En los últimos días de la Unión Soviética, los rusos usaban el humor para escapar de la desoladora realidad del estancamiento económico, la escasez de alimentos y las largas filas para conseguir cualquier cosa.
La sátira política florecía en la televisión en forma de marionetas de látex durante la década de 1990, pero fue rápidamente extinguida cuando Vladimir Putin llegó al poder.
En la Rusia actual, en la cual los medios están mayormente controlados por el Kremlin y sus aliados, hay poco margen para el humor político genuino a menos que este sea utilizado para desviar la culpa del gobierno.
¿Cómo Rusia convierte la crítica en un chiste?
El humor y la ridiculización fueron una parte clave de la respuesta de Moscú cuando Reino Unido afirmó que era “altamente probable” que Rusia estuviera detrás del envenenamiento del ex espía Sergei Skripal y de su hija, Yulia, en la ciudad inglesa de Salisbury.
Desde entonces, funcionarios rusos y personalidades de los medios han intentado convertir la frase inglesa de “altamente probable” en una lema de burla que implica que Rusia está siendo culpada de todo con la evidencia más endeble.
Se han apropiado de una serie de figuras populares de la literatura inglesa, tales como Hercule Poirot de Agatha Christie y Sherlock Holmes de Conan Doyle, para ridiculizar los señalamientos británicos sobre la implicación de Rusia en estos envenenamientos, que ellos afirman no tienen fundamento.
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En el tuit de arriba, la embajada de Rusia publicó en marzo del 2018 la foto de un actor británico que interpreta al detective ficticio Hercule Poirot con el texto: “Ante la ausencia de evidencia, ¡definitivamente necesitamos a Poirot en Salisbury!
Roman Dobrokhotov, cuya página web de investigación The Insider participó en la identificación de Anatoliy Chepiga como uno de los supuestos sospechosos por el envenenamiento, afirma que ese tipo de burla busca “bajar el nivel de la discusión de forma deliberada”.
¿Cómo funciona la estrategia?
“Ellos no pueden responder de forma seria y directa al asunto, así que empiezan a hacer teatro. Es un intento de burlarse, de reducir todo a nada”, le dijo Dobrokhotov a la BBC.
Argumenta que junto a las teorías de la conspiración y a las narrativas engañosas este tipo de táctica busca sembrar la duda.
El resultado es que muchos mirarán la televisión y concluirán que realmente no hay una forma de descubrir lo que ocurrió. En otras palabras, dice: “nadie es un santo, la verdad no existe”.
Las audiencias de Internet también son un público clave para este tipo de táctica.
Usando en redes sociales la etiqueta #YotambiénsoyGRU (#ЯтожеИзГРУ en ruso) -aparentemente inspirada en el movimiento #MeToo- tuiteros proKremlin se burlaron de las acusaciones británicas en contra de la agencia de espionaje militar rusa GRU (ahora llamada GU).
Una parodia de una oferta de trabajo señalaba que GRU estaba “buscando empleados para sus departamentos de ciberataques, armas químicas y manipulación electoral. No hace falta postularse, nosotros los encontraremos”.
Ben Nimmo, un investigador sobre la desinformación de Rusia para el centro de análisis Atlantic Council, le dijo a la BBC que los intentos de crear memes graciosos eran parte de un estrategia de “desinformación en la era de la información”.
¿Por qué no se toca a Putin?
La tendencia de Rusia de utilizar el humor para influir en sus campañas es un fenómeno relativamente reciente.
Cuando Vladimir Putin asumió el poder en el 2000, una de las primeras víctimas de su gobierno fue el popular programa satírico de televisión Kukly (Marionetas), que repetidamente parodiaba al nuevo presidente.
La televisión es la principal fuente de información para la mayoría de los rusos y el humor ha sido gradualmente reemplazado por chistes apolíticos y esterilizados que cuidadosamente evaden criticar a Putin o su círculo interno.
Actualmente, la mayoría de los programas cómicos en la televisión estatal rusa son eventos insípidos que no abordan temas políticos o se dedican a dirigir su humor contra los enemigos percibidos del Kremlin en el exterior.
Si el presidente llega a ser mencionado, es de manera elogiosa, mientras que los líderes e instituciones internacionales son blanco de su sátira.
Un ejemplo es el programa de comedia mayor audiencia en la televisión rusa, KVN.
El año pasado, un sketch sobre la cumbre del G20 representó a Putin como un atlético y hábil practicante de judo que le daba tres vueltas a sus contrapartes occidentales quienes, a su vez, aparentaban ser torpes y estúpidos.
“Han traído el humor hacia el interior”, comenta el autor Peter Pomerantsev, que ha sido partícipe producción de la TV en Rusia.
Mientras el humor fue en un entonces una amenaza para sus predecesores soviéticos, el Kremlin lo ha puesto a trabajar en su favor.
“No es un régimen superserio, hacen cosas con una burlita de superioridad y algunas veces simplemente con una sonrisa. Es un sistema que permite cierta cantidad de humor, no es para nada severo”.