Hace una semana, el sudafricano Thabiso Danca, de 25 años, quiso entrar al pub irlandés Hank’s Olde, en Ciudad del Cabo. Pero los guardias de seguridad no lo dejaron argumentando que los clientes negros solo podrían ingresar acompañados de una persona blanca.
El hecho, que parece sacado del túnel del tiempo, ha provocado indignación en un país que aún tiene fresco el recuerdo de la discriminación racial institucionalizada, conocida como apartheid.
“Es horrible e indignante que las tendencias del apartheid en Sudáfrica sigan asomando su fea cabeza”, lamentó la portavoz del gabinete, Phumla Williams, en un comunicado.
Este incidente salió a la luz después de que se volviera viral un video en el que se ve a Christopher Logan, un amigo blanco de Danca, peleándose con el dueño del bar.
Aunque el régimen de segregación terminó, oficialmente, en 1994, el racismo no ha desaparecido de la sociedad, que continúa ampliamente dividida.
Algunas cifras son esclarecedoras: el 64% de la población negra vive en condición de pobreza, mientras que solo el 1% de blancos son considerados pobres, según una investigación del 2021 de la Comisión Sudafricana de Derechos Humanos.
Teniendo en cuenta que el 80% de la población sudafricana es negra, y solo el 7,8% es blanca, la desproporción es acuciante.
Un ejemplo de lo que aún se vive en el país se puede ver en este video de Vox, que muestra las diferencias en una zona de Ciudad del Cabo dividida solo por una carretera entre un distrito de población blanca y otro de población negra:
Desigualdades
El régimen del apartheid, establecido en los años 50, legalizó el racismo y las desigualdades entre blancos y negros en el país, un sistema contra el que lucharon y perdieron la vida miles de sudafricanos, y que mantuvo en la cárcel durante décadas a Nelson Mandela.
El mismo Mandela, cuando ganó las primeras elecciones democráticas en el país en 1994, dijo que borrar las huellas que el racismo dejó en la sociedad no sería fácil.
Sin embargo, casi tres décadas después el avance ha sido muy lento. La población negra sigue padeciendo profundas desigualdades y tienen muchas menos oportunidades de mejorar su calidad de vida respecto a la población blanca, que además continúan teniendo el control de la mayoría de empresas del país, además de la propiedad de extensísimas hectáreas de terrenos.
Actualmente, los blancos poseen el 73% de la tierra del país, mientras que los sudafricanos negros poseen solo el 4%, según una investigación publicada por la agencia turca Anadolu.
“Nunca desmantelamos el apartheid”, ha dicho el reconocido economista sudafricano Ayabonga Cawe.
Y uno de los aspectos que continúa vigente es la categorización racial, establecida en los años 50, y -según explica la BBC- fue la piedra angular de la política del apartheid, que dividía a la población en cuatro grandes grupos: blancos, africanos, de color (mestizos) e indios.
Aunque la Ley de Registro de la Población fue derogada en 1991, cuando empezaron a levantarse las normas que sostenían la segregación, se ha seguido utilizando por los sucesivos gobiernos con el fin de recopilar datos y analizar las desigualdades y falta de oportunidades entre los diferentes grupos raciales.
Pero los números solo siguen mostrando lo que, en la práctica, aún no cambia: que los sudafricanos negros tienen menos opciones en un país que sigue sumido en la corrupción y una profunda inseguridad.
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