El caos se apoderó la tarde del lunes de Bagdad y, en pocas horas, se extendió por todo Irak. Cientos de manifestantes tomaron el Palacio de la República, protagonizaron violentos enfrentamientos armados en las calles y se reportaron disparos de morteros en la Zona Verde de la capital, donde se encuentran las sedes de las instituciones y la embajada de Estados Unidos.
MIRA: Cientos de iraquíes acampan dentro de Parlamento en protesta
En respuesta, el Ejército decretó un toque de queda a nivel nacional. Los primeros reportes indican que al menos 12 personas han muerto y otras 270 resultaron heridas en medio de los disturbios.
El anuncio sobre la renuncia “definitiva” de la vida política por parte del influyente clérigo chií Muqtada al-Sadr ha sido el catalizador de este nuevo episodio de violencia en medio de la crisis política que vive Irak desde junio.
Los enfrentamientos llevaron a que Al-Sadr inicie una huelga de hambre “hasta que cese la violencia”, informó uno de sus portavoces.
LÍDER RELIGIOSO Y MILICIANO
Nacido el 12 de agosto de 1973 en la ciudad de Nayar, Muqtada al-Sadr pertenece a una familia de la aristocracia chií con gran influencia en el sur del país que se enfrentó en su momento al dictador Sadam Hussein, perteneciente a la rama suní.
Aquella disputa llevó a que en 1980 Mohamed Baqir al-Sadr, fundador del sadrimos y Gran Ayatolá de Irak, fuese ejecutado. El mismo destino corrieron los dos hermanos y el padre de Muqtada al-Sadr en 1999, luego de encabezar un levantamiento contra Hussein.
La persecución hacia su familia llevó a Al-Sadr a exiliarse en la ciudad iraní de Qom hasta la llegada de los estadounidenses a Bagdad, en el 2003.
Con la invasión norteamericana, Al-Sadr regresó convertido en un joven clérigo que comandó la resistencia contra las tropas de Washington, llevándolo a fundar el Ejército de Al Mahdi, una milicia que se enfrentó a las tropas extranjeras en el sur iraquí.
Las críticas por sus ataques contra militares, civiles y activistas llevó a que en el 2008 Al-Sadr disolviera la milicia y la refundara bajo el nombre de la Brigada del Día Prometido, que se mantuvo activa hasta el 2011.
Esto llevó a que Washington lo califique como una de las personas “más peligrosas” de Irak.
Desde entonces, Al-Sadr ha encontrado su principal apoyo en los estratos más pobres de la comunidad chií, quienes veneran a su familia por el martirio que atravesaron en su enfrentamiento al poder. Es común que Al-Sadr aparezco vistiendo un sudario blanco durante sus sermones, demostrando que está listo para morir, tras haber sobrevivido a varios intentos de asesinato en su contra.
PILAR EN MEDIO DE LA INESTABILIDAD
En el 2011, cuando el entonces presidente estadounidense Barack Obama anunció el retiro de las tropas de Irak, Al-Sadr reemplazó las milicias por las organizaciones políticas.
Al frente del Movimiento Sadrista se fue convirtiendo en uno de los pocos pilares estables dentro del agitado mundo político y sectario iraquí. Al-Sadr ha apoyado en estos años a diferentes coaliciones chiís como Al Ahrar en el 2014 o Sairún en el 2018.
Aunque siempre se ha cuidado de no participar directamente en la vida política ostentando algún cargo, su influencia alcanzó diferentes ministerios que le permitieron expandir sus bases.
Al-Sadr es considerado un gran estratega y un aún mayor manipulador. Su táctica habitualmente consiste en desaparecer cuando no consigue lo que quiere, dejando descontrol a su paso y el recordatorio de que sin él todo se derrumba.
Esto fue precisamente lo que hizo antes de las elecciones del 2021, cuando se retiro de la contienda poniendo en riesgo la celebración de los comicios que se salvaron a último minuto luego de que Al-Sadr consiguiera un acuerdo con otras formaciones.
El Bloque Sadrista resultó ganando dichas elecciones, consiguiendo 73 de los 329 escaños parlamentarios.
NUEVA CRISIS POLÍTICA
La tormenta de caos desatada este lunes en Irak encuentra sus orígenes luego de esa elección. El bloqueo a una formación de gobierno propuesta por Al-Sadr llevó a que el clérigo obligara a sus representantes a dimitir y organizara manifestaciones por todo el país con la intención de demostrar el apoyo popular con el que cuenta.
La crisis fue escalando luego de que el Marco de Coordinación, la alianza de partidos proiraníes en la que están representadas las milicias armadas próximas a Teherán, propusiera a un candidato a primer ministro sin la aprobación de Al-Sadr.
Aunque respetuoso de las autoridades religiosas de la vecina república islámica, el clérigo chií es un férreo opositor a la influencia de Teherán en la política iraquí, abogando por la independencia de Bagdad y enfrentándose constantemente con los partidos proiraníes.
Ante la incapacidad de alcanzar un acuerdo, los sadristas comenzaron a acampar frente al Parlamento llegando a tomar el recinto legislativo en julio y bloqueando el acceso a los diputados. Ya en el 2016, ante un escenario similar, Al-Sadr había ordenado a sus seguidores tomar el Parlamento, aunque entonces se produjo de forma pacífica.
El último sábado, sin embargo, Al-Sadr lanzó un ultimatum de 72 horas para que “todos los partidos” presentes en el país desde la caída de Sadam Husein en 2003 renuncien a sus cargos gubernamentales y dejen “espacio para las reformas”.
Con su anuncio del lunes, Al-Sadr además ordenó el cierre de todas las instituciones del Movimiento Sadrista y prohibió a sus seguidores a utilizar banderas del sadrismo en clara muestra de la disolución del partido.
Con esto, Al-Sadr busca demostrarle al Estado que su arraigo popular es mucho más fuerte que la frágil institucionalidad iraquí. Aunque en el camino esto desate el caos y destrucción que ahora impera en Bagdad.
Con información de: EFE / AFP / BBC / AP
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