Estados Unidos. Los últimos días han debido ser los más agitados que ha pasado Barack Obama en la Casa Blanca. Tanto, que el presidente estadounidense redujo al mínimo su agenda. Lo único que importaba eran las negociaciones nucleares con Irán en Viena. Ahora, una vez alcanzado el acuerdo, ¿puede respirar tranquilo? ¿O le esperan nuevos inconvenientes?Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Obama sabe que de lograrse el acuerdo, este será su mayor triunfo y le valdrá alabanzas en los libros de historia. Pero si fracasa ante la oposición de los republicanos en el Congreso, se convertirá en su mayor fracaso.El presidente y sus adversarios también saben que en último término se trata de la guerra y la paz. En la Casa Blanca se temía desde hace años que un Israel liderado por Benjamin Netanyahu lanzase un ataque contra las instalaciones militares iraníes avisando a Estados Unidos con apenas horas de antelación. Según los cálculos de la Casa Blanca, en ese caso Washington se vería obligado a prestar ayuda militar a los israelíes.También hay otro temor, sobre todo entre los detractores del acuerdo: que Irán se desprenda de su estatus de nación paria y utilice los millones de ingresos que conseguirá tras el fin del embargo para comprar armamento. Podría convertirse así en la potencia dominante de la región, lo que también supondría un gran riesgo para Israel. En ese escenario Estados Unidos tendría las manos atadas y su disposición a intervenir militarmente disminuiría de forma radical.Los detractores del acuerdo alegan que no se puede confiar en Irán y que la república islámica no renunciará a su programa nuclear ni a la simpatía que siente por los islamistas.“Un acuerdo no sólo legitimará el programa nuclear de Irán, sino que dará a entender en la región que Estados Unidos considera a Teherán una potencia a la que hay que tener en cuenta”, apuntó hace unos días el experto en Oriente Medio Ray Takeyh, del think tank estadounidense Council on Foreign Relations.Para los detractores de Washington serán decisivos los detalles del pacto. ¿Es el acuerdo realmente impermeable? ¿No podrá Irán acceder de alguna forma a la bomba atómica?En la recta final de las negociaciones, varios asesores de Obama advirtieron que el acuerdo podría ser demasiado permisivo. “El acuerdo no evitará que Irán acceda a las armas nucleares. Y no se exigirá ninguna destrucción de infraestructura iraní para el enriquecimiento de uranio”, apuntaron.Entre los que se oponen al pacto no hay sólo republicanos, ya que ninguna otra cuestión de política exterior ha avivado tanto las emociones en Washington como el acuerdo atómico.El Congreso estadounidense tiene ahora 60 días para aprobar o rechazar el acuerdo. Obama puede vetar una decisión en contra, y no parece probable que el Congreso pueda conseguir una mayoría de dos tercios para tumbar ese veto. Aun así, sería poco vistoso que Obama tuviese que recurrir al veto para conseguir la aprobación de su principal logro en términos de política exterior.Pero hay otras posibilidades. Los optimistas confían en que el acuerdo sirva de impulso para que Irán inicie una apertura. Por otro lado, el levantamiento de las sanciones convertirá probablemente a Irán en un atractivo destino económico, y seguramente las empresas estadounidenses no lo dejarán en manos de las europeas.Los más osados apuntan incluso a que Teherán y Washington podrían ofrecerse ayuda de alguna forma ante la creciente amenaza de los terroristas de Estado Islámico (EI).Pero ese escenario todavía queda lejos. Estados Unidos aún tiene demasiado presente el secuestro de 1979 en su embajada de Teherán. Estudiantes iraníes tomaron entonces como rehenes a 52 diplomáticos y los pusieron ante las cámaras de televisión del mundo entero con los ojos vendados. Esa humillación se prolongó durante un año.Es difícil evaluar cuáles serán las repercusiones del acuerdo con Teherán. El analista Kenneth M. Pollack, del Brookings Institute de Washington, advierte en contra de unas expectativas o temores demasiado elevados.En su opinión, para el líder supremo iraní, el ayatolá Jamenei, ahora todo gira en torno al levantamiento de las sanciones. “Ni más ni menos”, apunta Pollack. “Parece poco probable que apoye un mayor acercamiento a los Estados Unidos, así lo quieran el ministro de Exteriores (Mohamed Yawad) Zarif y el presidente (Hasan) Rohani”.
Fuente: DPA