesa pero subrayó que revisaría una decisión definitiva tras consultarlo con sus asesores,
“En cualquier caso, en Guayana hay cientos de miles de hectáreas amenazadas por la industria minera, ya sea en proyectos otorgados o en curso”, dijo a BBC Brasil Marine Calmet, portavoz del movimiento Or de Question en Francia.
“Lo que está claro es que este gobierno no ha disminuido la cantidad de permisos otorgados. De hecho, hay una cantidad considerable de permisos que se otorgaron después de que Macron asumiera el control (en 2017)”.
Calmet cree que el hecho de que Macron destacara la situación del Amazonas en el G7 fue positivo, pero a su vez espera que la gestión medioambiental también se aplique en los territorios franceses de ultramar.
“La minería industrial ambientalmente responsable es un mito”.
Fue la crítica que transmitió una organización representante de pueblos indígenas y tradicionales de la Guayana Francesa al gobierno de París en una carta.
“Estamos sorprendidos por la posición del presidente Emmanuel Macron al denunciar la destrucción de la Amazonía brasileña o boliviana, pero al mismo tiempo da 360,000 hectáreas de bosque a compañías mineras multinacionales en Guayana”, expresó el grupo en un artículo publicado en el portal France Info.
Minería ilegal
En el parque amazónico de Guayana Francesa, la explotación está restringida casi al completo.
Pero la minería ilegal supone un problema y en 2017 el Ministerio de defensa y la Fuerzas Armadas de Guyana, en colaboración con la Legión Extranjera Francesa, llevó a cabo 112 operaciones contra esta actividad.
Hace poco más de una década, cuando el colapso económico de 2008 elevó el precio del oro, comenzó una fiebre por el metal en toda la selva amazónica. Desde entonces, su precio ha seguido aumentando y la tala ilegal ha destruido bosques en Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela y Brasil.
La BBC siguió en mayo una operación realizada por la Legión Extranjera en la que sus agentes intentaban contener el daño generado por esta actividad altamente depredadora que deforesta y usa mercurio en el proceso de extracción, intoxicando el agua, los animales y el medio ambiente.
“La mayoría de las veces, los buscadores son niños pobres de Brasil que buscan dinero fácil. Viven en el bosque durante meses y meses”, dijo el capitán Vianney a la BBC. “En casa, ganaban US$800 al mes por hacer pequeños trabajos. En el bosque, podían ganarlo en unos pocos días”.
A menudo se dice que hay en el área amazónica de la Guayana Francesa entre 8,000 y 10,000 buscadores clandestinos, en su mayoría brasileños.
“La extracción ilegal de oro devasta un promedio de 500 hectáreas forestales cada año y el Estado francés nunca ha aportado una solución real a este flagelo que dura más de tres décadas”, según reveló una carta enviada por la Administración del Parque Nacional a Macron el 27 de agosto.
La carta pidió explícitamente que los US$22 millones que el G7 destinó a Brasil y que el presidente Jair Bolsonaro rechazó fueran utilizados para financiar la lucha contra la explotación del oro.
Casi todos los ingresos del parque nacional de la Guayana Francesa provienen de las arcas estatales francesas: en 2017, el presupuesto asignado fue de US$8,6 millones.
Dependencia de la metrópoli
La dependencia del dinero de París no se limita a la preservación del parque.
De hecho, es un síntoma importante de los problemas económicos de la Guayana Francesa, tanto en subsidios como en comercio.
Al igual que otros territorios de ultramar, esta parte sudamericana de Francia tiene una balanza comercial estructuralmente deficiente. En 2017, mientras el territorio exportaba alrededor de 133 millones de euros en productos, las importaciones correspondieron a 1.300 millones de euros.
La metrópoli francesa es el principal socio comercial de Guayana Francesa.
Más de la mitad del Producto Interno Bruto (PIB) de la Guayana Francesa proviene del sector servicios, pero la creciente contribución del Centro Espacial Kourou, un centro de lanzamiento de la Agencia Espacial Europea, se ha destacado recientemente en la región costera.
“¿Por qué la Guayana Francesa es importante para Francia y Europa? No tiene nada que ver con la minería o la madera. Estas son referencias del pasado. La importancia geoestratégica de Guayana Francesa es la base de Kourou. Es un lugar ideal para los lanzamientos, ya que está justo debajo de la línea del ecuador ”, dijo a BBC Brasil una fuente cercana al gobierno francés en Sudamérica que pidió no ser identificada.
A diferencia de Brasil, Guayana Francesa tiene un modelo de producción basado en gran medida en la subsistencia, lo que explica la menor incidencia de incendios en este territorio.
Entre enero y agosto de 2019 se registraron 11 y en 2018 hubo siete.
Amapá, un estado vecino de Brasil con casi el doble del área, tuvo 7.843 brotes de incendios en el mismo período.
Wemerson Costa dos Santos, un activista brasileño de agroecología y miembro del Foro Social Panamazónico, que reúne a varias representaciones de la sociedad civil de países amazónicos, también recuerda que no se debe subestimar la capacidad de supervisión francesa.
“Vemos un control fronterizo cuando se trata de cruzar la Guayana Francesa. Tienen un muy buen sistema de sobrevuelo, que incluye drones y monitoreo satelital”.
Historia
Desde el siglo XVI, Francia ha elaborado planes ambiciosos para explotar esas tierras, pero una combinación de factores y episodios ha hecho que esta interferencia sea menor en comparación con otros territorios como Martinica y Guadalupe en el Caribe.
Desde el principio, resultó difícil atracar en este pedazo de tierra bajo clima ecuatorial y rodeado de aguas turbulentas y fangosas que fluían desde los ríos hacia el mar.
El territorio se mantuvo poco ocupado hasta el siglo XVIII, cuando empezaron a llegar los primeros esclavos africanos.
Y luego, a fines de ese siglo, el plan ocupacional más ambicioso también demostraría ser uno de sus episodios más catastróficos.
Entre 1764 y 1765, unos 12,000 colonos desembarcaron en Guayana, de los cuales 7,000 ya estaban muertos por enfermedad en octubre de 1765, otros 3,000 regresaron a Europa y solo 1,800 realmente se ganaron la vida allí.
La mayoría de los sobrevivientes fueron rescatados en las islas que se conocerían como las Islas de la Salvación.
El episodio se conoció como la “Expedición Kourou”, el nombre del principal destino de los colonos. También se le llamó el “Síndrome de Kourou”, es decir, la consolidación del terrible destino que habitaría la Guayana Francesa.
Desde la Revolución Francesa, la Guayana Francesa se convirtió oficialmente en un lugar para marginados, sobre todo prisioneros.