A lo largo de la costa atlántica, al norte de Conakry, capital de Guinea, decenas de miles de personas viven extrayendo sal de las marismas.
Tradicionalmente, estos productores queman madera para evaporar el agua y tener la sal, técnica que exige esfuerzo físico y daña el medio ambiente. En los últimos años, productores como Kaba Camara han pasado a un método alternativo: utilizan el sol y el viento para cristalizar la sal en estanques al aire libre, secándola después en lona negra. Producen así lo que llaman 'sal solar'. Esta técnica respeta más el medio ambiente, lo que hace que se regeneren los manglares guineanos.
“Ahora puedo trabajar con ropa normal, algo imposible con el método tradicional de extracción de sal. Entonces tenía que ir a buscar madera y estar junto al fuego toda la noche. Con la 'sal solar', al terminar, puedo hacer otras cosas”, señaló Camara.
Durante 20 años, productores de sal del suroeste francés han venido a Guinea a compartir su conocimiento sobre este método solar, encontrándose con pequeños productores locales a los que ayudan a mejorar su tarea.
“Hay lugar para la mejora. Encuentro la calidad y la cantidad de la producción satisfactoria aquí, pero todavía no es lo bastante buena para el mercado guineano”, señala Louis Merlin, productor de sal francés. “Así que hay que trabajar para mejorar la calidad del trabajo, para conseguir una sal más blanca y también hacer el polvo de sal al gusto de los clientes”.
Durante años, productores de sal guineanos han peleado por competir con el vecino Senegal, pero, este año, el cierre de las fronteras con este país por la epidemia de ébola han dado a los guineanos un respiro competitivo.
Ya son más de 5.000 los productores que saben ya hacer 'sal solar', esperando así mejorar su vida y el medio ambiente que les rodea.