El día que Vladimir Putin anunció la invasión de Ucrania, una frase en particular despertó fantasmas que creíamos muertos hace décadas. “Quien intente obstaculizarnos debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata y que sufrirán las consecuencias más grandes de su historia”, amenazó el líder ruso durante su alocución transmitida el miércoles 23.
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Un temor que se ha incrementado con el paso de los días y el insólito mensaje que lanzó Putin el domingo 27, señalando haber puesto en alerta a sus fuerzas de disuasión nuclear. Un enorme listado que incluye obviamente el inquietante armamento nuclear.
Inicialmente, tanto la OTAN como la Unión Europea y Estados Unidos optaron por imponer diversas sanciones económicas contra el Kremlin. Sin embargo, durante las últimas horas, un grupo de potencias (Alemania, Australia, Países Bajos y EE.UU.) anunció que sumarían armas a sus envíos para la resistente Ucrania.
¿Pero irán más allá?
“En relaciones internacionales, cuando hay un conflicto la probabilidad de una escalada siempre existe. Pero en este caso particular, la probabilidad de que escale el conflicto con la OTAN es sumamente baja. Si Putin tiene éxito con su conquista creo que se contentará con digerir Ucrania, que es un bocado enorme, además de sumar a Bielorrusia y Moldavia”, comenta a El Comercio el analista internacional Roberto Heimovits.
Y, paradójicamente, el factor que por el momento evita dicha escalada es el mismo que podría terminar asolando al mundo si se toman las decisiones equivocadas. “Una de las hipótesis de por qué la Guerra Fría (1945-1989) nunca se calentó apunta justamente al miedo de llegar a un choque nuclear”, señala el experto.
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Actualmente, en el mundo hay alrededor de 14 mil armas nucleares. Rusia posee 6.257 de ellas y Estados Unidos otras 5.550. “Rusia no podría destruir a Estados Unidos sin ser destruida media hora después. Y viceversa”, apunta Heimovits.
El más poderoso
Más allá del abultado arsenal, un elemento clave para Rusia es el discurso que Putin ha venido reforzando durante los últimos años. En el 2018, por ejemplo, anunció que su país dispondría para estos tiempos de armas con niveles de destrucción inimaginables e incapaces de ser interceptadas.
Bajo ese discurso se conoció, entre otros, al Satan II, un misil hipersónico indetectable, con una capacidad destructiva de hasta 80 megatones, suficiente para destruir a toda Francia de un solo impacto, pero además con la capacidad de viajar hasta EE.UU. y hacer lo propio con Texas, por ejemplo.
“Tanto EE.UU. como la URSS tenían bombas de hidrógeno. Una bomba de hidrógeno que tenga 25 megatones podría destruir completamente Moscú y un radio de 15 o 20 kilómetros alrededor, lo que mataría a 8 millones de rusos en cuestión de segundos. Lo mismo una bomba rusa en Nueva York, Chicago o Los Ángeles. El daño es inimaginable para cualquier experiencia humana. No sería una guerra convencional multiplicada sino un nivel de destrucción completamente distinto”, alerta Heimovits.
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Sin embargo, como en la mayoría de regímenes autócratas y sustentados principalmente en un discurso militar, las zonas grises resultan determinantes.
Rusia posee muy pocos datos confiables sobre las pruebas de sus armas, mientras que de otras solo se conocen rumores obtenidos por los servicios de inteligencia occidentales. “Sobre los misiles hipersónicos habrá que ver si efectivamente es cierto lo que dice Putin o están solo en etapa de investigación”, señala el internacionalista.
Pero incluso en el escenario de que esto sea cierto, ¿sería Rusia capaz, por ejemplo, de lanzar un ataque nuclear sorpresivo a Estados Unidos y salir airoso?
Para Heimovits, esto es cuanto menos improbable.
“En ambos lados existe la capacidad de segundo golpe”, señala. “Tanto Rusia como EE.UU. tienen submarinos en mar abierto que pasan meses sumergidos gracias a su fuente nuclear. Cada uno tiene capacidad para 24 misiles MIRV que, a su vez, pueden llevar hasta 16 ojivas nucleares cada uno. Es decir, cada submarino podría destruir 384 blancos”.
“Ambas naciones tienen un arsenal lo suficientemente grande como para ser considerados invulnerables”, concluye el experto.
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