En las Canarias no se toma el autobús, como en buena parte de España, se toma la guagua. No se come cacahuete, se come maní. La basura no se tira, se bota.
Un viaje por cualquiera de sus islas y el acento y vocabulario pueden desorientar a un despistado, que puede pensar que ha llegado a Cuba o a Venezuela. Incluso a ambos países a la vez.
Las coincidencias no son casualidad.
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Desde el siglo XVI hasta nuestros días, Canarias y América Latina, en particular el Caribe, han mantenido una relación muy estrecha.
Es por ello que los lingüistas no dudan en afirmar que “no hay español más europeo que el del Caribe y no hay español más latinoamericano que el de Canarias”.
Pero, ¿por qué entre los mismos canarios algunos nos recuerdan el acento de venezolanos y otros de cubanos?
Colonizaciones simultáneas
La lengua española llegó a Canarias y a América Latina prácticamente al mismo tiempo.
Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera fueron conquistadas en la primera mitad del siglo XV, y en 1496, la corona de Castilla culminó su conquista sobre el resto de islas, Gran Canaria, Tenerife y La Palma.
Es decir, solo cuatro años después de que Cristóbal Colón llegara a América.
Antes de la llegada de los europeos, en Canarias existían distintas comunidades aborígenes que hablaban lenguas de origen bereber.
“Canarias fue el primer gran experimento del español fuera de España y esto influyó mucho en cómo se terminó hablando en América Latina”, afirma el historiador Manuel Hernández, de la Universidad de La Laguna en Canarias.
El español que llegó a Canarias ya tenía ciertas particularidades que lo hacían diferente al que se hablaba en Castilla.
Estaba muy influido por el andaluz, dado que muchos de los conquistadores procedían de Andalucía occidental, en el sur de España, y Extremadura, en el suroeste.
De ahí que en general, los canarios seseen y en la práctica generalmente no distingan entre la C, la Z y la S.
Sí, como también sucede en América Latina.
Además de este seseo, los expertos también observan como rasgo común la debilidad a la hora de pronunciar consonantes al final de cada sílaba.
Luego, en cuanto al vocabulario, hubo gran influencia de los portugueses, que llegaron a Canarias muy poco después de la conquista y fueron protagonistas de los sectores primarios de la economía, como la agricultura, la pesca o la producción del vino y el azúcar.
“Los portugueses manejaban un vocabulario atlántico que nutrió al español de Canarias. Los castellanos eran de tierra dentro y algunos andaluces conocían el Mediterráneo, pero la nueva realidad necesitó palabras nuevas que no existían”, indica Marcial Morera, miembro de la Academia Canaria de la Lengua.
Así, muchas palabras canarias son adaptaciones del portugués al español, lo que se conoce como portuguesismos.
Ejemplos hay varios en el español que usamos a diario en muchos países de América Latina. Amarrar en lugar de atar, botar en vez de echar, gavetas en lugar de cajón o fósforo en vez de cerilla.
“Muchas son palabras sobre todo derivadas del lenguaje marinero de los portugueses”, explica Morera.
Al igual que a Canarias, la mayoría de conquistadores que llegaron a América procedían de Extremadura y Andalucía.
Esto nos lleva a la pregunta de por qué es el modo de hablar canario el que acaba imponiéndose en el Caribe.
Migración constante y familiar
Una razón puede encontrarse en el tipo de migrantes.
A diferencia de los procedentes de Andalucía, Extremadura y Castilla, en su mayoría varones, cuando los canarios buscaron oportunidades en el “nuevo mundo”, lo hicieron desplazándose en familia y con gran presencia femenina, incluso desde barrios y municipios enteros.
“Esa migración familiar y comunitaria permitió la transformación del habla. En Cuba, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana hay pueblos enteros que fueron fundados por familias canarias”, cuenta Hernández.
También influyó en la rápida absorción del canario en las Antillas -a diferencia de en otras regiones de América Latina-, lo diezmada que quedó la población autóctona tras las primeras décadas de conquista.
“En 1650, en Cuba apenas había 20.000 habitantes. Las Canarias, mucho más pequeñas en territorio, tenían más de 100.000″, dice el experto.
Eso propició que el acento y vocabulario de Las Canarias se impusieran sobre otros acentos.
Viajes de ida y vuelta
El caso de Cuba es especialmente notorio porque el flujo migratorio se mantuvo durante siglos.
“Emigraban una y otra vez para trabajar en la industria azucarera y tabacalera. Allí había oportunidades laborales que no encontraban en Canarias”, comenta Hernández.
“El parecido del canario con el cubano es evidente y es quizás donde se encuentren las mayores similitudes. Algo lógico, porque la presencia canaria en la conformación cubana de los siglos XVI, XVII Y XVIII es enorme”, completa Morera.
Todavía en el siglo XIX y comienzos del XX, los canarios seguían buscando fortuna en Cuba.
Aunque el profesor Francisco Jesús Moreno, del Centro Heidelberg para estudios Iberoamericanos, advierte que entonces se daba un tipo de migración diferente.
“Ya no solo emigraban para vivir por siempre. Muchos iban, trabajaban de sol a sol durante dos o tres años, y regresaban a Canarias para comprarse allí un terreno”.
La migración a Cuba empezó a disminuir a partir del crac de 1929 y prácticamente terminó en 1959, con la llegada de Fidel Castro al poder.
La revolución comunista hizo que muchos emigrados canarios, de primera y otras generaciones, apresuraran su regreso a sus islas tras la expropiación de negocios y propiedades.
“Regresaron con una mano delante y otra detrás”, afirma Morera.
Esto, a su vez, hizo que los nuevos emigrados influyeran en el español canario.
El boom de Venezuela
En ese contexto, Venezuela, que a mitad de siglo XX ofrecía grandes oportunidades económicas gracias a la industria petrolera, se convirtió en el destino preferido de los canarios.
Marcial Morera también vincula el impulso migratorio a Venezuela al idioma y la similitud del acento.
“El español venezolano se conforma a partir del español del Caribe en el que, como comentamos, Canarias participó de forma importante”, dice.
Si bien los canarios comenzaron a asentarse en este país también desde tiempos de la conquista, la mayor oleada se produjo entre los 40 y los 70 del siglo pasado.
Emigraron algo más de 100.000 personas desde Canarias, especialmente desde las islas occidentales como El Hierro, Tenerife y en menor medida Gran Canaria.
Fue la época de la posguerra y los años de aislamiento español durante el franquismo, caracterizados por la precariedad económica.
“La crisis en Canarias y la última época dorada del petróleo llevó a numerosos migrantes, generalmente jóvenes, a arraigarse allí. Las mujeres supusieron más de la mitad de la emigración”, comenta Hernández.
Sin embargo, con el empeoramiento de la economía venezolana desde los 90 , la transición democrática en España y el desarrollo del turismo, varias generaciones regresaron a las islas.
“Lo mismo que pasó con Cuba, pero unas décadas después. Muchos nietos de canarios han venido ahora para acá”, agrega Hernández.
Acentos uniformes y diferencias
El aislamiento entre las propias islas Canarias y el resultado de cientos de años de migración y retornos ha hecho que en cada isla, incluso municipio, se hable de forma distinta.
“Las islas no tienen una forma uniforme de hablar. En Las Palmas o Lanzarote suenan más parecido a los cubanos. Luego, las canarias occidentales como Tenerife o El Hierro han tenido mucho más influencia del mundo venezolano. Más del 70% de migrantes a Venezuela vinieron de esas islas”, apunta Hernández.
“Es normal que en El Hierro, por ejemplo, se note más la similitud al venezolano. En una isla tan pequeña, el peso de los retornados ha sido más fuerte”, añade.
Moreno agrega que, a pesar de las diferencias entre islas, ahora que la gente se mueve entre unas y otras, acentos y vocabularios están más mezclados.
Las diferencias a veces son casi imperceptibles y dependen de la entonación y el origen de algunas palabras del vocabulario.
Aunque en el primer caso, como apunta Moreno, “se han hecho estudios en que la curva del habla entre Las Palmas de Gran Canaria y La Habana, o incluso Santo Domingo, las similitudes son idénticas”.
Luego, en cuanto al vocabulario, el español de Canarias y el Caribe también fue influido por los pobladores originales
“En Canarias se usan ‘guanchismos’, palabras derivadas de los indígenas guanches, entre las que destacan ejemplos como ‘gofio’ para referirse a la harina de maíz o ‘mareta’, para nombrar un estanque de agua de lluvia”, dice Moreno.
Y añade que en el Caribe se usan “indigenismos de diversas lenguas como ‘guajiro’ para sinónimo de campesino y africanismos como ‘bemba’ para los labios o ‘malanga’ para un tipo de tubérculo”.
Toda esta inverosímil mezcla ha resultado en la extraordinaria vivacidad y creatividad el español caribeño.
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