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“Cuida a mis bebés”: La odisea de una familia en medio del violento conflicto armado en Etiopía | FOTOS
Cinco meses después de haber iniciado, el conflicto armado en Etiopía se ha convertido en lo que los testigos describen como una campaña para destruir a la minoría tigrayana. Miles de familias han sido separadas, han huido de sus hogares o han sido asesinadas a lo largo de una región con unas 6 millones de personas
La violencia estalló en la región de Tigray, en el norte de Etiopía, en el peor momento para Abraha Kinfe Gebremariam (segundo izquierda) y su familia. Su aldea, Mai Kadra, quedó atrapada en la primera masacre conocida de un conflicto que ha causado la muerte de miles de tigrayanos étnicos como ellos. En la imagen aparece su cuñado de nombre Goytom Tsegay (derecha). (Texto y foto: AP).
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Trabajo de parto de Letay en casa
El derramamiento de sangre en Mai Kadra comenzó en noviembre, cuando la esposa de Abraha, Letay (centro), disfrutaba el tramo final de un embarazo en apariencia normal. Se había pasado por cuatro días de la fecha estimada de parto, pero no presentaba problemas. Sin embargo, la violencia impidió que fueran a una clínica y tuvo que dar a luz en casa con la ayuda de una vecina anciana amhara, el grupo étnico que lucha contra los tigrayanos. (Texto y foto: AP).
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Tuvieron gemelas
Abraha nunca había visto un parto. Como la mayoría de los hombres en Tigray, permaneció orando fuera de la puerta. El parto fue silencioso y rápido: sólo duró tres horas. Finalmente, se asomó al interior. Había anhelado tener una hija. Ahora, acurrucadas junto a su esposa, vio a dos. Su alegría fue atenuada por la ansiedad. (Texto y foto: AP).
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Letay falleció
Luego del parto algo estaba muy mal con Letay. Tuvo problemas con su placenta y su estado de salud empeoró. Tras nueve días, la mujer le pidió a Abraha que se acercara. “Cuida de mis bebés”, dijo. “Voy a morir. No tengo esperanza. Lo lamento mucho”. 24 horas después falleció. (Texto: Redacción EC / Foto: AP).
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El entierro fue breve y ahora debía cuidar de sus hijos
El entierro fue breve. No hubo discursos. El cementerio probablemente estaba lleno de tumbas recientes de los cientos asesinados en Mai Kadra, pero Abraha no prestó atención al entorno. Imagen del hombre frente a una iglesia en Sudán. (Texto y foto: AP).
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Cambió su etnia para mantenerse a salvo
En medio de la violencia, Abraha no abandonó su casa. Como medida de seguridad adicional, un conocido de un grupo étnico diferente, un wolkait, consiguió cambiar la etnia en la tarjeta de identidad de Abraha. En papel, también se convirtió en wolkait. Eso ocurrió justo a tiempo. Cuando miembros de la milicia amhara llegaron a su casa, el hombre mostró la identificación alterada. Se dirigió a ellos en amhárico, el idioma principal en Etiopía, sin atreverse a decir ni una palabra en tigriña, su lengua materna. (Texto y foto: AP).
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Era momento de irse
El hombre sabía que no podían permanecer allí. La falsa identidad wolkait había funcionado demasiado bien, pero la vida en Mai Kadra era cada día más peligrosa. Cada noche, Abraha escuchaba que alguien más había sido asesinado. Tiempo después, decidió marcharse. (Texto y foto: AP).
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Lograron evadir los controles gracias a la ayuda de una vecina
La familia caminó hasta el puesto de control en las afueras del pueblo, acompañada por su vecina amhara, quien charló allí con los combatientes. Esta familia es amhara, dijo. Comprensiva, la milicia ayudó sin saberlo a la familia tigrayana. Detuvieron un automóvil en el camino y se fueron. Imagen de Abraha en un mercado en Sudán. (Texto y foto: AP).
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A Sudán por seguridad
Llegaron a la zona de Humera, también bajo un creciente control amhara. En un hospital, donde fueron a pedir leche, una mujer tigrayana los ayudó. Tiempo más tarde, les sugirió que fueran a Sudán por seguridad. Era una caminata de cuatro horas. (Texto y foto: AP).
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En un refugio
La familia llegó a Sudán exhausta, con las mellizas muy por debajo del peso normal para su edad. Personal sanitario de Médicos Sin Fronteras los ayudaron. Imagen de la familia en un refugio de Hamdayet, en el este de Sudán. (Texto y foto: AP).
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La familia con vida
Meses después de llegar a Sudán, las mellizas duermen boca arriba bajo diminutos mosquiteros en camas con armazón de metal, muerden su puño o sonríen a los hombres que se han convertido en expertos en cuidado infantil. En sus pequeñas muñecas, las bebés se turnan para llevar un amuleto protector que les dio una mujer local. (Texto y foto: AP).
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Buscar la paz
Imagen de la familia en un refugio. Entre el miedo y la desesperación después de su nacimiento, las mellizas permanecieron sin nombre. No hubo tiempo. Finalmente, Micheale, el hijo pequeño de Abraha, las bautizó él mismo. Una de las bebés fue llamada Aden, que significa “paraíso”. La otra, quien a muchos les recuerda a su madre, fue nombrada Turfu, que se traduce en “dejada atrás”. (Texto y foto: AP).